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El tesoro de papel de Hunosa: el pozo Fondón alberga 300.000 documentos de antiguas minas

El archivo histórico cuenta con planos, libros, legajos y fotografías, entre otros materiales

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El archivo histórico de Hunosa Fernando Rodríguez

La compañía estatal Hunosa guarda en las instalaciones del pozo Fondón, en Langreo, uno de sus mayores tesoros. Se trata del archivo histórico de la compañía, que cuenta con los fondos documentales de las antiguas empresas mineras que fueron adquiridas en 1967 por el Estado. A esto se suma toda la documentación de la propia Hunosa, desde su creación hasta la actualidad. En total, casi 300.000 documentos, entre planos, legajos, cartas, libros y fotografías.

El archivo histórico de Hunosa se creó en los años noventa. Nació con fuerza, pero fue perdiendo fuelle con el paso de los años. La actual dirección, con Gregorio Rabanal al frente, se ha marcado como objetivo darle lustre a esta joya de su patrimonio. De hecho, los planes pasan por hacer visitable este espacio que, hasta ahora, solo despertaba la atención de investigadores interesados en lo concerniente a la minería.

Facturas, libros de contabilidad, jornales, fichas de personal, correspondencia con otras empresas y acciones son algunos de los documentos que se encuentran en el archivo y que pertenecía a las empresas más importantes que había en el momento en España, como Duro Felguera, la Sociedad Hullera Española, Hulleras de Turón o Fábrica de Mieres, que son historia de la minería del carbón entre los siglos XIX y XX.

Y así, entre estos legajos se pueden encontrar hasta concesiones mineras firmadas por la propia Isabel II. Cuenta la historiadora Mónica García, que colabora con Hunosa, que al principio “las minas eran propiedad de la Corona y era la que te daba la concesión. Y con la república pasaba lo mismo hasta que cambió la ley de minas y permitió a las empresas comprar las explotaciones”. Otra parte destacada la forman los planos. En la actualidad, cuentan con 85.879 planos digitalizados, pero todavía tienen muchos más en sus instalaciones. Planos de todo tipo, de cómo se verían los pozos, de las barriadas mineras o, incluso, de los propios instrumentos que se realizaban en la empresa, como una brújula que se utilizaba para buscar la dirección de la galería.

Pero no todo son documentos. Una de las principales novedades del archivo histórico es que también está empezando a incluir objetos que se encontraban en los pozos cerrados y que, por su historia y características, merecen formar parte de estas instalaciones. Aquí hay desde máquinas de escribir antiguas hasta calculadoras y niveles. También una impresionante colección de lámparas de mina que han sido cedidas, en este caso, por la familia de José Luis Gómez Vegas. Y también muebles, los que hicieron los propios carpinteros de los pozos y que han sido restaurados para la ocasión.

El archivo histórico de Hunosa está dividido en dos edificios. En uno se encuentra toda la documentación de las empresas adquiridas en 1967 y en el otro, que era la antigua casa de aseos, está la de Hunosa. En esta última, como explica David Vázquez, “hay casi cuatro kilómetros lineales de cajas, alrededor de 10.400 unidades de instalación”. También hay una biblioteca un tanto atípica, que está formada por los libros que quedaron olvidados en los despachos de las minas. Anecdótico es que, entre estos fondos hay un buen número de Biblias. Esto se explica porque el Marqués de Comillas, propietario de la Sociedad Hullera Española, era muy católico.

¿Y cómo funciona el archivo? “Pues hacemos trabajo de campo una vez que se clausura una mina, vamos hasta allí y clasificamos la documentación, que metemos en un tipo determinado de caja para que sea más fácil almacenarla”, explica Vázquez. Después, dejan la documentación en un depósito y la van trayendo a la zona de trabajo, donde se vuelve a clasificar, se quitan grapas, plásticos y se prepara el documento para que pueda ser guardado. Entre el público que accede a sus instalaciones hay personal de la Universidad, de la empresa, público en general e investigadores.

Humedad

El único enemigo que tiene este espléndido archivo histórico es la humedad. Por eso, y dentro del interés que la compañía tiene en poner en valor sus instalaciones, también se pretenden reformar estas instalaciones. El primer paso será una mejora energética de los dos inmuebles que forman el archivo, un proyecto que acaba de salir a licitación con un presupuesto de cerca de 850.000 euros.

Con estas premisas, se abordará la rehabilitación de fachadas y cubiertas con el objetivo de restituir los valores del bien que han sido afectados por el paso del tiempo y evitar las filtraciones de agua que se vienen produciendo. También se actuará sobre las condiciones térmicas de las fachadas y carpinterías.

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