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La garabata

Las viejas y nuevas calles de Mieres

Un repaso al desarrollo y constantes cambios que ha experimentado el callejero local

Hay que remontarse siglos atrás para encontrar el nombre específico de "calle" en Mieres, como se halla anotado en los libros parroquiales de San Juan desde el siglo XVII, en que figura como domicilio de los nacidos, casados o fallecidos, a los habitantes de "La Calle", que no era otra que actual "La Cay", nombre asturiano de aquella parte de la población que vino a ser la primera de esta villa.

La segunda calle mierense puede considerarse como la formada a lo largo de la antigua carretera de Castilla, a pesar de ser conocida la ruta como carretera de Adanero a Gijón, y no recibir el nombre de calle hasta ya la década de los años treinta del siglo XIX.

La tercera surgió a lo largo de la carretera de tercer orden a la estación de ferrocarril, construida por la diputación en el año 1877. Aquella carretera que años más tarde iba a convertirse en la principal avenida de la población, comenzó siendo conocida como "carretera de La Perra", por conducir al puente del mismo nombre. Años más tarde se la denominó, "Marqués de Campo Sagrado", posteriormente en el año 1931, "Calle Manuel Llaneza". En el año 1937 paso a llamarse "Avenida José Antonio", volviendo a ser "Manuel Llaneza" en el año 1982. En el ambiente popular de aquellos años era conocida como "Calle del Paseo" y era el lugar de referencia y ocio de los mierenses, así como la más céntrica y concurrida de la villa.

La cuarta calle que tuvo Mieres, se asentó a lo largo del tramo de carretera a Sama de Langreo, que fue inaugurada en el año 1894, en el conocido barrio de Requejo, en la actualidad es la "Avenida de Sama".

A partir de principios de siglo XX, comenzó la expansión y apertura de nuevas calles, especialmente desde La Pasera a Camposagrado, hoy "Teodoro Cuesta", y hasta la de Ernesto Guilhou, hoy "Numa Guilhou", prolongada hacía La Villa en los años veinte.

Algunas de aquellas calles siguen manteniendo su denominación primitiva, como en el caso de Jerónimo Ibrán, Guillermo Schultz y Valeriano Miranda, el resto han ido teniendo sucesivas modificaciones.

La calle "La Vega", su primitivo nombre fue "Vizconde de la Deshilla", pasando en el año 1927 (por acuerdo de 11 de agosto de 1927), a ser "Conde Guadalhorce" (Rafael Benjumea y Burín, nació en Sevilla, 23 de julio de 1876 y falleció en Málaga, 27 de septiembre de 1952, Primer Conde de Guadalhorce), en agradecimiento al Ministro de Fomento, que con motivo de la crisis obrera dispone la realización de varias obras en Mieres, como el encauce del río Caudal, para dar trabajo a los parados. Recibió asimismo la distinción de hijo adoptivo de Mieres, y el mismo vino a recoger el título y al descubrimiento de la placa en la calle, que después pasaría a llamarse "Capitán Galán", volviendo a ser Calle "Conde Guadalhorce" en el año 1937 y Calle "La Vega" en la actualidad. Hace algunos años era muy conocida, sobre todo en los jóvenes de las décadas de los años 60, 70 y 80, como "calle del Vicio", por existir en la misma numerosas cafeterías, discotecas y otros establecimientos similares, en la actualidad es peatonal en todo su recorrido, en obras llevadas a cabo en diferentes fases. En ella empezaron a celebrarse los carnavales mierenses.

Aparte del nomenclátor oficial, hay lugares que la gente sigue conociendo por el nombre primitivo, ejemplos: La Pasera, Requejo, La Campa, etc. Las calles fueron siempre recurso de inclinación hacia nominaciones que en algunos casos no han sido, ni son los más acertados.

Durante las cuatro décadas de la dictadura franquista, varias generaciones de mierenses crecieron familiarizadas con el nomenclátor callejero monocolor o, como mucho, bicolor: azul y caqui. Nombres de falangistas y militares coparon los nombres de nuestras vías urbanas, con el añadido del santoral católico. Poco espacio quedaba para el resto, compuesto (según los fascistas) de renegados, revolucionarios, ateos y masones.

Por eso, tampoco podía esperarse demasiada comprensión y equidad cuando llego la transición española y el paso a la democracia. Aunque a años luz de la anterior etapa franquista, la democracia "heredó" el callejero repleto de militares, aristócratas, beatos y santos. Con la llegada de la democracia poco a poco se comenzó a mandar al trastero el viejo callejero, de esa manera llego un nuevo cambio de placas de nuestro callejero, con el consiguiente lío de nombres nuevos para los ciudadanos y a buen seguro, una auténtica pesadilla para nuestros carteros.

Decía Luis María García en la introducción del libro "Las Calles de Mieres" : "Como mierenses nos podrá la tentación de dirigirnos, en un primer momento, al nombre de nuestra calle. Pero cada Rincón, cada plaza, cada calle, tienen desde este momento algo que contarnos". En verdad que sí, los lectores no resistirán la tentación de conocer la historia de las calles de Mieres.

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