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Antonio Rico

Fútbol es fútbol

Antonio Rico

La luz, la noche y el vino

Más allá de la absurda y vergonzosa cantidad de millones que han ganado Piqué en su oficio de evitar goles y Ronaldo en su oficio de marcarlos, el triste fin de sus días de gloria es tan injusto como previsible. El fútbol podría decir, como Cómodo a Lucila en la película "Gladiator", que no es compasivo. Y, ya que hemos citado la estupenda película de Ridley Scott, Piqué y Ronaldo deben sentirse como el emperador Cómodo cuando el gladiador Máximo le dice en la arena del Coliseo, muy despacio, que sus días de gloria muy pronto verán su fin. El fútbol no es compasivo. Los días de gloria de Piqué y Ronaldo muy pronto verán su fin. Y puede que sus cadáveres futbolísticos terminen abandonados en la arena sin nadie que los saque a hombros.

Piqué falló a lo grande en el partido Barça-Inter, permitiendo el primer gol del Inter y, con él, el hundimiento de un equipo que hasta ese momento flotaba con cierta tranquilidad en aguas turbulentas. Ronaldo montó el numerito faltando al respeto a su entrenador, a sus compañeros y a la afición del Manchester United, y de poco han servido sus explicaciones y excusas. Vale. ¿Después de ese fallo y ese desplante, Piqué y Ronaldo ya no son dignos de liderar la defensa del Barça y el ataque del Manchester United? ¿Piqué es lento, pasota y despistado? ¿Ronaldo es torpe, sin puntería y sin olfato de gol? ¿Piqué no puede jugar en el Barça porque está más pendiente de su novia y de la letra de "Monotonía" que de los delanteros rivales? ¿Ronaldo debe dejar el fútbol porque le preocupa más la perfección fotográfica de sus abdominales que marcar goles? ¿Piqué falló contra el Inter porque está más interesado en sus negocios que en su oficio? ¿Ronaldo no es el que era porque está obsesionado con su legado y el futuro le impide concentrarse en el presente? De acuerdo, el fútbol es tan poco compasivo como un emperador de Roma cabreado, pero quizás lo que hacen Piqué y Ronaldo nos distrae de lo que son. Y es posible que Piqué siga siendo un defensa fiable y Ronaldo un delantero temible. ¿Piqué y Ronaldo son viejos y el fútbol no puede ser compasivo con ellos? La culpa es de la luz.

En su comedia "Pluto", Aristófanes presenta a una anciana ataviada como una jovencita que se queja de que un joven hermoso ya no va a visitarla (sí, estamos hablando de sexo). El joven dice que la cara de la mujer tiene muchas arrugas, y la anciana replica que no le acerque la antorcha. Esa mujer que ya ha dejado de ser joven conseguiría que su joven amante la visitara solo con que la luz apagada y la antorcha lejos evitaran que viera su arrugado cuerpo. "Con la luz apagada, todas las mujeres son iguales" es un tópico entre las formulaciones proverbiales no solo de la antigua Grecia, sino también en Roma, la Edad Media y el refranero español ("a la luz de la vela no hay mujer fea"). El poeta Ovidio, en su "Arte de amar", dice que para el discernimiento de la belleza son perjudiciales la noche y el vino, porque así pasan desapercibidas las faltas y cualquiera puede pasar por hermosa. Sin detenernos, como dice Fernando García Romero en su estudio sobre el refranero antiguo griego, en que estas ideas se formulen siempre desde el punto de vista masculino y no se documente una contrapartida "con la luz apagada, todos los hombres son iguales", lo cierto es que la anciana de Aristófanes es muy parecida a los "ancianos" Piqué y Ronaldo. Sin la luz de la antorcha iluminando las arrugas de Piqué y Ronaldo, ¿hablaríamos de la edad de estos futbolistas y de su declive no solo físico, sino también moral? Con la luz apagada sobre la vida privada de Piqué y Ronaldo, ¿seguiríamos diciendo que deberían retirarse del fútbol pidiendo perdón? En la noche de los estadios y en el vino que acompaña al fútbol, Piqué y Ronaldo siguen siendo grandes futbolistas. No es que la noche y el vino confundan a los aficionados y hagan que los fallos de Piqué y Ronaldo pasen desapercibidos, sino que en este caso nos permiten juzgar de una forma más objetiva a dos futbolistas que pierden mucho a la luz de las antorchas de su vida privada y pública.

A Piqué y Ronaldo les sienta bien la noche y el vino. ¿Y se imaginan ver jugar a Busquets sin el ruido de las lámparas?

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