La central hidráulica de Tanes, una “catedral subterránea”
La instalación hidroeléctrica del parque de Redes da energía a 3.600 familias, es obra de Joaquín Vaquero Palacios y destaca por sus murales y la integración de la roca
![La cámara principal de la central.](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/85cbfca2-85b4-44a6-b4e2-a6c8b455c851_21-9-aspect-ratio_default_0.jpg)
La cámara principal de la central. / Luisma Díaz
Una gran catedral subterránea. Una amplitud que hace empequeñecer a las personas. Una pregunta en el aire: ¿Por qué las instalaciones industriales ya no se hacen de esta forma? Esto es lo que se siente cuando se entra en la sala de turbinas de la central hidroeléctrica de Tanes, situada entre los dos embalses del parque natural de Redes (Rioseco y Tanes). Una obra de arte bajo tierra que produce energía suficiente como para abastecer de electricidad a 3.600 familias. Lo lleva haciendo desde su inauguración, en 1978, y la previsión es que siga haciéndolo mucho tiempo más. De hecho, su tecnología reversible para generar energía es la que ahora recomienda la Unión Europea (UE) para las centrales de este tipo.
![Francisco Fuentes, encargado de la central hidroeléctrica, explica su funcionamiento. | L Díaz](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/ed7c7d98-33eb-4924-94eb-c65826e77c24_alta-libre-aspect-ratio_default_0.jpg)
Francisco Fuentes, encargado de la central hidroeléctrica, explica su funcionamiento. | L Díaz / Luisma Díaz
Obra de Joaquín Vaquero Palacios, se trata, como el resto de las plantas industriales de este arquitecto (las centrales hidroeléctricas de Proaza, Salime y Miranda y la térmica de Aboño), de una fusión entre el arte y la funcionalidad. Los asistentes a las jornadas “El agua como elemento generador de oportunidades”, celebradas en Rioseco, tuvieron la oportunidad de conocer esta obra, admirar su belleza y también entender su funcionamiento.
![Visitantes, participantes en las jornadas sobre el uso del agua, en el interior de la central. | L. Díaz | L. DÍAZ](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/d2a8c594-4986-4f5d-aff0-b4541ea3fd8e_alta-libre-aspect-ratio_default_0.jpg)
Visitantes, participantes en las jornadas sobre el uso del agua, en el interior de la central. | L. Díaz | L. DÍAZ / Luisma Díaz
Primera parada en la visita: la sala de control. Francisco Fuentes, encargado de la central, explica que son cinco las personas que ahora trabajan en la instalación. Su manejo está totalmente automatizado, los trabajadores realizan tareas diarias de mantenimiento y vigilancia para que todo funcione a la perfección. Es la única central hidroeléctrica de Asturias reversible, que funciona por bombeo: el embalse de Rioseco, de menores dimensiones, es subsidiario del de Tanes, más grande. La energía se produce cuando se intercambia el agua entre ambas infraestructuras, a través de una red de grandes canalizaciones. La central produce de media unos 85.000 kilovatios hora: energía para abastecer a 3.600 familias. Fuentes recalca también una cuestión: el uso principal de ambos embalses es el abastecimiento de agua. Por ello, la producción está supeditada a los niveles de almacenamiento que debe tener el “grifo de Asturias”.
![En los círculos, de arriba hacia abajo, la bajada a la central, un taller y las redes metálicas instaladas para proteger la subestación.](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/d8d9a443-e690-473d-a95a-6aa1f41f873a_alta-libre-aspect-ratio_default_0.jpg)
La bajada a la central. / Luisma Díaz
Segunda parada: el mirador. Tras bajar dos pisos por las escaleras, se llega a un balcón. Aquí, bajo tierra, hay grandes vistas: a la sala de turbinas de la central. Los murales de Vaquero Palacios están casi a la altura de la vista, la iluminación está dispuesta de tal forma que imita la luz natural, explica Fran Prendes, responsable de la central. Bajo tierra, mientras fuera llueve, parece que brilla el sol.
![La central hidráulica de Tanes, una “catedral subterránea”](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/457bd6c3-9723-4a0f-aaa2-43a12cb31c90_alta-libre-aspect-ratio_default_0.jpg)
Un taller. / Luisma Díaz
Tercera parada: la sala de turbinas. Veinte metros de altura. La roca sobresale entre las estructuras metálicas, se adentra en la central. Propiedad de la empresa EDP, se mantienen las grandes siglas HC (antigua Hidroeléctrica del Cantábrico), que presiden la enorme estancia. Dos grandes turbinas, dispositivos de control que recuerdan a las películas de ciencia ficción de los años 70. Pilar Miró rodó aquí escenas de “Gary Cooper que estás en los cielos”, haciéndola pasar por central nuclear. La naturaleza y la mano del hombre se dan la mano.
Tras la estancia principal, no resta ya más que subir por el acceso rodado a la central. Una carretera que penetra en las entrañas de la tierra, con varias bifurcaciones, que permiten llegar a todos lados en los vehículos de mantenimiento. La central empezó a construirse en 1970. Más de medio siglo después sigue asombrando.
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