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de lo nuestro Historias Heterodoxas

El paso del ángel de Sodoma

El escritor cubano Alfonso Hernández-Catá, pionero al hablar de la homosexualidad, usó Mieres como base de su visita a Asturias en 1932

Dibujo de Alfonso Zapico sobre la historia heterodoxa de hoy Alfonso Zapico

Alfonso Hernández-Catá fue un escritor, prolífico en todos los géneros, que supo compaginar la literatura con su carrera diplomática. Era hijo de un teniente coronel destacado en Santiago de Cuba y una nativa de aquella isla y aunque nació en un pueblo de Salamanca durante un permiso que sus padres disfrutaron en la Península en 1885, él se consideró siempre cubano. De cualquier forma, pasó su juventud en Madrid viviendo en la bohemia con lo que iba cobrando por sus colaboraciones en algunos periódicos y revistas literarias.

El paso del ángel de Sodoma

Y en ese ambiente conoció a personajes vinculados con la vanguardia como Eduardo Zamacois, Rafael Villaespesa, Ramón Gómez de la Serna, o el también hispano-cubano Alberto Insúa, quien recordó en sus memorias que solía lucir corbatas polícromas con grandes mariposas. Debido a la originalidad de sus escritos y su facilidad para abordar cualquier tema llegó a hacer un libreto de zarzuela para Jacinto Guerrero y no tardó en ser popular también en el mundo del teatro gracias a que Margarita Xirgu interpretó alguna de sus obras.

Aunque al mismo tiempo le gustaba colaborar en lo que entonces se llamaban revistas sicalípticas como "La hoja de parra", que eran algo así como las bisabuelas del Play Boy, donde las imágenes de las bellezas de principios de siglo y los textos eróticos compartían página con anuncios de remedios contra las enfermedades venéreas.

Sin embargo su verdadera importancia estuvo en la desenvoltura con que trató asuntos poco habituales como la muerte, los fantasmas, los hombres-lobo o el vampirismo, y sobre todo porque se atrevió a acercar a sus lectores algunos temas que hasta aquel momento eran tabúes: el erotismo, el incesto, la herencia genética, las relaciones interraciales, los triángulos amorosos, el aborto o el lesbianismo

En mayo de 1932 Hernández-Catá llegó a Asturias con la intención de impartir unas conferencias por los principales Ateneos Populares de la región y precedido por la polémica que provocaba tanto su producción literaria como su posicionamiento político contra la dictadura del general Gerardo Machado: pocas semanas antes un estudiante cubano partidario de este dictador había provocado un incidente en el Ateneo madrileño forzándole a interrumpir una de sus conferencias.

Entonces acababa de salir de la imprenta su libro de cuentos "Manicomio" en el que presentó un amplio catálogo de personajes con problemas psicopatológicos. Sin embargo lo que más llamaba la atención de los asturianos era la publicación en 1928 de "El ángel de Sodoma", una novela prologada por Gregorio Marañón en la que se abordó por vez primera en España el tema del homosexualismo masculino y que pasó a ocupar un lugar destacado en el anaquel de nuestra literatura heterodoxa.

Dos años antes su amigo Stefan Zweig había escrito "La confusión de los sentimientos" abordando el mismo tema junto al de la emancipación de la mujer y él siguió la misma senda convirtiéndose así en un pionero por el tratamiento con que abordó esta cuestión que se considerada hasta aquel momento como una perversión sexual.

Hernández-Catá presentó a su protagonista como un ángel bondadoso y honesto que se sentía atraído por los hombres bellos y fornidos, pero lo verdaderamente rupturista fue la naturalidad con la que supo envolver al personaje dando por hecho que no hacía otra cosa que obedecer a su propia naturaleza, lo que hacía desaparecer el concepto de pecado o de vicio al que la España tradicional y católica estaba acostumbrada.

El cubano estuvo casado con Mercedes Galt Escobar y tuvo con ella cinco hijos. Una de ellas fue Sara Hernández-Catá, que cuando se produjo la visita que les estoy contando mantenía una relación con el abogado criminalista Luis Jiménez de Asúa, diez años mayor que ella y tan amigo de su padre que había escrito un epílogo para "El ángel de Sodoma". Siguiendo los pasos de su progenitor, Sara iba a ser muy popular en La Habana en los años 40 por su forma de vestir, sin medias y con prendas exóticas, siempre fumando en una boquilla larga y aficionada a provocar cuando era entrevistada.

