Sigue el misterio del esqueleto hallado en Rioturbio: el ADN no coincide con la mujer desaparecida hace treinta años en la zona

Los restos no coinciden con el perfil genético de Hermosinda Jiménez, desaparecida hace 30 años, ni con ningún otro de las bases de datos

Jesús Murillo, mostrando el lugar en el que encontró el esqueleto. | D. M.

Jesús Murillo, mostrando el lugar en el que encontró el esqueleto. | D. M. / David Montañés

El informe de ADN ha descartado que el esqueleto humano hallado hace un año cerca de Rioturbio (Mieres) corresponda a Hermosinda Jiménez, la vecina desaparecida hace ya más de 30 años y que residía a no más de tres kilómetros del lugar del hallazgo. La traza de los restos no encaja con ninguno de los perfiles genéticos custodiados en la base nacional de datos de desaparecidos, según confirma la asociación Laxshmi para la lucha contra el crimen y la prevención, colectivo que ha estado desde un inicio muy pendiente de la investigación.

La familia de Hermosinda Jiménez había solicitado que se cotejasen los restos con muestras de ADN de los hijos de la mujer, una vecina del valle de San Juan ya decretada muerta y que permanece desaparecida desde 1990. Y es que no faltaban indicios para sospechar que los restos pudieran ser los suyos. De hecho, el informe antropológico forense elaborado por el Instituto Nacional de Toxicología dejaba abierta esta puerta. Las conclusiones, resumiendo, apuntaban que los huesos encontrados pertenecen a una persona compatible con Hermosinda Jiménez. Coinciden la edad, la altura y el sexo. Además se confirmó, como ya se apuntaba inicialmente, que se trata de una persona muerta hace bastando tiempo. Incluso se hace referencia a algún tipo de lesión que la familia llegó a relacionar con problemas que la mujer tenía en la zona lumbar.

Pero finalmente no hay relación. El dictamen del Instituto Nacional de Ciencias Forenses de Madrid no ha encontrado correlaciones genética entre el esqueleto y el ADN aportado por los hijos de Hermosinda Jiménez. Es más, el resultado confirma que no hay vinculación con ningún desaparecido del que se tenga información en la base de datos de perfiles genéticos. "Este dato no es demasiado relevante, ya que hay muchas desapariciones antiguas de las que no se han recabado análisis de ADN para su archivo", explica el criminólogo canario Félix Ríos, portavoz de Laxshmi. El colectivo pide a todas aquellas familias que puedan estar en esta situación que aporten muestra de ADN para poder ser incluidas en la base de datos.

En el mismo valle de San Juan hay otro caso de una mujer desaparecida. Etelvina García está ausente sin dejar rastro desde 1984. La mujer, explican en Santo Emiliano, tenía costumbre de ir al bar "El Paso" para ver la televisión, sobre todo desde que había enviudado. El último día que la vieron vestía bata, toquilla y un gorro verde para resguardarse del frío. Era noviembre de 1984. Etelvina tenía 62 años.

Fue un vecino de Rioturbio, Jesús Murillo, quien, en mayo del año pasado, halló el esqueleto muy cerca de la carretera general de Santo Emiliano, concretamente en un terreno de monte situado a unos 50 metros de la calzada. Desde entonces, la familia de Hermosinda Jiménez llevaba esperando los resultados de la investigación. La abogada gijonesa Lorena Marcos representa a la familia. La letrada solicitó hace un par de meses al juzgado que instruye el caso la mayor celeridad posible en la elaboración de los resultados genéticos, ya que al final se trata de la prueba que ha resultado definitoria a la hora de poder descartar la relación de los restos Hermosinda Jiménez.

Un sospechoso

La desaparición de Hermosinda Jiménez, que en 1990 tenía 50 años generó una tremenda conmoción en el valle de San Juan. De hecho, muchos vecinos se acordaron de este caso cuando aparecieron los huesos encontrados por el citado vecino de Los Pontones. Entre el lugar del hallazgo y la residencia de la mujer ausente hay alrededor de tres kilómetros de distancia. Los hijos de Hermosinda Jiménez lucharon en su momento por impulsar una investigación que giró en torno a un sospechoso principal. "Estamos convencidos de que nuestra madre fue asesinada y tenemos pocas dudas sobre quien fue el autor de crimen", explicó a este diario José Antonio Crespo, hijo mayor de esta mierense y que aún guarda esperanza de poder esclarecer un suceso que nunca llegó a resolverse, en parte, por la ausencia de un cadáver

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