La cuesta abajo del fútbol brasileño y argentino -con casi todas sus figuras repartidas por los países económicamente más fuertes- ha devaluado el Mundial de clubes hasta el punto de convertirlo en un trámite para los representantes europeos. Desde el mismo momento en que se conoce el ganador de la Liga de Campeones podría empezar a grabarse su nombre en el trofeo del Mundialito. Ese es el gran mérito del Madrid, dominador de la competición más prestigiosa en los últimos años. Gracias a ella ha engordado su palmarés intercontinental con relativa facilidad, pero seguro que sería el primer interesado en darle una vuelta a la competición.