El desconocido enigma de la piedra de Rosetta que cambia el estudio de la Antigüedad

Las escrituras de esta roca permitieron el desarrollo de la Egiptología tal y como la conocemos.

Así es como la piedra de Rosetta cambió el estudio de la Antigüedad

Así es como la piedra de Rosetta cambió el estudio de la Antigüedad

Daniel Coro Quirós

La civilización egipcia es uno de los temas de estudio que más interés suscitan debido a que, pese a ser una de las sociedades más remotas, su estudio es relativamente joven. Es por este motivo que la Arqueología está realizando constantemente nuevos hallazgos en la civilización del Nilo.

Los jeroglíficos escritos en las principales obras arquitectónicas permiten a los investigadores conocer los principales hitos de la historia egipcia, que hace poco más de 200 años, era todo un misterio. Sin embargo, la capacidad de traducirlos se debe a la famosa Piedra de Rosetta.

Esta piedra data del 196 a.c y su mayor característica es que está escrita en tres sistemas de escritura diferentes: griego antigüo, jeroglíficos y demótico. En ella, se refleja un acuerdo entre Ptolomeo V y unos sacerdotes. Sin embargo, esta piedra no sería recuperada hasta finales del siglo XVIII, en una de las expediciones de Napoleón por Egipto.

De este modo, se distribuirían copias manuscritas de las inscripciones para su estudio. El conocimiento del griego clásico permitía su lectura únicamente en la lengua helénica. Sin embargo, los estudiosos no sabían si los jeroglíficos representaban conceptos, ideas o letras del alfabeto.

Fue veinte años después cuando Jean François Champollion presentó en una conferencia un sistema de traducción tras el estudio de dicha piedra. Para su hallazgo, se valió del estudio previo de otros egiptólogos como Thomas Young, que habían descubierto que los nombres propios aparecían dentro de una especie de esferas u óvalos.

Además, contaba con ciertas nociones de la lengua copta, que le permitió relacionar palabras. Esto se debe a que, aunque el copto se escribe con un alfabeto derivado del griego, es una lengua egipcia tardía, por lo que sus sonidos están relacionados entre sí. También comparte ciertas estructuras sintácticas, lo cual le facilitó

De este modo, se topó con un nombre que, al estar envuelto en un óvalo, debía ser el de un faraón. Pudo reconocer que los signos finales de la palabra sonaban como "ms-ss" y, al ver que el primer dibujo era una especie de sol, recordó que en copto se dice "re", por lo que la pronunciación de este nombre sería algo similar a "remsss", resultando en Ramsés, el conocido faraón egipcio.

De este modo, logró crear una lista de equivalencias, en la que atribuye una relación de sonidos y palabras a los símbolos que logró descifrar. Esta propuesta era toda una innovación para la época dado que no existía una tradición en la Traducción de textos, como sí sucedía con otras lenguas como el Latín o el Griego.

Este importante hallazgo permitió comenzar a estudiar el Antiguo Egipto a través de más inscripciones, favoreciendo a un importante desarrollo de la Egiptología y permitiendo leer manuscritos realizados por una de las civilizaciones más antiguas. Los avances de Champollion fueron importantes, aunque no resolvieron del todo el problema al que se enfrentaban los egiptólogos, pero sí ayudó a sentar las bases de los estudios posteriores.