Costó 60 millones y ya es chatarra: avanza el desmantelamiento de la térmica de Lada con la eliminación de la desulfuradora, que funcionó una década

Los operarios desmontan el sistema, una de las partes más nuevas de la central, instalado para reducir el 98% de las emisiones de dióxido de azufre

Las dos grandes tuberías de la desulfuradora de la térmica de Lada, a la derecha de la imagen.

Las dos grandes tuberías de la desulfuradora de la térmica de Lada, a la derecha de la imagen. / L. M. D.

Andrés Velasco

Andrés Velasco

Corría el mes de marzo del año 2010, hace exactamente 14 años. La térmica de Lada, propiedad de Iberdrola, estrenaba de forma definitiva y tras la fase de pruebas la desulfuradora, una instalación que costó 60 millones de euros, y que estuvo operativa una década. Desde hace un tiempo se viene desmantelando el sistema, que fue creado para eliminar el 98% del dióxido de azufre (SO2) emitido por el grupo de generación eléctrica número IV de la central.

La construcción de la desulfuradora comenzó en 2007, y se extendió durante año y medio hasta la primavera del año 2009. Posteriormente, en verano de ese año entraba en fase de pruebas, y su puesta en marcha definitiva tuvo lugar en marzo de 2010. Fueron 60 millones de euros de inversión en una central que por aquel entonces no parecía vislumbrar un final tan precipitado como el que llevaría, a que, poco más de una década después, se iniciase su desmantelamiento. El cálculo parece sencillo: la desulfuradora de la planta de Iberdrola en Langreo supuso una inversión de 6 millones por año de funcionamiento.

Y es que en diciembre de 2021, Iberdrola iniciaba las labores de desmantelamiento de la central térmica de Lada tras haber solicitado el cierre a finales de 2017. Un proceso que vino derivado de las normativas estatales y europeas que buscaban (y buscan) la descarbonzación de la economía, y que supusieron a su vez el cierre de todas las minas de carbón en Asturias y en España, salvo el pozo Nicolasa de Mieres.

Cuando se iniciaron los trabajos, Iberdrola explicó que el desmantelamiento se iba a alargar durante tres años, con un coste de 17 millones de euros. A finales de este 2024 deberían estar listos. La peculiaridad que tiene el desmontaje de la instalación es que no se está haciendo como en otros lugares del país, tal y como sucedió en Velilla (Palencia), en La Robla (León), o ya más cerca, en Soto de la Barca, donde se usaron explosivos para volar las grandes torres y otras estructuras. La cercanía de la central térmica langreana a núcleos urbanos y a otras industrias imporantes impide este sistema, por lo que su despiece ha de ser preciso y de forma escalonada.

Con el desmontaje de la desulfuradora se entra en las últimas fases del proceso de desmantelamiento integral de la central, aunque todavía quedan procesos laboriosos, como será el despiece de la gran torre de 175 metros de altura, y la caldera, de estructura metálica de 80 metros. Dos instalaciones que deberán retirarse, en palabras de los ingenieros encargados de la obra, como una operación de "microcirugía", diseñado con precisión cada movimiento de piezas para retirarlas. Y es que el entorno de la térmica, no solo junto al casco urbano de Langreo, sino también cercana a la planta de Bayer o al río Nalón, hace que la operación resulte nada sencilla, y no se puedan utilizar "atajos" como las voladuras.

La térmica de Iberdrola en Lada ocupa unos terrenos de 24,61 hectáreas y su desmantelamiento conlleva la generación de 102.488 toneladas de residuos.

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