Aunque ahora suene a historia lejana, muy lejana, desde el inicio del siglo XXI el Sporting y el Oviedo han estado varias veces más para allá que para acá. El "véndovos" Mareo de Juan Arango a la alcaldesa de Gijón en 2001, o la extremaunción de Gabino de Lorenzo al club azul en 2003 fueron dos de los momentos más extremos en la vida de unos clubes que trascienden lo deportivo. Está bien recordar estos episodios ahora que ambas ciudades viven una luna de miel con sus equipos. Hace apenas dos semanas, casi 60.000 asturianos demostraron, llenando las gradas del Tartiere y El Molinón, que nada como el fútbol para movilizar a la gente. El Oviedo ha regresado a categoría profesional respaldado por el dinero de uno de los grupos empresariales más importantes del mundo. El Sporting vuelve a asomarse a la Primera División sin un euro, pero con un puñado de chavales de la casa que son oro puro.

Son dos maneras de llamar a la puerta del Paraíso a partir de un tesoro común: unas aficiones imbatibles, que se rebelan como nadie contra la adversidad y también empujan cuando el viento sopla a favor. Sobre esa base, con una pizca de casualidad y quizá algo de suerte, puede aparecer un inversor que inyecte el dinero suficiente para dar consistencia a los sueños. Así ocurrió con la llegada de Carlos Slim al Oviedo hace dos años y estuvo a punto de suceder meses atrás con el Sporting, aunque en este caso siempre en un clima de secretismo y, al final, informalidad.

No es casualidad que el Oviedo haya conseguido ahora, doce años después de su caída a los infiernos, la fórmula para volver a la segunda planta del edificio del fútbol profesional español. Gracias a la chequera de Carlos Slim llegaron futbolistas que podrían estar jugando tranquilamente en Segunda División. Con la calidad llegaron los resultados, con los triunfos se tranquilizó un entorno a menudo endemoniado y, todos a una, en Cádiz se puso punto y final a una de las etapas más negras del club azul.

Tampoco es tan excepcional la temporada del Sporting. Los mejores momentos del club han llegado con equipos basados en jugadores de la casa, entre ellos algunos nombres que acabaron haciendo historia en el fútbol español. De la necesidad, o de la imposibilidad reglamentaria de traer futbolistas de fuera, se ha hecho virtud, hasta el punto de que resulta difícil encontrar otro momento de tanta comunión entre una plantilla y una afición.

La efervescencia que se vive en los últimos meses en Oviedo y Gijón, en realidad entre todos los asturianos que se sienten identificados con unos u otros colores, también puede tener explicaciones más allá de lo futbolístico. "El Sporting y el Oviedo ofrecen un horizonte de ilusión que, en estos momentos, no aportan la política ni la economía", apunta Marino Pérez, catedrático de la Facultad de Piscología de la Universidad de Oviedo y futbolero de toda la vida.

"La gente tiene algo a lo que agarrarse que es muy real, que forma parte de su vida cotidiana". añade Pérez, al que le gusta observar sobre el terreno un fenómeno que no entiende que trasicende a los aficionados: "Muchas personas que no van al campo, ni lo ven por televisión, se sienten idenficadas con el equipo de su ciudad, partícipes de sus alegrías y tristezas". Por eso, un ascenso dispara la autoestima colectiva.

En esa línea, Marino Pérez recalca que "tanto los vecinos de Oviedo como los de Gijón estamos acostumbrados a recibir elogios de los visitantes y somos conscientes de que vivimos en ciudades admirables, de Primera División". Aunque el corazón futbolístico de este catedrático de Psicología es azulgrana, por el Barça, ha seguido muy de cerca la temporada de los dos grandes clubes asturianos. "El caso del Sporting, con un equipo muy joven, de la cantera, y un entrenador de la casa, anima a la identificación. Y tiene más mérito por su grave crisis económica".

"En el Oviedo", añade Pérez, "hay una directiva que se ha puesto a trabajar, que es seria, que no está en la farándula de los medios. Por eso la gente la reconoce como seria y honesta, y ha logrado atraer a uno de los hombres más ricos del mundo. Le añades la fuerza que tiene el fútbol y la estrategia en internet y la transmisión es casi como un virus, imparable".

Marino Pérez va más allá y, en contra de muchas opiniones, considera que el fútbol se merece los privilegios que tiene en Asturias y en España: "Eso no es gratuito. El fútbol no es un deporte cualquiera. Es el más popular y, quizá, el único que interesa incluso a los que no van a los campos".