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A la sombra de El Molinón | Los gijoneses que jugaron en el Sporting

El anuncio que cambió la vida de Ansuriza

El extremo llegó al Sporting tras ver en el periódico que el club buscaba jugadores para el juvenil

Juan Ansuriza posa con una bufanda y una camiseta rojiblancas. Juan Plaza

Un anuncio en la prensa local fue lo que hizo llegar a Juan Francisco Ansuriza Fernández (Gijón, 3-9-1941) al Sporting. “Vimos en el periódico que buscaban jugadores para formar un equipo juvenil, y nos apuntamos”, recuerda ahora el que fuera extremo izquierdo del club gijonés. Así, junto a un grupo de compañeros del colegio Inmaculada de Gijón decidieron presentarse a las pruebas. “Nos cogieron a unos cuantos”, enfatiza el exrojiblanco.

Hasta entonces, Ansuriza no había jugado al fútbol en ningún equipo. “Jugábamos en los campos del colegio, entre amigos, pero aquello más que partidos de fútbol parecían batallas”, rememora con gracia. “Jugábamos 50 contra 50 y se metían hasta los curas con la sotana”. Su deporte, por entonces, era el baloncesto. “Eran otros tiempos, ahora los chavales van a torneos internacionales con el colegio y nuestro viaje más lejano era a El Natahoyo”, explica el veterano exfutbolista.

Aquel juvenil recogió el testigo del que habían formado años atrás jugadores como Biempica. “Desapareció muchos años, hasta que la federación obligó a volver a formarlo”, incide Ansuriza. “Se presentaron cientos de chavales de toda Asturias y yo fui uno de los elegidos”. El porqué se explica en las cualidades del futbolista que, aunque diestro, jugaba pegado a la banda izquierda. “Le pegaba bien con las dos piernas, driblaba bien y lento no era”, resume Ansuriza.

Tras el juvenil, dio el salto al Deportivo Gijonés, filial sportinguista, donde jugó un puñado de partidos hasta debutar con el primer equipo. Fue en Sabadell, en un encuentro que le dejó a Ansuriza una huella imborrable. “Al comenzar el partido, se me acercó un veterano del equipo contrario y me dijo: ‘Como te muevas, te mato’”, le dijo con afán de intimidarle y ponerle nervioso. “Menos mal que mi compañero Pellicer, que era mayor, lo escuchó y vino a defenderme”. Aquella fue “una época mala para el Sporting”, con el club en Segunda División, donde “no quedábamos muy bien”, y pasando apuros económicos. “No había ni una peseta”, sentencia Ansuriza, “yo recuerdo aquella época con felicidad, pero los veteranos no tanto, porque les pagaban mal y tarde”. Una situación que cambió con el cambio en la presidencia y la llegada de Víctor Manuel Felgueroso al mando. “No sé cómo lo hizo, pero pagó a todo el mundo”, aplaude.

Ansuriza solo jugó dos campañas en el fútbol profesional, todas ellas en el Sporting. Un paso breve, pero del que guarda un muy buen recuerdo. “Significó mucho”, incide, “era lo máximo, siendo un chaval, todo el mundo quería jugar en el Sporting”. Aunque confiesa que, mientras jugaba aquellos encuentros en el colegio, mitad partido mitad batalla campal, “nunca soñé con llegar a poder jugar en el Sporting”.

Un hito que consiguió el exjugador rojiblanco. Tras cerrar su etapa en el club gijonés, Ansuriza se fue con varios exjugadores del Sporting al Candás. Lo hicieron de la mano del exentrenador rojiblanco Emilio. Allí jugó dos campañas y, tras ello, algún partido suelto más con el Pelayo, donde llegó a coincidir con Prendes, otro veterano exsportinguista.

Las amistades, precisamente, es el mejor recuerdo que guarda del fútbol. “Teníamos una muy buena relación en el vestuario”, destaca. Y todo a pesar de que “éramos cuatro o cinco chavales muy jóvenes y, el resto, eran muy veteranos, nos sacaban diez o doce años”. Ello no impidió que tras los entrenamientos se juntasen para tomar algo. “Seguimos manteniendo relación y contacto”, enfatiza Ansuriza: “Lo mejor del fútbol son esas amistades que quedan”.

Con todo, para el veterano exjugador del Sporting “el fútbol de ahora no tiene nada que ver con el de antes. No hay más que ver los equipamientos, las botas o los balones. Antes le pegabas un cabezazo a uno y te acordabas tres días”. También han cambiado las equipaciones, tal y como señala el propio Ansuriza. “Las camisetas de ahora no tienen comparación con las que llevaba yo. Como te tocara un partido lloviendo, al final del encuentro la camiseta pesaba quince kilos o más”, relata.

Tras dejar el fútbol, echó una mano a su padre, que tenía varios barcos de pesca y, a posteriori, trabajó como agente comercial. Ahora sigue la actualidad del Sporting “en la tele, porque en el campo estoy incómodo”. La culpa la tienen varias operaciones en sus rodillas, una de las cuales se dañó jugando al fútbol, viéndose afectados los ligamentos y el menisco. “Este año, con un poco de suerte, podemos luchar por estar arriba”, sentencia la voz de la experiencia de Ansuriza, que llegó al Sporting y cumplió su sueño gracias a un anuncio de prensa.

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