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Ricardo Montoto

Dando la lata

Ricardo V. Montoto

Canas y ojeras

El cambio físico de quienes están en cargos de responsabilidad

¿Quién quiere ser presidente? Yo, no. Acabo de ver a Sánchez y es como si cada día le pasara un autobús por encima. El chavalote guapetón de andares como la pantera rosa se ha convertido, por obra y gracia de la presidencia del gobierno, en un tipo ojeroso y demacrado al que le brotan las canas a toda velocidad.

Recuerden a Obama, que entró en la Casa Blanca como el Sidney Poitier contemporáneo y ocho años después salió pareciéndose al abuelo de Heidi. Y la pinta de Trump daba más risa que otra cosa porque lo barnizaban a diario, que recién levantado debía asustar a Nosferatu.

Vale, será muy adictivo eso de mandar, pero el precio se lleva escrito en el rostro. Y cuando lo dejan rejuvenecen que da gusto. Rajoy está mejor ahora que el día que le dieron la patada; Zapatero, hasta por momentos llega a parecer humano; Felipe González, salvo porque no entra en las chaquetas, tiene un aspecto bastante más saludable que el día que cerró por fuera la puerta de la Moncloa; y Aznar sería la única nota discordante, pues ha pasado de raro a rarísimo.

Cómo olvidar el milagroso cambio de la vicepresidente Mª Teresa Fernández de la Vega, que estaba la pobre como una hoja de periódico del año pasado y tras su retirada de la política, en cuestión de semanas, reapareció tersa como la portada del Hola. Y todo de forma natural, según ella.

Yo, por mucho que insistan, paso de dejarme la vida en el empeño. Ya lo he comunicado a las formaciones políticas con posibilidades de gobernar. El único cargo que estaría dispuesto a asumir, porque ha quedado demostrado que es beneficioso para la salud, es el de reina de Inglaterra. También lo he puesto en conocimiento de la embajada británica, por si andan cortos de relevo.

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