Opinión

No estamos locos

La necesidad de inversión pública que doten de medios y profesionales al área de Salud Mental

A finales del año pasado se celebraban en Langreo unas jornadas sobre salud mental y suicidio. Todo un acierto, y una forma a su vez de dar visibilidad a un problema que deja unas cifras escandalosas en la comarca del Nalón, donde el índice de suicidios casi duplica a la media nacional. Pero más allá de cifras, lo que salta a la vista es que, aunque a las administraciones se les llene la boca con planes para mejorar la salud mental e incrementar la atención, la realidad es completamente distinta.

El que suscribe esto, además de periodista en este diario, también es presidente de la delegación del Caudal de Afesa, la asociación de Familiares y Personas con Enfermedad Mental de Asturias. Y ostento este cargo no como familiar, sino como un usuario que entró en la asociación después de haber sufrido –y seguir haciéndolo– recurrentes episodios de ansiedad generalizada o agorafobia, entre otros. Y como paciente de salud mental, además del apoyo que me brinda la asociación, la principal vía de atención que demando es la de la Seguridad Social.

Aquí está el problema. Al psiquiatra suelo acudir entre dos y tres veces al año: control de medicación, toma de decisiones sobre si aumentar o retirar... Plazos que se podrían dar como razonables toda vez que cada fármaco que se receta debe de tener su tiempo de adaptación y de funcionamiento.

Sin embargo, lo "gordo" llega con las consultas con el psicólogo, el profesional que se encarga de determinar una terapia para tu enfermedad y que debe ser el que siga más de cerca la evolución del paciente y el cumplimiento de pautas. Pues bien, la periodicidad en las consultas suele ser similar a la del psiquiatra, cuando no mayor. Esto no se puede tolerar.

Todos sabemos que el papel lo aguanta todo. Y los discursos políticos también. De nada vale llenarse la boca con planes de salud mental o con tuits de apoyo a tal o cual deportista o actor que ha revelado que se ha tenido que retirar temporalmente por problemas de salud mental. Anuncios por parte de estos pacientes con cierta notoriedad que, por otra parte, son muy positivos a la hora de visibilizar los problemas. Ricky Rubio, Simon Biles o más cerca, el oviedista Víctor Camarasa, contribuyen con su valentía a que se hable de esto. Pero insisto, de nada vale que los responsables políticos se deshagan en apoyos y elogios cuando luego un paciente tarda entre cuatro y seis meses en ver a un psicólogo de la Seguridad Social.

Porque la salud metal abarca mucho más que problemas de depresión o de ansiedad generalizada, que son seguramente los que padecemos la mayoría de la población, estemos o no diagnosticados. Trastornos de personalidad, bipolares, esquizofrenias, trastornos de la alimentación... Podríamos seguir con la lista hasta nunca acabar.

Siempre se habla del estigma de la persona diagnosticada con una enfermedad mental, y en el imaginario colectivo están los manicomios de antaño, las camisas de fuerza o las salas acolchadas. Nada más lejos de la realidad. Personas con enfermedades mentales las hay en cada esquina. Levante la cabeza del papel o la pantalla. Mire a su alrededor. Estoy seguro de que alguna las diez primeras personas que vea haya ido o necesite ir al psicólogo. Juego sobre seguro. Porque el pasado año, uno de cada cuatro asturianos visitó un profesional vinculado a la salud mental. Eso sí, o bien lo hizo por su cuenta en un profesional de la sanidad privada o de una asociación, o tuvo que esperar más de la cuenta para acudir por la Seguridad Social.

Voy a terminar haciendo referencia al acto celebrado en Langreo sobre el suicidio. Comentaban los responsables de las asociaciones que era necesario formar y prevenir. Aprender a detectar señales. Y es cierto, la sociedad también debe de poner de su parte para abrazar a aquellas personas que lo necesiten. Pero también las administraciones, especialmente a nivel regional y estatal, tienen que dar un paso al frente y poner los recursos necesarios, que a día de hoy no los hay. Como diría "Ketama", "no estamos locos, sabemos lo que queremos".

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