“Para mí son malas tardes”, Así empezó el presidente del Marino, Luis Gallego, la rueda de prensa que nunca quiso convocar, la que suponía la despedida de Oli después de tres años y medio como entrenador del equipo luanquín. Para completar la insólita escena, el técnico recalcó el motivo último que le llevó a tomar la decisión de dimitir: “Con 5 puntos, el presidente tenía motivo más que de sobra para echarme, pero como sé que no lo iba a hacer, porque por él estaríamos diez años juntos, tengo que ser yo el que dé el paso”.

Después de más de treinta años en la presidencia, Luis Gallego no se acostumbra a situaciones como la de ayer: “Ya me pasó con otros, como Robles y Quirós, pero cuando vino Oli a decirme que lo dejaba me dio un patatús”. Porque seguía confiando en su entrenador: “Oli consiguió que volviera la afición al campo, ascendimos, mantuvimos la categoría. Es verdad que este año tenemos el peligro de descenso, pero son tres años y medio luchando en unas condiciones pésimas. Lo que pasaron y sufrieron Oli y sus ayudantes es exagerado”, dijo en referencia al problema de las instalaciones.

Estado de las instalaciones de Miramar Mara Villamuza

“Por eso, últimamente a veces venían mal a gusto a entrenar”, admite Gallego. “Por desgracia para el Marino, no lo convencí para que siguiese. Quiero agradecerle a él y al cuerpo técnico su trabajo”. El presidente del Marino se queda con dos frases de Oli: “Que se juega como se entrena y que en el equipo de Oli el que no pone los huevos, no juega. Con eso fuimos salvando temporada tras temporada porque todos los equipos eran superiores a nosotros y podían trabajar en mejores condiciones”.

Oli aclaró que “fue una decisión, muy meditada, no en caliente. Creo que es la mejor para todos dar un paso al costado”. Dio las gracias a Luis Gallego “porque fue un valiente cuando me dio la primera oportunidad de entrenar en Asturias y siempre respetó mi independencia”. Se mostró orgulloso de su trayectoria: “Conseguimos las dos cosas que Luis me pidió en aquella primera reunión: colocar al equipo en Segunda B y recuperar a la afición joven. Eso me deja muy satisfecho”.

Después se extendió sobre sus razones: “Tengo que dar un paso al costado por honestidad. No puedo engañar a Luis ni a mí mismo. Con 5 puntos tenía motivos más que de sobra para echarme, pero como sé que no lo iba a hacer tengo que ser yo el que dé el paso. Sería cómodo perpetuarme en el cargo el tiempo que Luis quisiera. Pero yo entiendo el fútbol como un día a día y el actual no es que desearíamos”.

“Ha sido un cúmulo de circunstancias”, matizó Oli sobre los motivos. “No es solo por perder un partido. Estoy bastante quemado por la precariedad de las instalaciones para trabajar. En Tercera íbamos ganando, el año pasado competimos bien, pero esta temporada sólo hemos jugado bien un partido de nueve, el que ganamos al Langreo. Soy el máximo responsable, por eso tengo que echarme a un lado y dejar paso a otro”.

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Según Oli, “los jugadores necesitan una cara nueva, se lo dije a ellos. Llevo 30 años en los vestuarios y no tengo buenas sensaciones. Espero que el entrenador que venga sepa transmitir las cosas a los jugadores, que salga bien que y que haya un cambio de dinámica. Seré el primero en alegrarme. El equipo está a tiempo para todo. Queda la segunda vuelta y una segunda fase y con Balbín se notará la mejoría en el trabajo diario. Por eso me da un poco de pena dejarlo ahora porque hemos entrenado en veinte campos y gimnasios”.

Oli finalizó dando las gracias a Luis Gallego, un presidente “que hace milagros”, a la afición “por volver a Miramar y recuperar el espíritu del Marinín”, y a sus ayudantes: “A Manel, que estuvo el primer año, a Rubén, Hinojosa, José Luis, Diego, Tivo y, sobre todo, a Nacho, que es punto y aparte por su disposición y por aguantarme”.