El sospechoso del descuartizamiento de La Felguera le dijo a los vecinos que al fallecido "lo habían secuestrado los rusos"

"Le echamos de menos desde el domingo y vimos al hombre con el que vivía subir para casa con el carrito de la compra y bolsas de basura", explican los vecinos

David Orihuela

David Orihuela

En el barrio de Villar, en La Felguera, todos se conocen. Se trata de un conjunto de casas bajas, construidas hace décadas. Las calles han sido asfaltadas recientemente, pero la degradación se hace patente en algunas viviendas abandonadas y en los espacios verdes. De hecho, el camino que tradicionalmente utilizaban los vecinos para ir a la estación de tren o a la farmacia, está cerrado por la maleza. Nada se mueve allí sin que todos se enteren de lo que está ocurriendo. No es extraño, pues, que empezaran a echar de menos a uno de sus vecinos el pasado domingo. Pero Santos Conrado estaba muerto y su cuerpo había sido descuartizado a manos, supuestamente, de otro hombre con el que convivía.

Santos Conrado estaba enfermo y tenía que cargar con un aparato de oxígeno. Subir la cuesta hasta su casa le suponía un esfuerzo, pero era habitual que los vecinos le viesen arriba y abajo con sus perros. "Los sacaba tres veces al día", asegura uno de ellos. Fue precisamente ese vecino, que vive pared con pared con la casa del fallecido el que a las tres de la madrugada del lunes pasado escuchó golpes en la vivienda de al lado, en casa de Santos. El hombre vivía desde hace unos meses con un compañero. Le había alquilado una habitación por cien euros al mes. "Nos dijo que no tenía dónde ir y que por eso le alquilaba la habitación", recuerda una vecina. A los que llevan tiempo en el barrio, aquel nuevo vecino no les dio buena impresión.

El lunes, alrededor de las tres de la tarde, el inquilino del fallecido subió la cuesta hacia la vivienda con un carrito de la compra y bolsas de basura azules. "Le pregunté por Santos y me dijo que se había ido al HUCA porque tenía problemas de corazón, luego me dijo que estaba en la cárcel", narra un vecino que no se creyó las explicaciones del hombre y llamó tanto al centro sanitario como a la prisión de Asturias. Santos Conrado no estaba en ninguno de los dos lugares. El hombre seguía sin aparecer por el barrio con sus perros, como hacía a diario. El jueves, a la una de la tarde, el inquilino volvió a aparecer en el entorno de la vivienda, de nuevo con el carrito y bolsas de basura. "Le volví a preguntar por Santos y me dijo que le habían secuestrado unos rusos", narra el vecino. En ese momento le amenazó con llamar a la Policía, pero no lo hizo.

El sospechoso les dijo a los vecinos que al fallecido "lo habían secuestrado los rusos"

El sospechoso les dijo a los vecinos que al fallecido "lo habían secuestrado los rusos" / David Orihuela

El viernes por la mañana se confirmaron las sospechas. El dueño de la vivienda del número 15 de la Avenida de Gijón, cercana a la casa donde vivía Santos y su inquilino, salió a la huerta que hay en la trasera de su casa, en una cota bastante más baja que la de la vivienda del fallecido y su supuesto asesino. No lo sabía, pero estaba a punto de dar respuesta a la pregunta que sus vecinos llevaban haciéndose varios días: ¿qué había sido de Santos Conrado?

El hombre encontró una bolsa de basura que alguien había tirado a su parcela y al arrojarla fuera de su propiedad la bolsa quedó enganchada en unas zarzas y se rasgó: aparecieron las piernas de un hombre que habían sido cortadas a la altura de la rodilla. Eran las extremidades de Santos Conrado. En ese momento saltaron todas las alarmas. El hombre llamó inmediatamente a la Policía y la zona se llenó de agentes de la científica y la judicial.

Fue el vecino que esos días había preguntado por el fallecido quien puso a los agentes sobre la pista de a quién podrían corresponder aquellas piernas y quién podría ser el supuesto autor de tan macabro crimen. Les explicó que hacía días que no veía a su vecino, aquel hombre mayor que vivía en la casa de al lado, y que le había preguntado a su inquilino, a quien había visto con un inusual trajín de carrito y bolsas durante toda la semana.

La Policía mantiene abierta la investigación y hay un único detenido, el hombre a quien el fallecido había alquilado una habitación por cien euros. Las primeras hipótesis apuntan a que el hombre más joven acabó con la vida del de mayor edad, troceó el cuerpo y lo arrojó en distintos lugares, no muy lejos de la vivienda. Tras las piernas apareció el torso, en unas zarzas cercanas. En una cochera del barrio se encontraron más restos humanos. Pero aún no se ha hallado la totalidad del cuerpo desmembrado de Santos Conrado.