Las plantas asturianas de Arcelor está fuera de la lista de instalaciones cuya venta ha propuesto la multinacional a la UE para no incurrir en posiciones de excesivo dominio del mercado tras la compra de la fábrica italiana de Ilva. Según una relación que Arcelor ha comunicado a los sindicatos, los talleres que el grupo pretende enajenar están situados en Rumanía, Macedonia, República Checa, Luxemburgo y Bélgica.

La dirección explica en su escrito que su posición inicial era no desprenderse de ninguna instalación, al considerar que la integración de Ilva no suponía una amenaza para la competencia en el mercado europeo. "Hemos trabajado duro para convencer a la Comisión (Europea) de esta realidad, pero, lamentablemente, mantienen su posición de que debemos presentar un paquete de disposiciones de remedios propuestos que incluya activos con una capacidad de producción agregada similar a la de Ilva en la actualidad", se recoge en el documento.

Las dimensiones de la planta de Ilva no tienen parangón en la Unión Europea. Las planta italiana es capaz de producir más de diez millones de toneladas de acero al año, el doble de lo que hacen las de Arcelor en Gijón y Avilés, aún después de las distintas ampliaciones a las que se han sometido estos talleres. La transalpina tiene más de 12.000 trabajadores, aunque últimamente ha habido varios ajustes en las nóminas que han hecho menguar esa cifra. En Asturias, la siderúrgica tiene 5.446 empleados.

En sus mejores tiempos Tarento llegó a tener activos ocho hornos altos. Todos ellos funcionando a pleno pulmón. Por su nivel de empleo y de producción es una industria que el gobierno considera estratégica. Es capaz de cubrir más del 50% del consumo de acero en Italia, y sus productos están muy orientados hacia el mercado del automóvil, donde Mittal tiene también un gran interés en entrar.

La pega es que este macrocomplejo industrial ha tenido grandes problemas medioambientales. Por eso, Arcelor ha prometido, si consigue finalmente hacerse con esta planta, realizar enormes inversiones para calmar estos malos humos.

La operación está ahora en manos del departamento de competencia de la Unión Europea, que será el encargado de determinar si tras la compra Arcelor puede llegar a incurrir en una posición de excesivo monopolio en el Viejo Continente en algunos productos.