Opinión | Tribuna

Del derribo al centenario de la iglesia de Ujo

El templo actual fue construido en 1924 y conserva elementos esenciales de la antigua edificación románica

En la década de 1920, el concejo de Mieres lamentablemente perdió tres de sus antiguas iglesias más emblemáticas: la de Santa María Magdalena de la Rebollada, la de Santa Eulalia de Ujo y, finalmente, la parroquial de San Juan en la propia villa. No obstante, el año pasado, la asociación vecinal de La Rebollada conmemoró con gran emoción el centenario de su nueva iglesia y la construcción del depósito-fuente que abastece al pueblo.

Para celebrar este significativo hito, se llevaron a cabo diversos eventos, todos ellos marcados por la distinguida presencia del Padre Ángel, quien brindó su bendición a la comunidad. Como parte de estas festividades, se presentó con orgullo el libro titulado "La Rebollada, su historia y su iglesia", una obra que tuve el privilegio de elaborar con motivo de la conmemoración.

Este año, le toca celebrar su centenario a la localidad de Ujo, también perteneciente al concejo de Mieres. En este encantador rincón se erigía una pequeña iglesia románica que databa de los siglos XII-XIII, con una sola nave y orientación este-oeste, integrante del Camino de Santiago por Asturias.

Sobre la historia de la localidad y su iglesia, encontramos valiosas referencias en la obra "Asturias. Su historia y monumentos. Bellezas y recuerdos. Costumbres y tradiciones". La obra, dirigida por Octavio Bellmunt y Traver y Fermín Canella y Secades, destaca que "lo más notable de Ujo es su antiquísima iglesia, construida a finales del siglo XII o principios del XIII. Esta joya arquitectónica exhibe un selecto estilo románico, resplandeciendo especialmente en su hermosa y elegante portada. El arco toral presenta dobles columnas con primorosas labores y un follaje admirablemente cincelados. Aunque la espadaña es de factura más reciente, el ábside y la piedra del altar son primitivos y han sido preservados de manera admirable".

Cuando se proyectó el transporte del carbón desde el concejo de Aller a la estación de ferrocarril de vía ancha en Ujo, se temió por la existencia del viejo templo. No obstante, al final se respetó su integridad, ya que la empresa del marqués de Comillas evitó su trazado. La confirmación de esta decisión llegó durante una sesión que tuvo lugar a principios de enero de 1884 en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid. En dicha sesión, se leyó un escrito de la Comisión de Monumentos de Oviedo sobre la conservación de la iglesia parroquial de Ujo, en Mieres. Según el documento, "este antiguo y hermoso templo no corre ningún peligro con el ferrocarril minero de la empresa López, que solo ocupará una parte pequeña de la casa rectoral".

Con el paso de los años y, especialmente, durante el segundo decenio del siglo pasado, la población del pueblo de Ujo experimentó un notable crecimiento debido al auge minero y a la importancia de su estación ferroviaria como centro de transporte para Asturias. Fue en este período que se inició la electrificación del tramo del Pajares. El aumento demográfico hizo que la vieja iglesia se volviera insuficiente para el culto, llevando a los vecinos a decidir la construcción de una nueva iglesia en 1922. Ante el proyecto de ampliación, se optó por la demolición de la histórica iglesia románica y la construcción de una nueva con orientación norte-sur.

Lo curioso es que, al edificar la nueva iglesia, se aprovecharon tres elementos constructivos de la antigua iglesia. El más importante es el antiguo ábside, ahora una capilla lateral en la fachada este del nuevo templo. También se reaprovechó la portada, orientándola hacia el norte, conservando los grupos escultóricos originales. Finalmente, se utilizó la decoración del arco, reubicada sobre el actual ábside.

