El presidente asturiano, Javier Fernández, aseguró ayer que no se plantea "pactos globales con otras fuerzas políticas ni en Asturias ni en España" en la próxima legislatura, pero sí acuerdos parciales, porque "pactar va a ser obligado" si se confirman, como apuntan las encuestas, "parlamentos fragmentados". De hecho, dijo, él ya hizo pactos en esta legislatura con todas las fuerzas parlamentarias salvo con una (Foro Asturias). Fernández realizó esta afirmación tras ser preguntado por un asistente sobre si estaría dispuesto a pactar con el PP. "No me planteo pactos globales" (al estilo de la Gran Coalición alemana) "porque Alemania tiene otra cultura y en España sería difícil lograrlo", afirmó. Javier Fernández criticó que "en el mismo sofá donde una cantante destripa sus amantes, un político anuncia soluciones como quien vende crecepelo", lo que dejó la incógnita de si era una reflexión general o una alusión al líder nacional del PSOE, Pedro Sánchez.

"Pensemos si la Comunidad de Madrid no se ha convertido en un distrito federal pleno de ventajas y sin obligaciones", dijo en alusión a la política de rebajas fiscales que practica el Gobierno madrileño. Algunos asistentes interpelaron después al presidente sobre el elevado impuesto de sucesiones en Asturias.

Más poder centralizado en la UE no sólo le convendría a España para afianzar la salida de la crisis con políticas de reactivación supranacionales sino también, a juicio del líder de la Federación Socialista Asturiana (FSA), para domeñar las tensiones territoriales. Con una UE que hubiese evolucionado hacia los "esquemas tradicionales de autoridad estatal" y a una mayor "convergencia fiscal y política", "no me cabe duda", comentó, "de que la deriva soberanista de Artur Mas ya hubiera sido abortada" porque "alguien investido de poder europeo hubiera venido y hubiese decretado el fin de la fiesta". "El separatismo no es", señaló, "un problema interno" español. "Si la secesión se produce en el seno de la UE, se fragmenta el espacio de aplicación del Derecho comunitario, el mercado único, el espacio de seguridad y justicia y se vulneran los valores esenciales del proyecto europeo" y, de emularse, se produciría "la desestabilización del continente".

El presidente tachó de "precipitada" la pretensión de dar por muerto el sistema político que emana de la Constitución de 1978 y consideró que el supuesto afán revolucionario de algunas fuerzas "se queda en atrezzo". Tales posiciones, dijo, buscan "ser un actor más de la competición electoral". "Y conste", precisó, "que no me refiero sólo a Podemos. Esta crítica a los partidos tradicionales, al 'turnismo', a la ley electoral y el etcétera consabido no es nueva", y, junto con la generalización de "la desconfianza" por la corrupción, obedece, sostuvo, al propósito de sustituir la competencia por la denigración "indiscriminada" de los oponentes para "expulsarlos de la vía pública".

Fernández admitió que "queda mucho por avanzar hacia la calidad democrática" y, aun así, proclamó que "el periodo de 36 años de democracia resiste cualquier comparación histórica". Las políticas populistas, apostilló, "siempre han fracasado, con un coste terrible para los colectivos sociales a los que supuestamente querían favorecer".