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Francisco González: "Los precios habrían subido más sin la moneda única"

El euro sigue cojo por las lagunas de la unión bancaria y la ausencia de unión fiscal, advierte

Francisco González. NACHO OREJAS

"El balance del euro es positivo, aunque manifiestamente mejorable en algunos aspectos", opina Francisco González, catedrático de Economía Financiera. Por el lado positivo, González cita tre argumentos: "La creación de una moneda única favoreció el crecimiento económico, al potenciar el comercio. En segundo lugar, ha sido positiva la creación del Banco Central Europeo; perdimos la capacidad de utilizar una política monetaria nacional, pero tenemos otra definida a nivel de la eurozona y más independiente de los gobiernos nacionales. Un tercer efecto positivo es que el euro ha introducido en alguna medida disciplina presupuestaria. Desde Europa nos dicen que sí o que no a los objetivos de déficit, como ha pasado recientemente con Italia".

¿Lo negativo? "Ha habido fallos tremendos en el diseño del euro, que se pusieron de manifiesto durante la crisis. Cuando creas una moneda común, necesitas mecanismos de unión bancaria de supervisión común y de resolución de crisis de entidades; esto es algo en lo que se ha tratado de avanzar en estos años, pero aún hay temas pendientes (la creación de un fondo de garantía de depósitos, sobre todo)". "Una moneda única también necesita unión fiscal, y aquí es donde está la mayor dificultad política", responde también Francisco González, en alusión a los recelos de los países a ceder más soberanía, algo que se ha amplificado con la expansión de los movimientos políticos nacionalistas y populistas.

"Desde el punto de vista del consumidor, el euro contribuyó a una bajada de precios; nos puede parecer que los precios han subido mucho, pero sin la moneda única hubieran subido más", remarca también el catedrático. Tiene dos explicaciones: por una parte, "las políticas monetarias tienen un uso más riguroso que cuando las manejan los gobiernos, que suelen hacerlo generando inflación (devaluando la moneda, por ejemplo)"; por otra parte, "que haya una moneda común suprime el riesgo de tipo de cambio entre los países, reduciendo costes y generando competencia". Los datos oficiales avalan su análisis: la inflación aumentó en España el 55% acumulado entre 1998 y 2018, pero en los veinte años anteriores lo había hecho el 330%.

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