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Desde mi Mieres del Camino

El arte de empezar el día con anís Marabú

La villa tuvo unas destilerías de renombre en el norte de España

Desde que amanece? ya apetece. Anís Marabú". He aquí un eslogan de hace más de sesenta o setenta años, que, publicitariamente recorrió una buena parte del país, ofreciendo uno de los productos más conocidos de la firma mierense Alcoholera Andaluza, S. A., para convertirse más tarde en Destilerías Bernaldo de Quirós, S. A. en manos de la conocida familia de este pueblo y por último acabar como Destilerías del Principado, S. L., ya con el sello de finiquito.

Pero la fábrica que se cimentó en Requejo, más tarde pasó a la entonces calle Capitán Cortés (hoy Antonio Machado), luego a las cercanías de Héroes de Simancas, actualmente Pérez de Ayala, muy próxima a la plaza Santa Bárbara, para terminar su ciclo de asentamiento en el nuevo polígono industrial Fábrica de Mieres, tiene aún voces para el recuerdo y añoranza. Y una de ellas se encuentra plácida y tranquila en la residencia de personas mayores Picu Siana. Y es que Manuela Martínez Fernández, nacida en La Belonga, allá por el año 1925, soltera por varias razones, entre ellas la obligatoriedad de cuidar de sus padres, comenzó a trabajar en la Alcoholera Andaluza a los 32 abriles, permaneciendo en su puesto 31 más, hasta pasarse una temporadita al paro por aquello de "tiempos difíciles" y por fin la jubilación más que merecida.

Alegre, bromista y en plan de gracia permanente nos dice: "Mire usted, yo en el trabajo me dedicaba a rellenar botellas y garrafas, pegar, con una máquina las etiquetas y a través de otra a "corchar" con todas las de la ley los envases para que no hubiese trampas. Entraba muy temprano porque me correspondía encender la calefacción. He dedicado mi vida a eso, al cuidado de mis padres, y a la crianza de un sobrino, José Luis, que hoy me corresponde con generosidad visitándome diariamente y atendiendo cualquier capricho mío".

Curiosamente Lola, como popularmente se le conoce, tiene un compañero del antiguo trabajo en la misma residencia, Juan Antonio, conductor que fue de la fábrica de bebidas, quién, por sus circunstancias, no puede colaborar en esta información. Pero ella lo recuerda con cariño, lo mismo que ocurre con otros, como Pepín el comercial, Oliva la que lavaba los envases, Tere y Mercedes que estaban en la oficina. "Yo conocí -asegura- a los hermanos Bernaldo de Quirós, a Nacho, el hijo, que fue gerente de la empresa. Y por supuesto a César que también lo fue y afortunadamente aún vive".

Para los mierenses veteranos no es ningún secreto el nombre de los productos que salían de la Alcoholera. "Los más populares - añade Lola- eran ese Anís Marabú que se presentaba con el canto del gallo por la mañana. Luego estaban el ron y la ginebra Kiber, el ponche Asturiano, el coñac Trasañejo, refrescos y otros que ahora no recuerdo".

Cierto es que la firma Kiber llegó a tener una dimensión realmente importante en el concierto deportivo español, como patrocinador, unos cuantos años, del equipo de hockey sobre patines que presidía el recordado Alfredo Visiola, con el que alcanzó la máxima categoría nacional, es decir la división de honor, teniendo en sus filas a jugadores tan carismáticos como Ortega (internacional), Tinín, Finito, Josito, en fin, unos cuantos más que populares y como entrenador al fallecido tempranamente Andrés Caramés (que llegó a seleccionador nacional).

A todo lo expuesto de forma anecdótica si se quiere, le falta el formato oficial. Y este, como es lógico y obligado, llega en la voz de uno de sus últimos gerentes, sin duda el reducto final vivo de la gestión empresarial, César Bernaldo de Quirós, el que también fue impulsor y varias ediciones gerente de la Feria Industrial de Mieres. "Realmente se desconoce la identidad de quién inició el proyecto con la instalación de la fábrica en Requejo -dice- pero lo cierto es que debió de ser por el año1925. Se sabe que provenía de Andalucía y de ahí la primera denominación, hasta que en 1929 Ignacio Bernaldo de Quirós la compró para sus tres hijos, David, Ignacio y Aurelio, quiénes decidieron ubicarla en la entonces calle Capitán Cortés. Allí existía un piso donde vivía mi abuela Vicenta que hubo de compartir las dependencias con los mandos de una columna del ejército republicano que ocuparon también la fábrica durante parte de la guerra civil. En 1955, ya con David fallecido prematuramente, se buscó más amplitud en los números 7 y 9 de Héroes de Simancas, haciéndose cargo de la gerencia mi hermano Ignacio, convertida ya en Destilerías Bernaldo de Quirós, S. L. y logrando expansión de los productos con especial mercado en la meseta castellana, Madrid y Galicia, llegando a una plantilla de más de setenta empleados. Yo también laboraba allí con la responsabilidad de jefe de ventas".

Y llegaron los tiempos difíciles, muy comprometidos en cuanto a rentabilidad, debiendo hacerse cargo de la dirección el propio César Bernaldo de Quirós, ya con la entidad en quiebra técnica, "hasta que en 1985, después de aguantar las tensiones de una situación insoportable, la empresa se convirtió en S. A. L. para unos doce o trece trabajadores que había quedado. Se vendieron bien los terrenos y la nueva dirección decidió trasladarse al polígono de Fábrica de Mieres, donde, tras otro periodo de grave supervivencia, se cerraron las puertas definitivamente".

Es un caso claro que Destilerías Bernaldo de Quirós jugó un papel singular en una zona donde el más alto nivel de la industria pequeña o mediana dependía, de alguna forma, de los gigantes siderúrgicos y mineros. La antigua Alcoholera no. Ella exportaba más allá de las fronteras regionales y una buena parte de su éxito estaba en la venta de productos a granel que tenía la misma calidad que el embotellado.

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