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El "crowdfunding" arraiga en el campo

Crecen los productores asturianos que buscan dinero en la red para sus proyectos

Los tres socios de Funginatur, Gerard Nierga, Leandro Meléndez y Macario Iglesias, en las instalaciones de la empresa en Cabranes. MARIOLA MENÉNDEZ

Mauricio O´Brien, un mallorquín de ascendencia irlandesa y asentando desde hace un año en Torazo, resume de forma muy gráfica lo que está comenzando a ocurrir entre muchos jóvenes que, con pocos recursos, están buscando una salida laboral en el campo asturiano. "En los pueblo, para organizar las fiestas se va casa por casa pidiendo una ayuda económica, pues aquí pasa lo mismo, pero a través de internet", asegura. El micromecenazgo, también conocido por el término inglés de "crowdfunding", es una colecta virtual que está comenzando a echar raíces en el campo asturiano para impulsar proyectos con un alto contenido innovador. El propio O´Brien, codirector de la Fundación Goteo, dedicada a organizar estas cuestaciones cibernéticas, se ha asentado en la región con el objetivo de impulsar nuevos proyectos rurales. Está convencido del potencial.

Los últimos en apuntarse a esta recolecta han sido los socios de Funginatur, una compañía asentada en Cabranes y que se dedica al cultivo de setas japonesas, de la variedad shiitake y nameko, en troncos de roble. Nada que ver con las gigantescas producciones industriales en invernaderos. Se trata de una técnica ancestral japonesa que estos tres jóvenes han traído a Asturias y perfeccionado. La idea la tuvo hace unos años, el biólogo Leandro Meléndez, que buscaba asentarse en el campo con su familia. También quería vivir del medio rural, así que, ni corto ni perezoso, se puso a indagar en una técnica de cultivo ideada por los campesinos nipones. Leyó sobre el tema, buscó documentación en Estados Unidos donde este sistema también había sido desarrollado, probó y tras mucho ensayo y error dio con la tecla.

Eso fue hace tres años, ahora son capaces de producir mil kilos de setas anuales, pero quieren más. La campaña de micromecenazgo que han iniciado en internet tiene por objetivo financiar una parte de la compra de una nueva finca para el cultivo de setas, crear dos nuevos puestos de trabajo y quintuplicar su producción actual. En solo un par de días ya han recolectado de internet 1.132 euros. Su objetivo es llegar, como mínimo, a los 10.000 euros.

No son los únicos que están utilizando esta forma de financiación para impulsar sus proyectos. O´Brien cita como "hitazo" la campaña de recolecta que hizo hace unos meses la cooperativa Kikiricoop, fabricantes de una crema de cacao y avellana a la que han bautizado como Asturcilla y propietaria de un catering de comida vegetariana. Lograron 14.277 euros para comprar maquinaria y poder ampliar su producción. Hace unos días, el que será el primer quesero ecológico de gamonéu, Francisco Wagner, un riosellano de ascendencia alemana, también anunció que tiene previsto lanzar en breve una campaña de "crowdfounding" para lograr la financiación necesaria para poner en marcha su quesería en un pueblo de Cangas de Onís. Necesita 6.500 euros.

Macario Iglesias, otro de los socios de Funginatur, defiende que la del campo es una forma de vida con una filosofía diferente. "Nosotros, por ejemplo, en la empresa somos todos socios y tenemos una estructura de trabajo horizontal, todos hacemos de todo, y nuestro consumo energético es nulo", explica. También defiende que su iniciativa es una forma de sacarle provecho a los bosques autóctonos. "Se trata de darles un uso y de contribuir a su conservación", señala. También su forma de vender es particular. Las setas que producen son "robustas, pesadas y muy sabrosas", defiende. Por eso, entre sus principales clientes están un buen puñado de restaurantes, pero también otra fuente importante de ingresos son los llamados grupos de consumo. En Asturias hay seis, explica Iglesias. Se trata de consumidores que se organizan para comprar semanalmente a productores locales. Sin intermediarios y pudiendo ir a visitar a los fabricantes de vez en cuando.

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