El principal impulsor de la obra de la iglesia de Santa Eulalia fue el cura regente don Francisco Martínez Álvarez. Gracias a las limosnas que él mismo recaudó al recorrer las principales villas de Asturias, junto con las contribuciones de los feligreses de Ujo, que aportaron 34.000 pesetas; el Obispado, con 3.000, y la Sociedad Hullera Española contribuyó con 70.000 pesetas, aportando, además, mano de obra para la ejecución de la obra. También participaron Santiago López, marqués de Casa Quijano y gerente de dicha sociedad, así como la Junta parroquial de Ujo, encabezada por Marcelino Rubiera, director de las Minas de Aller, y José F. Tresguerres, vicepresidente, entre otros.

La empresa encargada de la demolición y ejecución de las obras fue Construcciones Luis Olasagasti, de San Sebastián, cuyo delegado en Asturias era Miguel Acucharro. Esta compañía, colaboradora habitual de Hullera Española, cedió gratuitamente sus recursos humanos y técnicos para la construcción de la iglesia de Ujo. La dirección y planos del edificio fueron fruto de la colaboración entre el arquitecto Julio Galán Carvajal y el comandante de Ingenieros Luis Sierra, quienes renunciaron a sus honorarios y adaptaron el proyecto a las limitaciones económicas de la época.

Aunque aún no se habían finalizado las obras, "La Gazeta de Madrid", en junio de 1923, declaró monumento arquitectónico-artístico el fresco, el arco toral y demás restos románicos unidos a la iglesia de Ujo. Esta distinción, única en Mieres, reconoció su valor histórico y cultural, proporcionándole una protección legal. La nueva iglesia se inauguró provisionalmente en marzo de 1924, sin estar completamente terminada.

Con el paso del tiempo, la empresa ferroviaria Renfe y la construcción de la vía conocida como la Maquinilla de la Hullera Española, que pasaba junto a la iglesia, alteraron el entorno. Este cambio elevó el nivel del suelo dos metros por encima del piso de la iglesia, generando problemas como humedades, vibraciones y ruido en el centenario templo. Actualmente, Ujo es conocida por su iglesia, aunque solo conserva algunos elementos románicos, adaptándose a los cambios del siglo pasado.

En conclusión, es de suponer que, a lo largo del año, los residentes de Ujo y el Ayuntamiento de Mieres organizarán eventos conmemorativos del centenario y rendirán homenaje a aquellos ciudadanos que contribuyeron a preservar parte de la primitiva iglesia. En este contexto, tanto Ujo como La Rebollada destacan por contar con dos destacados sacerdotes: el padre Luis Cuervo y el padre Ángel. Aunque la fama del padre Ángel trasciende fronteras y sus méritos son reconocidos a nivel internacional, no debemos pasar por alto los logros de don Luis, que, aunque más localizados en su parroquia, merecen el reconocimiento tanto de sus feligreses como del resto de la comunidad mierense.

En la actualidad, don Luis se ha convertido en una figura crucial para el resurgimiento del Camino del Salvador a su paso por las Cuencas. Su compromiso se manifiesta de manera tangible al mantener la iglesia de Ujo siempre abierta, convirtiéndola en un lugar de visita obligada para los caminantes. Este gesto sencillo pero significativo contribuye a consolidar a Ujo como un punto destacado en la ruta, siendo don Luis el guía perfecto para aquellos peregrinos que desean conocer más sobre este importante hito.

Como anécdota, comentaremos que don Luis es el último capellán de la empresa minera llamada Hullera Española, compañía que sería integrada en Hunosa. Esta nueva empresa pública se constituyó en 1967 con la unión de varias compañías mineras dedicadas a la extracción de carbón en Asturias. Antiguamente, todas las grandes empresas contaban con un capellán y hoy don Luis es el único sacerdote superviviente de una época dorada en Asturias. Por ello, representa la historia y la fe de muchos trabajadores de la minería asturiana.

Es innegable que su labor de difusión y conservación del patrimonio cultural y religioso de la zona merece un reconocimiento especial. En virtud de su contribución excepcional, modestamente desde esta página, se podría sugerir la consideración de don Luis Cuervo para el premio "Mierense del año". Su incansable labor y dedicación a la divulgación de la riqueza cultural y religiosa de la región no solo benefician a su parroquia, sino que también enriquecen la experiencia de aquellos que transitan por el Camino del Salvador en las Cuencas.

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