¿Cuál sería el maleficio o el monstruoso pecado que cometieron las mujeres, para que el mundo masculino las tenga tan discriminadas a lo largo de los siglos? Este negarse a reconocer los valores intrínsecos de las mujeres, este descomedido afán de acallarlas, esta sinrazón de utilizarlas como trampolín para obtener un reconocimiento absoluto de una situación, que sólo parcialmente a ellos les corresponde, exige una respuesta al grito de multitud de mujeres, que reclaman justicia social ante un mundo machista, que responde con una infranqueable muralla, que sólo contadas mujeres han conseguido traspasar para convertirse en la voz que reivindica la igualdad de derechos, sin distinción de sexos. Entre estas excepcionales mujeres tenemos que citar a Hildeblanda de Bingen, Isota Noguerola , Cristina de Pisán , Carmen de Burgos, Concepción Arenal, Clara Campoamor o Teresa de Calcuta.
El Día Internacional de la Mujer conmemora la lucha de la mujer por su participación en la sociedad en condiciones de igualdad con el hombre. La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró 1975 Año Internacional de la Mujer y dos años después invitó a todos los Estados a declarar el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer. El Día Internacional de la Mujer es un día para recordar y, también para reivindicar. Hoy tenemos que recordar la muerte de unas 140 mujeres trabajadoras, que fallecieron el 8 de marzo de 1857 en la fábrica textil Triangle Shirtwaist de Nueva York.
Querían unirse a una manifestación de unas 40.000 mujeres, en su mayoría costureras, que discurría por las calles de Nueva York para protestar por las míseras condiciones en que trabajaban; pero las trabajadoras de la fábrica, jóvenes en su mayoría, perecieron calcinadas en un incendio que se originó en la fábrica, y que se atribuyó al dueño como respuesta a la huelga.
Hoy tenemos que reclamar la eliminación de la violencia hacia las mujeres. No se trata de un problema familiar ni doméstico. Es una lacra social, que hace que palabras como democracia o libertad pierdan su efectividad. Los asesinatos, las violaciones o el maltrato físico son los efectos más extremos del machismo y la desigualdad; pero no son los únicos. También existe la violencia psicológica y la violencia laboral y salarial, que hace que una mujer cobre mucho menos que un hombre por hacer el mismo trabajo. Hoy, las mujeres pedimos una sociedad en igualdad real, en la que hombres y mujeres se responsabilicen de la vida familiar; y que reflexionemos sobre la educación que estamos dando a unos niños y niñas a los que desde bien pequeños les transmitimos ideas preconcebidas sobre cómo será su vida de mayores.
El Día Internacional de la Mujer también presta atención a los derechos de las mujeres del ámbito rural, que representan más de una cuarta parte de la población mundial y, que debido a las arraigadas desigualdades y discriminación por razones de género, están socialmente infravaloradas, y viven en peores condiciones que los hombres campesinos.
Con el "Ahora es el momento: Las activistas rurales y urbanas transforman la vida de las mujeres". Y bajo este lema, la celebración de 2018 se suma a un movimiento mundial por los derechos, la igualdad y la justicia de las mujeres. Dicho movimiento ha tomado la forma de marchas y campañas mundiales, incluidas las campañas Me Too y TimesUp en Estados Unidos y campañas homólogas en otros países, sobre temas que van desde el acoso sexual y el feminicidio hasta la igualdad de remuneración y, la representación política de las mujeres.
