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La mejor discoteca de la canción asturiana

Silvino Antuña reunió centenares de grabaciones de tonada de los artistas más importantes del género

Silvino Antuña Suárez ha sido una persona que se hizo respetar porque fue entrañable, agudo y socarrón. Hombre de singular personalidad: sencillo, afable y comunicativo, que conquistó un sólido prestigio como aficionado en nuestra tonada astur. Fue un archivo fonográfico y enciclopedia viviente de la asturianía. Su memoria guardó un índice de autores con innumerables discos de los mejores cantantes que en Asturias ha habido.

A principios del año 1963 fuimos testigos de una charla que mantuvo para el diario LA NUEVA ESPAÑA, que hoy coge rabiosa actualidad.

Le preguntaron sobre la discoteca de la canción asturiana, que se decía que era la mejor de España y he aquí su respuesta: "Bueno, yo diría que tengo la mejor del mundo. Pasan de cuatrocientos los discos que tengo reunidos en mi casa. Canciones de Xuacu el de Sama, de Cuchichi, de Juanín el de Mieres... hasta del gaiteru de Libardón del cual tengo unos doce".

La realidad era que pasan de centenares los discos que tiene reunidos en su casa. Quizás alcancen los mil: canciones de Xuacu el de Sama, de Cuchichi, de Juanín el de Mieres, del gaitero de Libardón. Arsenio Fernández, Fidel Díaz, Gerardo Orviz, Tarín, Agustín de Tiñana, Aníbal... Será sin duda el abecedario de la historia de la canción asturiana que Silvino ha guardado para Asturias. La realidad fue que Silvino hizo una labor de investigación, localización de discos y de trato con personas relacionadas con el cante asturiano para llegar a esta colección.

A la pregunta del estado de la canción asturiana en aquel año de 1963, Silvino, rotundo, señaló: "Ha ocurrido con ella como con otras cosas: los tiempos modernos la fueron postergando un tanto, pero no hay peligro que desaparezca. Es cierto que hoy se canta bastante menos que antes, pero no obstante, se pueden contar todavía con unos cincuenta interpretes de primera fila que la mantienen en alto. Y añado, que la canción asturiana no se ha protegido como era de esperar y muchas cortapisas para los nuevos valores."

¿Ha perdido la canción asturiana su sabor ancestral?. "No lo creo. Lo que ocurre es que la canción se va estilizando. En mi entender ha recorrido tres fases. Hasta el año 1910 era más bronca, menos matizada. Desde 1936 hasta hace bien poco ha ido adquiriendo más gusto y belleza. Actualmente parece ser que ha entrado en nuevo periodo, cuyos resultados empiezan a notarse. Yo desde luego, soy partidario de toda evolución, siempre que se conserve la esencia", dijo entonces.

"¿Qué condiciones se requiere para ser un buen cantante?", le preguntaban. Y respondía: " En primer lugar es imprescindible gozar de una buena voz; en la canción asturiana hay que exponer mucho: agudos, graves. Precisamente es el grado de voz el que logra impresionar a aquellas personas ajenas a nuestras costumbres. Después es necesario interpretar con exactitud, nada de arreglos, ni de creaciones propias, nada de estilos particulares. Después iban a un chigre, a probar, y ahí les decía lo que había que mejorar". Para Silvino el chigre fue siempre el escenario natural de la tonada ya que toda la vida se cantó en los chigres. De esta forma mantiene la pureza de la tonada a través de saber conservar las enseñanzas de los más viejos.

"Siento a Asturias con toda mi alma. Mi mayor satisfacción es el poder contribuir a que no se pierdan su valores tradicionales", indicaba.

Pero no solo tiene discos, sino que posee una extensa colección de fotografías a través de las cuales se puede contemplar y reconocer las caras de los cantantes más famosos que ha tenido Asturias. No duda nunca en la clasificación de interpretes de la canción asturiana y en su abecedario ordena generación por generación, colocando los nombres de los mejores cantantes asturianos:

En la generación más antigua: Xuacu el de Sama, Juanín el de Mieres, Vicente Miranda, Ángel González el Maragatu, Quin el Pescador, el Ferrolano, Botón y Cuchichi, Pepe el Pantoxu, Emilio Pumarón, Emilio Vaqueros, Eloy el Papu, Cartagena, Víctor Riera y Loredo. De la zona de Grado: el Polenchu, Angelín y Pepe Miranda; de Gijón: Eduardo Pérez, Guillermo Menéndez y Marino el Pichón.

Después vino otra generación, donde él agrupa a Fernando Cue, de Oviedo, José Morán, el Presi y Orestes, de Gijón, Arsenio Fernández, Pepe Requejo, Manuel Puente Hevia, Antonio Casares Barbón "el Rulero", Aníbal Menéndez Corujo, Román Prieto de Carabanzo, Fidel Díaz Gutiérrez, Gerardo Orviz Iglesias, Marcelino Fernández Tarín, Arturo García, Alfonso Llaneza, el Tordín, los Hermanos García Palicio, José Ramón Montes, Manolito González Zapico y Severino García. Dentro de las mujeres: La Busdonga, Josefina de Gijón, Amparo Menéndez de Mieres, Honorina García Zapico de Fuente las Roces, Amable Fueyo, Purificación Rivas la Pichona de Gijón, Diamantina Rodríguez, Obdulia González y Margarita Blanco.

Con esta base es lógico que Silvino Antuña se erigiera en una de las más importantes autoridades de nuestra tonada. Silvino era feliz descubriendo nuevas voces y que estas acudieran a su escuela para agrandar conocimientos. Lo que siempre desdeño fue la desaplicación, la ingratitud y sobre todo, la adulteración de la letra, de la pura esencia de la canción y su ajuste de estilo.

Silvino siempre sufrió el vicio de la belleza y de la autenticidad, ha rehuido la mediocridad y el impudor de los aprovechados. Opino que gracias a él se ha mantenido el modelo de la canción asturiana. Como ejemplo, la labor de Silvino Antuña ha de quedar de una manera perpetua. Puede resumirse la personalidad de Silvino en: "Vitalista irreductible y luz de la canción asturiana."

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