de lo nuestro Historias Heterodoxas

Codos de acero, pezuñas de ciervo

Las historia de los hijos de Manuel Llaneza en el exilio en México y la escritura de un libro en el que Antonio critica a Indalecio Prieto

Víctor Manuel, visto por Alfonso Zapico

Víctor Manuel, visto por Alfonso Zapico / Alfonso Zapico

Ernesto Burgos

Ernesto Burgos

El pasado sábado, 24 de febrero, Víctor Manuel recibió en la Casa del Pueblo de Mieres el Premio "Espacio Cultural 19 10 a la promoción de la cultura y los valores democráticos". Era la primera vez que se entregaba este galardón y entre el público estuvieron las autoridades locales y autonómicas y también el secretario general de UGT, Pepe Álvarez. Pero, sobre todo, el cantante se sintió arropado por sus amigos de juventud y los vecinos de esta villa y se emocionó leyendo -y cantando- su agradecimiento, que concluyó con esta emotiva frase: "Salir de Asturias ye fácil, lo difícil ye que Asturias salga de ti".

En su intervención recordó una visita a México a comienzos de la década de los 70, en la que tuvo oportunidad de conocer a algunos de los descendientes de Manuel Llaneza. Se impresionó con la historia guerrillera de su hijo Arístides, al que ahora acaba de homenajear con una canción que cantó a capela ante el público que lo escuchaba con emoción; mencionó su amistad con el actor Julián Pastor, hijo de Alba Llaneza, y citó a Antonio, otro de los hijos del líder minero, quien le regaló el libro "Codos de acero, pezuñas de ciervo", escrito para mostrar su desafección por Indalecio Prieto; lo que dio pie a nuestro cantante para hacer una crítica a la eterna fragmentación de la izquierda española.

Varias personas me han hecho llegar su curiosidad por este libro, que es muy difícil de localizar en las bibliotecas asturianas. De manera que después de buscar y leer el raro ejemplar que se encuentra en el archivo municipal de Gijón, hoy puedo dedicar esta página a contarles algo sobre las circunstancias que rodearon a su publicación.

La editorial KRK está a punto de llevar a las librerías una extensa y definitiva biografía de Manuel Llaneza firmada por el historiador Manuel Jesús Álvarez, quien se dedica desde hace años a estudiar la figura del líder minero. Gracias a su investigación, ahora sabemos que Llaneza y su mujer Ventura Jove tuvieron seis hijos y no cinco como siempre se ha dicho, puesto que debemos sumar a los ya conocidos (Luz, Arístides, Antonio, Alba y Manuel), otra niña llamada Paz que falleció en abril de 1919 cuando solo tenía cuatro años.

Antonio Llaneza, el tercero, nació en Mieres el 5 de junio de 1911 y desarrolló desde muy joven una intensa actividad política vinculada a la UGT y el PSOE; estuvo preso por su implicación en el movimiento republicano de 1930 y volvió a la cárcel por participar en la revolución de octubre de 1934. Licenciado en Derecho, fue juez de instrucción durante la República, lo que le permitió presidir durante la guerra civil el Tribunal de Gijón y ser comisario de guerra en el Ejército del Este

Como algunos de ustedes recordarán, Manuel Llaneza falleció en 1931, sin poder ver la proclamación de la República, y desde entonces, su viuda regentó un comercio en Mieres hasta que la caída de Asturias en manos del franquismo obligó a la familia tomar el camino del exilio. Después de pasar por Francia, su último paso fue cruzar el océano rumbo a México en un trasatlántico portugués contratado por el gobierno de la segunda República en el exilio y otras asociaciones de ayuda a los refugiados españoles.

El "Niassa" llegó al puerto de Veracruz el 22 de mayo de 1942 llevando a bordo a Ventura Jove, su hija Alba y a Antonio con su mujer Teresa Fernández y su hijo Manuel Llaneza Fernández.

En el pasaje iban también otros personajes muy conocidos; entre ellos el revolucionario mierense Jesús Ibáñez, quien tuvo mucha complicidad con Antonio Llaneza. De hecho, Ibáñez subtituló a sus memorias "Discos de acero", que es, como podemos ver, un epígrafe muy similar a los "Codos de acero" que ahora estamos tratando.

En un capítulo de su autobiografía publicada en 1946, Ibáñez hizo una parodia del enfrentamiento que se estaba dando entre los socialistas del exilio mexicano, situándolos en la Roma clásica. Para ello, los bautizó con nombres que definían el carácter de cada uno. Indalecio Prieto fue "Creso Obeso Mecénico"; Juan Negrín, "Nero Canario" y Ramón Lamoneda, "Romo Lamineo". En cuanto a sus amigos asturianos, Belarmino Tomás se convirtió en "Bruto Minervo Astúrico"; Ramón González Peña en "Orgulio Penno"; Amador Fernández en "Amado Califórnico"; Juan Pablo García en "Paulo Astuto" y Antonio Llaneza en "Ingenuo Llanicio".

