El sector financiero tiene “un papel clave” en la consecución de los objetivos de sostenibilidad ambiental, responsabilidad social y buen gobierno corporativo de las compañías (la denominada estrategia ASG) porque “moviliza financiación hacia los proyectos de sostenibilidad ambiental y social y de buenas prácticas”, señaló la directora de la cátedra de Finanzas Sostenibles de la Universidad de Oviedo, Susana Pérez, en el foro “Empresa y finanzas sostenibles”, organizado por LA NUEVA ESPAÑA con el patrocinio del Banco Sabadell. Esta opción financiera sostenible, “aparentemente dirigida a la industria, a las grandes empresas y a las sociedades cotizadas”, ha de estar en el objetivo también del resto de las sociedades mercantiles, dijo Javier Llera, coordinador de Desarrollo Sostenible de la Federación Asturiana de Empresariales (FADE), porque los objetivos ASG “son comunes para todas las empresas, que deben incorporarlos a sus proyectos”.

Juan Ramón Gutiérrez, director de Finanzas Sostenibles Banca Corporativa de Sabadell, señaló que “las finanzas sostenibles permiten acompañar a la empresa atendiendo sus necesidades financieras a la vez que contribuyen a los objetivos de sostenibilidad”.

Para Albert Carné, director de Sostenibilidad del Banco Sabadell, “la ASG es un todo” y, dentro de esta estrategia, “el buen gobierno corporativo tiene una gran relevancia porque, aunque no se percibe tanto como la responsabilidad social y la sostenibilidad ambiental, es el que mide la importancia que da la empresa a la sostenibilidad y a la ASG, y es por ello lo que da credibilidad al compromiso de la compañía” con tales objetivos.

En el mismo sentido, Susana Pérez argumentó igualmente que “el gobierno corporativo es lo que sostiene todo lo demás” y señaló que es, a la vez, “el objetivo más fácil de medir y evaluar”. “Los indicadores clásicos del buen gobierno corporativo”, detalló, “son, entre otros, la representación de los accionistas y las remuneraciones de directivos y consejeros”, pero “se están ampliando con indicadores tales como la diversidad de género en el consejo de administración, la brecha salarial entre hombres y mujeres, la lucha contra la corrupción, la transparencia y el cumplimiento correcto de la fiscalidad”. A su juicio, “hay que trabajar para que todo el mundo sea consciente de la importancia del buen gobierno”.

“El buen gobierno es un concepto de cumplimiento normativo, al que las empresas deben adoptar sus políticas acorde”, explicó Llera. “Lo más habitual es el código de conducta, que afecta a todos los empleados. Esta política incluye normas sobre la protección de datos, respeto de los derechos humanos, combate de la corrupción, conflictos de intereses y otros”. Estos compromisos “llegan al empleado con los cursos de formación, que deben ser renovados, bien cada año o cada dos o tres ejercicios”, agregó.

Para Juan Ramón Gutiérrez “la sostenibiliddad empieza por la viabilidad de la empresa y de los negocios, y es lo que permite conseguir que a los beneficios económicos que se generen se puedan añadir los beneficios sociales y ambientales”.

“La empresa debe certificar ante los inversores su sostenibilidad, para lo que deben acreditar que gestiona de forma intensa y extensa los aspectos sociales”, indicó Llera. “Para demostrar y hacer ver que gestionan con criterios de sostenibilidad, las compañías deben certificarse con los estándares que ya existen (como ocurre en los sectores químico, del aluminio y del acero), y para ello deben aportar datos ante un auditor independiente que acredite el cumplimiento de estos requisitos”.

Los criterios de certificación incluyen, según Javier Llera, “desde datos objetivos de emisiones de gases de efecto invernadero, medidas de eficiencia energética, consumo de fuentes renovables en la dieta energética, los fluentes y las emisiones acústicas y de partículas, tratamiento de residuos y reciclaje, el respeto por las empresas de la biodiversidad allí donde actúan, etcétera”.

La profesora Susana Pérez destacó “el importante deterioro del bienestar social que se está produciendo con el covid”, de modo que “según el último informe de Objetivos de Desarrollo Sostenible, 71 millones de personas volverán a caer en una situación de pobreza extrema”, “Para mitigarlo se prevé”, según Pérez, “que siga aumentando la emisión de bonos sociales y sostenibles destinados a combatir esta situación. Muchos gobiernos emiten estos bonos para afrontar también el gasto en infraestructuras y sanidad”.

Al igual que la UE está identificando las actividades económicas más sostenibles, se pretende hacer lo mismo con las actividades sociales, aunque la identificación de ésta “va a llevar más tiempo”, según la directora de la cátedra de Finanzas Sostenibles, “que las ambientales”. En el ámbito del capital humano “las empresas están desarrollando indicadores”, según Pérez, “aunque en el control de las prácticas laborales de los proveedores es más complicado y el avance no es tan grande”.