Por mera curiosidad he consultado al historiador Tino Brugos, experto en la cultura homosexual por la posible orientación de este autor, pero después de revisar la bibliografía existente parece que fue simplemente un interesado por este tema y su perfil se corresponde con el de quienes en su época iniciaron el proceso de medicalización del fenómeno homosex. Lo que si consta es que fue aficionado al travestismo, aunque esto también puede enmarcarse dentro del gusto por los disfraces que acompañó a los movimientos vanguardistas, que también compartió Ramón Gómez de La Serna.

Hernández-Catá llegó a Asturias envuelto en un orbayu que le acompañó mientras estuvo aquí y realizó una primera parada en Mieres, pero parece que se encontró tan a gusto en esta villa que ya no quiso buscar más y la convirtió en el lugar central donde se alojó para desplazarse cada día a los otros escenarios que tenía previstos visitar en su gira. Y a la recíproca, los mierenses lo acogieron aquellos días con tanto cariño que no dudaron en improvisar un calendario de actividades para hacer más agradables sus horas de descanso entre cada acto público.

El escritor se mostró afable y aficionado a departir con quienes buscaban su conversación, de manera que en álbum de fiestas de San Juan, que se publicó tres semanas después de su marcha apareció su retrato junto a una crónica en la que se contaba como "probó repetidas veces, con regusto de gourmet exquisito, la fabada sintética y nutritiva; saboreó con delectación de sacerdote báquico el ambarino jugo de la manzana; captó toda la gracia de friso helénico de la Danza Prima y penetró mejor que nadie el sentido del canto astur".

Esto, expresado en román paladino quiere decir que recorrió los abundantes restaurantes y lagares que entonces salpicaban Mieres, en los que tuvo ocasión de escuchar numerosas asturianadas e incluso, a pesar de la constante cortina de agua asistió con gusto a la Danza organizada en su honor y a una comida popular en El Polear que fue servida por las hermanas Hortensia y Jenara, famosas en aquella época porque regentaban un pequeño comedor de gran éxito dentro de la plaza de abastos.

El firmante de esta página en el álbum la cerró afirmando que el ilustre escritor había dejado un recuerdo imborrable por su carácter de hombre sencillo y cercano a todos los vecinos que lo trataron entonces.

En cuanto al calendario de estas jornadas, vemos en la hemeroteca que el miércoles 18 se estrenó en el teatro Pombo de Mieres y fue muy aplaudido por el público que escuchó con atención como disertaba sobre "La vida amorosa de don Juan", aprovechando para explicar los diferentes tipos de donjuanismos según la teoría del doctor Marañón. Después estuvo en Oviedo para hablar el día 19 de "El sentido de la aristocracia" y el domingo 22 repitió esta misma conferencia en una sesión matinal en Sama de Langreo, siempre con aforo completo y mucho éxito.

Sin embargo su contacto de aquellos días con la realidad mierense hizo que el martes 24 en el Ideal Cinema de Ujo se decidiese a improvisar un tema mucho más próximo a su audiencia: "Un hombre de letras se asoma al comunismo" con el que terminó de ganarse el favor de los socios del Ateneo local que organizaba el acto.

El escritor también se llevó un buen recuerdo de nuestra tierra y nada más llegar a Madrid lo reflejó el día 6 de julio en el diario "Ahora" publicando un artículo sobre los Ateneos Populares con las impresiones que pudo recoger sobre los de Gijón, Oviedo, Villaviciosa, Avilés Noreña, Sama de Langreo, Ujo, Turón y sobre todo por su experiencia en el de Mieres: "Por una cuota mínima y en torno no de un vano confort mobiliario sino de una biblioteca y una tribuna desde la cual hombres de todas las tendencias pudieran irradiar sus opiniones, los Ateneos empezaron a vivir. Los obreros transforman en ellos las horas de reposo en horas de provecho y adquirieron un nuevo placer, el más útil y el más voluptuoso: el de ensanchar los estrechos horizontes adonde alcanzan los sentidos y el afilar el juicio".

Hernández-Catá fue designado embajador de Cuba ante la República española entre 1933 y 1934 y luego desempeñó el mismo cargo en Panamá, Chile y Brasil y siguió publicando de forma incansable cada vez más volcado hacia los temas coloniales y cubanos hasta el momento de su muerte, el 8 de noviembre de 1940, cuando el avión en el que viajaba para pronunciar una conferencia en Sao Paulo se estrelló contra una avioneta militar antes de precipitarse al mar en la Bahía de Botafogo.

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