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Una semana de pasada

El Madrid sí paga a traidores

La semana se cerró con la crónica de una muerte deportiva largamente anunciada. Conociendo a Florentino Pérez y al entorno del madridismo sería un milagro que Julen Lopetegui sobreviviera al 5-1 de ayer en el Camp Nou. El técnico vasco no es más culpable que la mayoría de sus jugadores del resultado de ayer, ni de otros que le han condenado en apenas dos meses de competición. Si acaso, su gran error fue no levantar la voz cuando el club le entregó una plantilla claramente inferior a la que disfrutó Zinedine Zidane. A Lopetegui le pudo el ansia por entrenar al Madrid, provocando unos daños colaterales que afectaron primero a la selección, después al Madrid y, finalmente, a él mismo. Florentino Pérez pagó generosamente la traición de Lopetegui a Luis Rubiales, al que dejó con el culo al aire dos días antes de empezar el Mundial de Rusia y apenas un mes después de ampliarle su contrato con la federación por dos años. Hay algo de justicia poética, o simplemente futbolística, en el esplendor y caída de Julen Lopetegui, que difícilmente se recuperará de este golpe. El vasco había encajado como un guante en una selección que pedía a gritos un técnico tan metódico y entregado como él. Salió con mal pie y, pese a los enormes esfuerzos de la "central lechera" por darle bombo y platillo, entró como un cualquiera en el Madrid. Eso sí, se marchará forrado de billetes porque Florentino, cuando se trata de entrenadores, no repara en gastos.

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