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José Manuel Ibáñez

Interpretación variada

La diversidad de opinión y cómo se la toman algunas personas

Por regla general los que con mayor o menor asiduidad expresamos nuestras opiniones en estas páginas de LA NUEVA ESPAÑA, solemos estar en el punto de mira de algunos de los lectores. Todo ello con interpretaciones variadas bajo su particular punto de vista, y otras según sus intereses personales, e incluso sus afectos políticos.

Uno mismo se nutre para sus opiniones de lo que a diario observa en su entorno y no le gustan un pelo, o lo que seguramente resulta mejorable. El pueblo llano, que es el que habitualmente lo sufre todo, suele estar de acuerdo en la mayoría de los casos, y así te lo comentan a diario, e incluso con “reproches” de que te quedas corto en tus exposiciones.

Pero los responsables de organismos diversos, que en definitiva deberían ser los que prevengan, o solucionen lo que con razón se expone o demanda en las opiniones, no les suele gustar un pelo, dado que suelen considerarlo como negativo, e incluso censura personal, o mengua de su teórica valía.

Que duda cabe que les gusta más la lisonja fácil, el aplauso y palmadita en la espalda, pero de eso ya están bien servidos con su cuota personal de aduladores a la espera de réditos por ello.

El no pertenecer a ninguna organización, ni partido político, como es mi caso, no deja de ser un plus añadido para ratificar mi total independencia, ahí están las hemerotecas para comprobar que he dado palos, o algún parabién, a todos sin distingos de credos ni colores cuando creí que los merecían. Y no deja de hacerme cierta gracia que interesadamente me quieran etiquetar. Van dados. Por lo tanto, convencido estoy de que mis opiniones –creo que en coincidencia con muchos– simplemente ponen el dedo en llagas visibles, muchas ya ulceradas, o problemas que nos afectan a una buena mayoría que, obviamente, necesitan soluciones con urgencia.

Y los miopes interesados, palmeros, o sectarios… allá ellos.

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