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Dando la lata

Madre, hijo y zapatillas

Un debate familiar sobre la necesidad de una nueva compra

Hijo, necesito unas zapatillas de estar por casa. Vale, mamá, pero ¿no te sirven estas? Ah, no. Esas son las del hospital. ¿De qué hospital? Las de cuando vaya al hospital. ¿Y cuándo vas? Cuando sea, pero no puedo ir hecha una zarrapastrosa. De acuerdo, ¿y esas otras no te sirven? ¿Esas? Esas no puedo ponerlas. ¿Y eso? Son demasiado buenas. ¿Cómo? Si las pongo se gastan, y sería una pena porque son preciosas y comodísimas. Mamá, lamento comunicarte que no te entiendo. Hijo, lamento decirte que eres un poco corto. Estas zapatillas, las buenas, no se ponen y punto. Por eso necesito unas normalinas, que si se estropean no paso pena. Mamá, no es razonable sufrir por unas zapatillas, por buenas que sean. ¿Te digo yo qué corbata te tienes que poner? Sí. Pues eso, haz caso a tu madre y cómprame unas zapatillas baratas, azules y con florinas de colores. ¿Y si resulta que son demasiado bonitas y las metes en el armario con las otras y las del hospital? Zoquete, ya sabes qué clase de zapatillas son.

De acuerdo, me rindo, esta tarde salgo a por ellas. Pero, entre tanto, ¿qué tal si tiramos las viejas, que ya están todas cedidas? Aquí no se tira nada de nada. ¿Perdón? Que no se tiran, que aún valen. ¡Pero si ya no les queda ni la goma! Da igual, yo no las tiro, por si acaso. ¿Por si acaso qué? Pues mira, listo, son muy útiles para salir a la terraza a coger un poco de romero cuando el suelo está mojado. Así no se manchan las nuevas. Ni las del hospital, claro. Las del hospital, ni tocarlas, ¿me oyes? Total, que tenemos tres pares que no te valen, pero que sí te valen. Hijo, si me queréis, irse. Pero si todavía no comimos. Es verdad, pues irse después de comer y volverse con las zapatillas nuevas y baratinas para tu santa madre. Que para eso soy tu madre. Y que lo digas. El 39, ¿verdad?

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