La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El Lugo dominó tras el descanso y logró meterse en el partido

Arriba, Hugo Fraile cae derribado por un rival. Sobre estas líneas, un cabezazo de Bernardo. LOF

Como sucede en cada visita al Ángel Carro, el sportinguismo comentaba sorprendido la alineación de Abelardo. El Lugo, rara avis en esta categoría, es un equipo suficientemente singular, para justificar pequeñas revoluciones en la alineación, que históricamente le han salido bien al Sporting. La defensa de tres de Sandoval, la inesperada aparición de Sergio y el encuentro de ayer.

Abelardo volvió a encarrilar la victoria con un planteamiento cortado y diseñado a la medida del Lugo, como un traje sastre de la mejor calidad. Había que trabar la creación de Seoane y Pita, uno de los grandes centrocampista del fútbol de plata, que acabó desesperado. Setién, sorprendido de inicio, se rehízo al descanso.

Una picardía de Luis Hernández, que le robó la cartera a José Juan sobre la línea de fondo, debió convertirse en el primer gol. Al lateral le faltó instinto asesino y buscó un compañero que rematase la faena. La cosa se fue complicando hasta que Isma disparó fuera. No tuvo tiempo de lamentarse el Sporting, porque Jony arrancó la moto de inmediato, exploró el carril derecho y tras desarbolar a su rival, asistió a Guerrero. Fue una tarde feliz para ambos. Poco después, Álex Menéndez puso un centro al segundo palo, donde Bernardo seguía flotando tras una falta anterior. El colombiano descolgó la pelota para que Guerrero firmase un doblete que desató la locura en el fondo rojiblanco, cuya estructura metálica sufrió ayer un severo test de calidad.

La cosa se torció tras el descanso. En parte porque Ocón Arráiz metió mano. Primero al bolso, para sacar cinco amarillas a los rojiblancos en un partido de guante blanco, y luego al silbato para anular un gol que pareció legal de Isma López, porque el balón le llegó tras el toque de un defensa, y más tarde para señalar un penalti más que discutible.

Era el momento de Cuéllar y el extremeño se vino arriba. Aguantó mucho más de lo razonable antes de vencerse a un lado y logró detener el lanzamiento del especialista Manu. Parecía que amainaba, pero el Lugo no cedió. Sus acometidas empezaron a ajustarse a los palos y Pablo Caballero fue ganando su espacio en el área, hasta que un desafortunado despeje de Álex Menéndez se convirtió en la mejor asistencia para el delantero argentino.

El Lugo entró en el partido con la sutileza de un huracán y quiso empatar a la tremenda. Fue Bernardo quien se agigantó para rechazar cada acometida y proteger una victoria de esas que marcan el resto de la temporada. Tan sólo Las Palmas pierde el paso en el vertiginoso ritmo de carrera. Resiste el Girona, pero el Sporting continúa al acecho. Quedan cinco finales, de las que tres se jugarán en El Molinón. El sueño está más vivo que nunca.

Compartir el artículo

stats