La incursión de Elia Barceló en el "cozy crime"

La narradora regresa a su ficticia Santa Rita en "Amores que matan"

Cultura - Libros

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Alejandro M. Gallo

Decíamos en estas páginas, respecto a las novelas de Richard Osman, que el género negro se ha vuelto omnívoro porque es capaz de absorber a todos los demás; de ahí la necesidad de crear subgéneros para un estudio riguroso. Así, desde su nacimiento con Edgar Allan Poe podemos indicar que la primera escisión se produjo en el periodo de entreguerras entre género detectivesco o enigma, con el hard-boiled de Raymond Chandler, Jim Thompson y Dashiell Hammett. Luego aparecería más variantes, producto de su entrecruzamiento con las identidades territoriales de cada nación, la historia, la crónica negra o la novela romántica, la de aventuras, espionaje o cualquier otra.

Actualmente, se han potenciado el true crime, recreación novelada de un crimen real, y el cozy crime, como referencia a una trama ligera, de "asesinatos amables", en localidades pequeñas y cerradas. Este último lo popularizó Agatha Christie en el bucólico pueblo de St. Mary Mead, donde Miss Marple resolvía crímenes. Luego se difundió con la serie "Se ha escrito un crimen", protagonizada por Angela Lansbury en el pueblo ficticio de Cabot Cove situado en el estado norteamericano de Maine.

El cozy crime es un subgénero con arraigo literario en todo el mundo, pero en España solo ha ganado adeptos en los últimos tiempos, hasta el punto de tener en el mercado interesantes trabajos como el de la filóloga hispanista Isabel Lizarra, "Los casos de Clara Campoamor" (2022). Ahora, Elia Barceló –una de las escritora en lengua castellana más representativas de la ciencia ficción internacional– ha aceptado el reto y ha construido Santa Rita, un pueblecito ficticio entre Elche y Benalfaro, a semejanza de St. Mary Mead o Cabot Cove, donde ubica las aventuras de sus entrañables personajes. Santa Rica era un elegante balneario de talasoterapia del siglo XIX, que más tarde se convirtió en un sanatorio para el tratamiento de enfermedades mentales, donde las familias de la alta burguesía encerraban a sus díscolas mujeres. Esa es la razón de que en los alrededores se denomine a la urbanización "La casa de las locas". Un lugar heredado por Sofía O’Rourke, insigne y millonaria escritora de novelas policíacas y románticas de 93 años, que lo ha transformado en una comunidad rodeada de jardines, palmeras y buganvillas frente al mar, donde conviven cuarenta personas de edades y profesiones diferentes.

En ese escenario nació la primera de las novelas de la saga, "Muerte en Santa Rita", donde Moncho Riquelme, un viejo conocido de O’Rourke, llega a la comunidad para aparecer muerto a los pocos días en la alberca de riego. En ese momento, Robles, comisario jubilado, y Greta, sobrina de Sofía, se involucran en una investigación en la que todos los habitantes de la comunidad parecen sospechosos.

Ahora ha llegado a las librerías la segunda, "Amores que matan", en la que Barceló mantiene sus denominadores comunes: primero, las mujeres fuertes, capaces de romper con sus vidas si la felicidad no las acompaña; segundo, el amor como motor del mundo; tercero, la memoria, como el pasado que nos ha construido el hoy y a nosotros; y cuarto, la muerte, como exaltación de la vida. En Santa Rita se encuentra Robles, comisario jubilado al que le sobra el tiempo, y Lola Galindo, una mujer del siglo XXI, inspectora de policía y pragmática. Ambos emprenderán dos investigaciones: la primera será la identificación de los restos óseos de un recién nacido emparedado al lado de unas pinturas que parecen ser de Marianne von Werefkin, Alexei Jawlensky, Vasili Kandinsky y Gabriele Münter; las segunda, la investigación del asesinato del suizo Marco Heyni, perito que acude a examinar y certificar la autoría de los lienzos. Aunque no sea muy ortodoxo, los investigadores en sus tramas utilizan el sesgo cui bono para resolver el enigma, en la variante utilizada por Séneca en "Medea", del cui prodest scelus, is fecit. Además, la autora cruza el periodo de entreguerras del siglo pasado con la actualidad, para comparar y analizar dos momentos históricos sobre las relaciones de pareja y la culpabilidad femenina producto de la educación judeocristiana. Si la primera novela de la saga fue un homenaje a Agatha Christie, esta segunda lo es a "Colombo", la serie televisiva protagonizada por Peter Falk.

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Elia Barceló 

Amores que matan

Rocaeditorial, 364 páginas, 22,90 euros

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