Ibáñez escribió su narración cuando ya estaba muy tocado por el alcohol y en un estilo particularmente enrevesado, pero que nos sirve para ver cómo diez años antes de que se publicase "Codos de acero, pezuñas de ciervo", Antonio Llaneza aún permanecía al lado de Indalecio Prieto, porque consideraba que estaba defendiendo la memoria de Manuel Llaneza (Llanicio el viejo) contra las críticas del sector negrinista:

"Parece ser que los béticos (andaluces) pretendieron acusar a Creso Obeso Mecénico de preparar la dictadura contra una reforma del Senado… Pero los de Mecénico echáronse sobre los béticos (…). Gracias a que una legión astur llegó en su auxilio".

Y en otro párrafo: "Ingenuo permanece fiel como un perro a Mecénico, mientras odia cordialmente a Orgulio Penno, que se entregó a Nero Canario, y a Bruto Minervo Astúrico y Amado Califórnico, que comparten con él su admiración por Mecénico, por lo que él considera perrerías imperdonables cometidas por ellos con Llanicio el Viejo (R.I.P.)".

Antonio Llaneza, desarrolló en México su actividad intelectual comentando la política internacional en publicaciones como "Siempre" o "La revista de América", trabajando a la vez como administrativo en una industria tabaquera francesa y, cuando esta cerró, en la venta de productos alimenticios; sin embargo, en 1957, su posición política en el PSOE ya había cambiado y se oponía totalmente a Indalecio Prieto después de que este hubiese hecho un desafortunado comentario sobre la memoria de su padre.

En el curso de esta polémica, que se hizo pública, redactó "Codos de acero, pezuñas de ciervo", que es un alegato total contra Prieto a quien él pasó a llamar "el Número Uno". El libro solo tiene 87 páginas y esta redactado visceralmente: "Yo, que trabajo todo el día para malvivir, y que apenas tengo unas horas de solaz con mis hijos en una pieza de pocos metros cuadrados, donde leemos, dormimos y cagamos, no tengo tiempo de pensar en lo que está tramando el Número Uno durante todo un día de holganza y en tranquila y espaciosa residencia de su propiedad".

En él también expuso acusaciones, más o menos veladas, sobre la falta de honestidad de "don Inda": "El Número Uno administra sin que nadie le haya obligado, bienes ajenos cuantiosos con un amplísimo margen de confianza, vive y es propietario de una residencia valiosa, viaja en avión con familia, médico y criados" (…) "Cuando llega a sus oídos una imputación alusiva, se sale con que ya tiene una costra tan dura que resiste toda imputación o calumnia" (…) "Como se sabe, el Número Uno compró una residencia en Nuevo León 103, que puso a nombre de su hijo (él es pobre de solemnidad) y adquirió otra casa en la Avda. de Michoacán por cuenta del VITA y para oficinas del presidente de la JARE, o sea el Número Uno".

"Codos de acero y pezuñas de ciervo" le costó a Antonio Llaneza la enemistad del círculo familiar de Belarmino Tomás y de Amador Fernández, que se identificaban con Indalecio Prieto; al contrario, su viejo amigo de Mieres Juan Pablo García -jurista como él- lo apoyó en su crítica.

En noviembre de 2010, el hijo pequeño de Antonio Llaneza -llamado Arístides como su tío- estuvo en Mieres participando en la conmemoración del centenario de la fundación del SOMA. En una entrevista para La Nueva España habló de la honestidad que Manuel Llaneza inculcó a su familia y contó que la temprana muerte de su madre Teresa Fernández en el exilio supuso un desastre para todos. También recordó que a partir de 1958 Antonio volvió a España, aunque siempre en estancias cortas, de vacaciones y que su tío Arístides también regresó en algunas ocasiones y sus cenizas están enterradas en la tumba de Manuel Llaneza.

Antonio Llaneza publicó en 1982 la recopilación de artículos periodísticos "Europa: colonia norteamericana" y dos años más tarde de su fallecimiento - el 6 de enero de 1988 en México D.F.- vio la luz su novela póstuma "Clementina", donde plasmó su visión de la sociedad mexicana.

El "Número Uno" también murió en la capital mejicana en 1962, aunque la discusión sobre su figura siguió viva. Todavía en octubre de 2020, el historiador Javier Rodríguez Muñoz escribió un artículo titulado "En defensa de Indalecio Prieto Tuero" afirmando que este se ganó la vida durante su exilio colaborando en los más prestigiosos periódicos y revistas americanas y que falleció "en la modesta vivienda que compartía con sus hijas" cuando se disponía a escribir su último artículo. Ya lo ven.

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