La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

En Palma no se habla del Sporting

El club balear vive inmerso en una grave crisis institucional y económica

Los primeros cascotes en la demolición del emblemático estadio Luis Sitjar iniciada ayer con varios años de demora, son una extraña metáfora de la situación en la que se encuentra el RCD Mallorca. Con los matices oportunos, el Mallorca de hoy es el Sporting de hace unos años. Lastrado por una monumental deuda (en torno a 80 millones de euros antes del concurso que quedaron en 35 tras la quita), con una incertidumbre accionarial y una ampliación de capital que se plantea como una guerra por la conquista del club. De lo que menos se habla estos días en Palma, es del Sporting.

El mayor accionista del club balear sigue siendo Serra Ferrer que controla un 49% de las acciones y que estos días podría haber recibido una oferta para entrenar al Betis. Ferrer, sin embargo, ha quedado en minoría por la alianza del empresario alemán Utz Claassens (45% de la SAD) y Biel Cerdá, quien se ha convertido en el presidente del club controlando únicamente el 5,4% de las acciones. Se trata en realidad, de un presidente administrativo, que hace tiempo que no acude al palco de Son Moix, ni viaja con el equipo, ni lo representa en acto alguno. El rechazo social es total.

El Mallorca afronta ahora una ampliación de capital por valor de 2 millones de euros que se puede convertir en una batalla por el control del club. Claassens ha confirmado que se acudirá a ella. Queda la duda de Serra Ferrer.

La única buena noticia para la afición bermellona es que el club parece estar tomándose en serio los pagos del convenio de acreedores, aún a costa de no atender en ciertas ocasiones las nóminas de los trabajadores.

Otro frente abierto, que golpea directamente al sentimiento bermellón, es el derribo del mítico estadio Luis Sitjar, aprobado hace décadas e iniciado ayer, cuando los técnicos entraron por fin al interior del campo para tomar las pertinentes mediciones. El motivo de este retraso es que el derrumbe del estadio tiene un coste estimado de 1,6 millones de euros y el Sitjar es un campo en multipropiedad. El Mallorca es propietario de un tercio del campo, pero el resto pertenece a los pequeños accionistas (más de 600 en total). Fue muy complicado llegar a acuerdos satisfactorios. La afición del Mallorca nunca se ha acomodado a Son Moix un campo lejano y frío, mientras el céntrico Sitjar seguía en pie como un símbolo lleno de ratas.

Compartir el artículo

stats