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El recogepelotas perfecto

Treinta niños reciben clases para ser asistentes en los partidos, como empezó Nadal: pies separados, manos en la espalda, no devolver la misma pelota con la que se perdió y no opinar sobre el duelo

El recogepelotas perfecto

Huir del instinto de coger una pelota antes de que bote para que el punto valga, no dar ninguna opinión sobre el partido o no dar la misma pelota con la que un tenista acaba de perder. Son algunas de las normas recogidas en el catálogo del recogepelotas perfecto. No es una tarea sencilla. Que se lo digan a los 30 niños y niñas de distintos clubes de Asturias que, ayer, participaron en uno de los cursos impartidos en el Club de Tenis de Oviedo de cara a la próxima Ontier Cup, que se celebrará la primera semana de septiembre.

Así, de recogepelotas, empezaron muchos de los grandes tenistas del momento. Por ejemplo Rafael Nadal, actual número uno del mundo, que hoy busca una plaza en semifinales de Wimbledon. El del tenista balear es el mejor ejemplo para ellos. "Queremos dar protagonismo a los niños después de los jugadores", comenta Pablo Cabrero, el encargado de este curso de formación y entrenador del Club de Tenis de la capital.

Marina Cabalonis tiene 12 años y un sueño: ser tenista. Marina era ayer una de las capitanas de los grupos de recogepelotas que participaron en las finales del campeonato de Asturias, celebradas ayer. Se encargaba de distribuir las posiciones de sus compañeros, a los que elogiaba: "Nos llevamos todos muy bien". También estaba por allí María Afonso (13 años), otra de las veteranas que ya había estado hace un año y que opinaba en la misma línea: "Está bien el grupo, tengo compañeros y amigos del año pasado y lo pasamos bien", relataba Marina.

Bajo la atenta mirada de Pablo Cabrero, que aplaudía tanto o más los aciertos de sus pupilos que los puntos de los finalistas, la sincronización de los recogepelotas fue total. Todos los que están en pista funcionaron como una máquina perfectamente engrasada, como así predica la primera regla de oro del "Manual del recogepelotas", que todos ellos han tenido que estudiarse a conciencia.

El momento de mayor nervisiosimo se vivió tras los primeros cinco juegos de la final femenino, en el primer cambio de recogepelotas. Cabalonis recordaba a sus compañeros el lugar que tendría cada uno en la pista mientras las ganas de entrar corriendo y pisar la tierra batida podía a más de uno, que se amontonaban sobre la puerta.

A diferencia de en otros deportes, en el tenis la labor del recogepelotas es continuo, el movimiento de pelotas es constante y siempre en el menor tiempo posible para no molestar a los tenistas ni cortarles el ritmo de juego. Esta es una de las dificultades que ha visto Afonso, que es consciente que no se puede despistar, aunque siempre esté atenta a los deportistas para intentar aprender alguna cosa nueva: "Lo más difícil es coordinarse, porque a la vez que estás viendo a los jugadores porque estás ahí para aprender de ellos, tienes que estar atento para ver si te pasan pelotas de tu compañero de red o si necesitan toalla o que les ayudes en algo".

Estos jóvenes tenistas están poniendo toda su ilusión en esta oportunidad, incluso con el calor que soportaron ayer. Quién sabe si alguno de ellos pasará de maravillarse con los mayores a ser ellos los admirados; de ser los actores secundarios en las finales de otros, a protagonistas de ellas.

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