Gijón, Nacho AZPARREN

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La semana de despedidas en Mareo terminó con el más rojiblanco de todos los que se van. Sus años en el equipo y su origen gijonés sirven como defensa de esta teoría. Pedro Santa Cecilia (Gijón, 1984) supo desde pequeño que quería ser futbolista y desde entonces sólo ha soñado con los colores rojiblancos. Así lo expresó en un breve comunicado que leyó ante los medios a modo de despedida. «Lo más importantes es que he aprendido a perder y a ganar. Por todo esto, el momento se me hace difícil. Por lo bueno, por lo malo y por aquello que me hizo sufrir y que ni merece mi recuerdo», recordaba Pedro en unas de las líneas más sentidas de su epístola.

El interior recordó con emoción sus primeros recuerdos en El Molinón cuando, con tan solo cuatro años, logró hacerse una fotografía con su ídolo, Eloy. Años más tarde, sería con el propio Eloy con el que firmara su primer contrato como sportinguista. Pedro no quiso olvidarse de ninguno de los que han hecho posible su sueño: «Quini, un ídolo para mí y mi familia; Emilio de Dios y todos los entrenadores, todos, en especial Manolo Preciado, que me dio la más grande de las oportunidades, y muy especialmente, unos compañeros excelentes: los que están y los que se fueron, con los que la convivencia fue siempre maravillosa. Me ayudaron a vivir con alegría esta experiencia».

El gijonés dejó un recuerdo especial para el preparador físico del equipo Gerardo Ruiz, «mi único preparador físico, con el único que lo he vivido todo». Pedro dice adiós, pero dejará en el recuerdo su contribución al ansiado ascenso. Eso no se lo quita nadie.