La historia de las lápidas romanas de Ujo: de Asturias a liderar la conquista de Europa

Gaio Sulpicio Ursulo, legionario de la localidad mierense, estaba al frente de los guerreros peninsulares que lucharon contra los dacios

Dibujo de Alfonso Zapico de tres legionarios romanos

Dibujo de Alfonso Zapico de tres legionarios romanos / Alfonso Zapico

Érase un legionario de Ujo que llegó a ser uno de los líderes de la romanización de Europa. Parece un cuento, pero no lo es. Está en la Historia. Se trata de Gaio Sulpicio Ursulo, uno de los nombres que figura en las tres lápidas halladas en Ujo –que se expondrán permanentemente en la localidad, tras el acuerdo conseguido por el concejal de Cultura, Juan Ponte (IU), con el Principado–. Los otros dos son Lucio Corona Severo y Gaio Sulpicio Africano, también militares romanos pero de menor rango. Más allá de la piedra y las inscripciones, las lápidas de Ujo encierran relatos clave del Imperio.

Historia de las lápidas romanas de Ujo: de Asturias a liderar la conquista de Europa

Una de las lápidas halladas en Ujo. / C. M. BASTEIRO

La inscripción en la lápida de Gaio Sulpicio Ursulo dice poco de su vida antes de ser legionario. Lo que es seguro es que su familia obtuvo la ciudadanía romana durante el preconsulado de Servio Sulpicio Galba (de ahí el gentilicio que sigue a Gaio), emperador en el año 68. La lápida sí narra su “curriculum” en la Legión, siempre en ascenso. Gaio Sulpicio Ursulo fue centurión de la Cohorte III pretoriana, primer abanderado de la Legión XVIII y prefecto de la Legión III Augusta. El “cargo” que lo vincula con la romanización de Europa es “prefecto de los Symmachiarii Astures en la Guerra Dácica”.

¿Quiénes eran los Symmachiarii astures? “Eran soldados peninsulares que pasaban a formar parte de las tropas auxiliares”, explica Ernesto Burgos, historiador y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA. Y añade: “Con respecto a sus funciones y estructura, hay diferentes opiniones”. Es seguro que les permitían luchar con sus propias ropas. Estaban, casi con total seguridad, en el escalafón más bajo del orden militar. La presencia de Symmachiarii astures, según Burgos, “vendría a demostrar la poca integración de los astures trasmontanos en las estructuras imperiales”. Eran buenos luchando, pero no se adaptaban a la disciplina y las técnicas de los legionarios.

Para eso estaba Gaio Sulpicio Ursulo, un candidato perfecto para estar al frente de los Symmachiarii astures. Porque era un ciudadano romano, con todos los derechos ya conseguidos, pero de origen astur. Conocía tanto las costumbres y la lengua de los astures como la estrategia romana. Así que no es de extrañar que el Emperador decidiera ponerlo al frente de los auxiliares en la guerra contra los Dacios (habitantes de la Dacia, la actual Rumanía).

El misterio que no desvela la lápida es qué emperador. Porque, señala Ernesto Burgos, “hubo tres guerras Dacias y no se especifica en cuál participó Gaio Sulpicio Ursulo”. La más importante fue la de Trajano, en el año 101. El Emperador preparó el ejército más grande desde los tiempos de Augusto para avanzar sobre la Dacia: unos 150.000 hombres, repartidos entre catorce legiones y guerreros auxiliares (como los Symmachiarii). A la rendición del pueblo siguieron varias rebeliones, aplacadas por el ejército romano.

Todo parece indicar, aunque no hay suficientes datos históricos para afirmarlo con rotundidad, que el legionario nacido en Ujo fue mando militar en esta contienda. Gaio Sulpicio Ursulo pudo volver a Ujo, con su carrera militar ya finalizada, para fallecer en su tierra natal. La lápida en su honor, no obstante, se instaló tiempo después de su muerte.

El “más allá” astur

Fue encargada por Gaio Sulpicio Africano, un descendiente orgulloso de los logros de su antepasado. Hay quien sostiene que mandó “engordar” su curriculum militar para resaltar el valor de la familia. Extremo que Burgos, y otros muchos historiadores, no han defendido. De Gaio Sulpicio Africano se sabe poco. Podía deber su nombre a los logros militares obtenidos en un exótico territorio imperial.

Dedicó una inscripción al dios indígena Nimmedo Aseddiago. “La unión de esto dos conceptos, lo sagrado (Nimmedo) y la calma (Aseddiago), permite pensar que esta divinidad pudo estar asociada a algún culto de tipo funerario. Esto nos revelaría la idea de la muerte basada en la vinculación del más allá con el descanso, como ocurre aún en múltiples creencias –especialmente el Cristianismo–. Esta reflexión nos acerca, de alguna forma, a un sentido de la trascendencia que hasta ahora desconocemos en la cultura inmaterial de los astures”, explica el historiador Ernesto Burgos, en su artículo “Una revisión del conjunto epigráfico de Ujo”.

Más historia en la tercera lápida. Grabada con los nombres de Lucio Corona Severo y Octavia Procula. “Los nombres del dedicante y su esposa son corrientes en la península”, según Burgos. Él fue un militar romano que hizo su servicio en la Legión VII Gemina (Gemela), que debía su nombre a los fundadores de Roma. Fue una legión creada por el emperador Galba, cuando fue proclamado por sus tropas contra Nerón (en el año 68).

Estos restos romanos fueron hallados en dos momentos: a finales del siglo XIX y durante unas obras ferroviarias, a mediados del siglo XX. Desde entonces, permanecen en el Museo Arqueológico de Asturias. El concejal Juan Ponte y la Consejera de Cultura, Berta Piñán, acordaron en un reciente encuentro que las lápidas volverán a Ujo. Está previsto que se expongan de forma permanente, un elemento más para impulsar el turismo en la comarca. Aún no se ha formalizado la fecha de entrega. Pero ya es seguro: Gaio Sulpicio Ursulo, el legionario de Ujo que fue líder en la romanización de Europa, volverá a su tierra natal.

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