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Fondo Norte

Las penas de telediario del Sporting

El equipo de esta temporada no aparece por sus goles, sino por broncas o despedidas emocionantes

El jueves diecinueve de enero del año dos mil diecisiete se ha convertido en una fecha histórica para un Sporting en crisis: ha dado comienzo la "época Rubi", que sigue a la gran etapa del gran timonel, finalizada como nadie deseaba. Con lágrimas y una sensación de que Abelardo Fernández Antuña deja abiertas, y bien abiertas, las puertas del Sporting para volver a su seno en cualquier momento en el que sea necesario. Llama la atención, damas y caballeros, señoras y señores diputados, la afirmación presidencial de que si el entrenador saliente no renuncia a cobrar sus emolumentos de aquí a final de temporada no habría sido posible contratar a un nuevo entrenador. Sea el control del tope salarial, sea el control superior de la deuda, la afirmación empequeñece las afirmaciones de que la economía rojiblanca está encarrilada, a punto de desaparecer casi en su totalidad a lo largo de este año de gracia.

Rubi y su equipo han tomado las riendas de un Sporting que necesita pulso firme. Para empezar, en Sevilla, ante un Betis que se ha quedado sin uno de sus símbolos, Joaquín, lesionado para un mes. Joaquín sale en los telediarios contando chistes a los niños del Betis y con respuestas cargadas del mejor humor sevillano. El Sporting de este año, por desgracia, sufre lo que se ha venido en llamar en los últimos tiempos penas de telediario. La pena de telediario son las imágenes de cargos públicos detenidos por presunta corrupción.

El Sporting lleva desde el comienzo del presente ejercicio tres penas de telediario. La primera estuvo protagonizada por el portero Cuéllar, que compareció en la sala de prensa para insultar gravemente a un querido y admirado compañero de esta casa, comparecencia que sirvió para que desde el club se pusiera en circulación aquella tontería de las formas y el fondo que no fue más que la muestra de que algo no iba bien en el seno del club. Fueron días de bochorno para el club, en boca de toda España por culpa de un jugador consentido y arropado por los responsables, incapaces de ver más allá de sus cortas narices.

La segunda y tercera penas de telediario fueron protagonizadas por el gran timonel. En la primera, para seguir la moda, insultó a un periodista y a un medio de información de Madrid, el mismo periodista y el mismo medio que, casualidades de la vida, habían pedido una ovación de El Molinón a Cuéllar, después del primer bochorno. Las vueltas que da la vida. La tercera, ya entrañable, fueron las lágrimas de Abelardo en su despedida del Sporting, un Sporting que, por desgracia, no ha salido en los telediarios por los buenos goles marcados o por alguna jugada espectacular realizada por alguno de sus futbolistas.

Las penas de telediario han de quedar atrás en la época recién iniciada por un Rubi que ha confesado que el Sporting es uno de esos clubes a los que no se les puede decir que no. La esperanza se ha reabierto para el amplio mundo rojiblanco, que desea ver en Sevilla a un equipo con síntomas de mejora, una mejora imprescindible para la salvación. Por cierto, si pregunto, ¿molesto?: ¿qué dice Esuperio de la ausencia de Nico Rodríguez en la despedida? Próxima parada, Cruz Roja.

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