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Desde mi Mieres del Camino

Los "exiliados culturales" de Mieres

Un grupo de jóvenes cuestionó en los ochenta la falta de recursos y espacios para celebrar eventos en el municipio

Al contemplar ahora el momento actual del grupo de jóvenes que se declararon, en la segunda parte de la década de los ochenta, "exiliados culturales" de Mieres como señal de protesta contra la falta de medios e impulso oficial de las expectativas culturales de esta plaza, parece haber quedado atrás una etapa que, ahora mismo, pese a ciertas carencias y disponibilidad de espacios, es casi anecdótica. Y es que el tiempo va transformando formas de vida, medios disponibles, situaciones y hasta mentalidades. Por ejemplo, la inquietud de entonces ya no es la misma del momento que disfrutamos. Y a la huella de un testimonio gráfico nos atenemos.

Debió de ser en la segunda parte de la década de los ochenta cuando el clarinazo de un hecho inédito e inesperado rompió la monotonía local dejando a más de uno con la boca abierta. Nada menos que un grupo de jóvenes, nativos de cuna y comprendidos entre los 25 y 30 años, salvo excepciones, se declaraba "exilados culturales" arremetiendo -en el buen sentido de la palabra- contra las estructuras de acción que entonces dominaba la panorámica local. Se trataba pues de un hecho insólito y desde luego, pintoresco, aunque justificando la realidad de una inquietud juvenil que entonces tomaba cartas de participación y, como era lógico, exigía los medios oportunos para desarrollar ese interés colectivo por una superación en el terreno de la cultura.

Eran tiempos del recordado Eugenio Carbajal Martínez como alcalde de Mieres y heredero del primer edil democrático de la nueva era, Vital Alvarez-Buylla, con sus correspondientes equipos en los que, por supuesto, figuraba un concejal de Cultura. Sin embargo, los medios al alcance de la "casona" municipal no presentaban un nivel económico para grandes alegrías entre los distintos departamentos de la acción pública.

De todas formas, existía entonces una disponibilidad de espacio que daba salida a determinadas programaciones. Era la Obra Cultural de la Caja de Ahorros de Asturias -después Cajastur y ahora Liberbank- en la calle Jerónimo Ibrán. Allí cohabitaban un salón de actos y una galería de arte que daba salida a ciertas actividades de esa índole, principalmente las programadas por el Centro Cultural y Deportivo Mierense, la extraordinaria obra ideada y materializada por Luis Fernández Cabeza que, durante un largo periodo de tiempo cubrió, en gran parte, las carencias del área pública. Su herencia figura hoy en el saco, sino del olvido, de un recuerdo cada vez más lejano.

Por fortuna aquella salida drástica pero original de los "exilados culturales" tuvo sus efectos y en el Ayuntamiento, Eugenio Carbajal y sus colaboradores, tomaron nota, siendo concejal del área cultural Misael Fernández Porrón. Fue en 1988 cuando se puso en marcha la iniciativa de establecer las bases de un proyecto en el que se cimentara la obligatoriedad del órgano oficial, de mover hilos permanentemente, tanto para iniciar el camino de programaciones propias, como el de apoyar las ideas e iniciativas que los distintos grupos generacionales o sociedades afines, deseaban poner en práctica. Así fue como nació el embrión de lo que más tarde se establecería como Casa de Cultura, en las viejas instalaciones de la primitiva Escuela de Facultativos de Minas y Fábricas, en plena calle ya recuperada bajo la denominación de Manuel Llaneza, una de las arterias del corazón de Mieres.

Por supuesto que este proyecto exigió un largo periplo no exento de dificultades y de denso recorrido. Y es que muchas de sus expectativas dependían de la "generosidad" que pudiera emanar de otros altos estamentos ya a nivel autonómico, es decir, el área correspondiente del Principado de Asturias. Así fue como se ideó una reforma interior, sin grandes alardes, de las dependencias del histórico edificio que, como es lógico, al tener que albergar también la biblioteca pública, no pudo responder con garantía, ni a los deseos municipales ni tampoco a los de sus usuarios. Baste el detalle de que, el que podríamos llamar salón de actos, a la izquierda de la entrada principal, que entonces se había respetado desde la propia calle Manuel Llaneza, recogía, con demasiada fidelidad, toda clase de ruidos, sobre todo los ocasionados por la madera, desfigurando un tanto la esencia de los actos que allí se programaba y rompiendo su sintonía.

Pero la máquina de una renovación total con aprovechamiento de parte del solar no edificado hasta entonces, y un presupuesto lo suficientemente amplio para alcanzar objetivos que, si bien no se podían calificar de idílicos, sí abrían un horizonte de posibilidades de amplio espectro, estaba en marcha. Así nació en 2007 la actual Casa de Cultura "Teodoro Cuesta", hoy bajo la dirección de Ismael González Arias. Este edificio correspondió quizás al empeño del que más puso en la empresa, durante su mandato como alcalde, Misael Fernández Porrón, aunque no fuese él quien presidiese el acto inaugural, ya que este hecho se produjo durante al primer mandato de Luis María García.

Pese a que no se trata, ni mucho menos, de la gran conquista de un pueblo ya bateado por las embestidas de la decadencia minera, la Casa de Cultura presentaba una alternativa de disponibilidad de elementos respetable, con el conocido auditorio del que comenzó una programación periódica y desde luego intensa, tras el cierre de las instalaciones de la Obra Cultural de Caja de Asturias -precisamente ahora se comenta la posibilidad de un acuerdo entre la Fundación de la antigua caja asturiana y el Ayuntamiento para recuperar parte de esas dependencias-. La Casa de Cultura, junto con otros espacios presentables, siguen siendo insuficientes para cubrir las exigencias actuales de la población mierense, que desbordan el uso y disfrute de la nueva instalación, de la que ya se cumplió el cuarto de siglo de su apertura en aquella primera fase de utilización de la legendaria escuela de Capataces.

¿Qué podemos decir del momento actual de nuestros recordados "exilados culturales? Partiendo, una vez más, de la fidelidad del testimonio gráfico, vemos que Justo Braga, el que entonces hizo de portavoz, es hoy día director de uno de los espacios más atractivos de la televisión autonómica asturiana, después de un largo recorrido por varias redes radiofónicas de la región. José Luis Argüelles, a su izquierda, destaca como redactor de LA NUEVA ESPAÑA de Gijón, y experimentado articulista de su especial de cultura semanal, en las secciones de Pintura y Nueva Literatura. De Baristo Lorenzo sabemos, de buena tinta, que reside en Gijón y continúa los pasos de su inquebrantable inquietud con la publicación de poemas y el funcionamiento de su editorial. Pedro Losa, al lado de Justo Braga pero por la derecha, y Lisardo Menéndez, último de ese rol, siguen en su domicilio de Mieres -no hubo exilio físico- y continúan con su madurada y elogiada inquietud pictórica, cada uno con su estilo, formando hoy lo que podrían considerarse avanzadilla mierense de esta modalidad artística. Por último tenemos a Pablo Álvarez, al lado izquierdo de Lisardo, que figura en el cuadro de profesorado del instituto de bachillerato "El Batán", también de casa propia, después de ser uno de los artífices de la puesta en escena de la Tuna de Mieres, hoy de grato recuerdo.

Alguna voz se oye de que existió algún que otro "exilado cultural" adscrito al grupo. Pese a ello, por coherencia con lo plenamente certificado y determinado en el testimonio gráfico, debemos prescindir de ello. Valen disculpas.

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