Para la profesora de la Universidad de Oviedo, “hay aspectos en el ámbito social como la discapacidad y otros en los que la heterogeneidad es muy grande y va a llevar tiempo, pero en los que se están dado pasos en firme”. Y en el caso del covid, “todos los sectores están intentando”, dijo, “paliar sus efectos”.

“Estamos más acostumbrados a la gestión de la seguridad ambiental, pero la gestión social es cada vez más importante”, apuntó Javier Llera.

En esta faceta de la gestión social “los objetivos tradicionales han sido”, expresó Llera, “la seguridad y salud laborales y los derechos de los trabajadores (prevenir la discriminación y el acoso, y garantizar la equidad en la remuneración y los mecanismos de representación de los empleados, entre otros), pero han cobrado importancia aspectos más novedosos, y con creciente importancia, como la diversidad y la inclusión”, detalló.

“La diversidad”, precisó Llera, “tiene una gran importancia para el fomento del talento profesional, que es oro puro en la empresa: donde hay diversidad de tradiciones culturales se fomenta la creatividad y el talento”. El otro aspecto relevante de la responsabilidad social son, expresó Llera, las relaciones con la comunidad y en particular con el respeto al patrimonio cultural: la destrucción el año pasado de vestigios aborígenes en un enclave rocoso de Australia occidental por una compañía minera supuso la retirada de inversores y la destitución de varios dirigentes”.

Gutiérrez sostuvo que “lo más importante para los negocios y las empresas es establecer una estrategia de sostenibilidad clara y definir qué impacto se pretende”, así como “establecer objetivos de ASG, sean ambientales (reducción de la huella de carbono, eficiencia energética, movilidad sostenible, autoconsumo, energía renovable, etcétera”), laborales (una política de contratación que incorpore la inclusión social y la discapacidad) y de buen gobierno, caso de la política de ética en los aprovisionamiento de proximidad, igualdad de género, brecha salarial y otros”.

Para Juan Ramón Gutiérrez, es preciso “dotarse de indicadores, sobre todo si son cuantificables”. El proceso, opinó, consiste en “establecer una estrategia, unos objetivos, unos indicadores, una medición y una financiación que se adecue a estos objetivos y que pueda generar efectos positivos”.

La descarbonización de la economía para prevenir el cambio climático entraña, según Albert Carné, “una gran oportunidad que debemos aprovechar con un modelo más sostenible”.

La profesora Susana Pérez apoyó al respecto que para ese fin y el cumplimiento de “los objetivos del Acuerdo de París, que obliga a todos los países, es necesaria la colaboración de todos los sectores, incluido el financiero”, “La Comisión Europea creó una comisión de expertos para identificar las actividades neutras en emisiones de carbono y dirigir las inversiones hacia los sectores sostenibles. Esta comisión ya desarrolló dos de los objetivos (el cambio climático y la adaptación al mismo) y abordará próximamente otros cuatro: sostenibilidad del agua y de las zonas marinas, la economía circular, la contaminación y la protección de los ecosistemas”. “Esto va a permitir a los inversores”, según Pérez, “detectar si una actividad contribuye o no a la sostenibilidad y evitar la trampa de empresas que aleguen esta condición y no la cumplan. Ya se han detectado incumplimientos. La taxonomía de la Comisión Europea va a ser un diccionario para los bancos e inversores, que dispondrán así de una guía objetiva de actividades sostenibles cuando este proceso se va a acelerar”.

En la pantalla, de izquierda a derecha y de arriba abajo, Susana Pérez, Juan Ramón Gutiérrez, Albert Carné, Javier Llera y Pablo Junceda, durante el encuentro digital. | Irma Collín

La relevancia de la sostenibilidad, determinó Albert Carné, también se manifiesta con el Covid 19. “Cuando hablamos de sostenibilidad también estamos hablamos de la pandemia”, manifestó.

Para la transformación del modelo económico y la transición energética y digital serán relevantes los cuantiosos fondos europeos de Reconstrucción (los llamados Next Generation UE). Juan Ramón Gutiérrez recomendó que “todos los negocios y empresas deben activarse para tener acceso” a esos recursos, sumándose, dijo, a la oficina de proyectos que se ha creado y a los llamados PERTE (Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica), “grandes planes tractores que pretenden movilizar desde grandes empresas a pequeños negocios”. “Como en España predominan los pequeños negocios y las pymes”, agregó, “es importante que asociaciones como FADE ayuden a las pequeñas empresas a incorporarse a esos planes. Una parte de ese dinero vendrá de la UE (570.000 millones, de ellos 140.000 millones para España) y otra parte deben financiarlo las empresas, y es aquí donde la banca puede ayudar al proceso”.

La banca, sostuvo Albert Carné, puede contribuir a la sostenibilidad tanto con sus propia estructura de oficinas y edificios (reduciendo las emisiones de CO2, con planes ambientales, instalación de placas fotovoltaicas, gestión de residuos...) y con su negocio. “Esta es la parte más relevante, financiando para ello a las energías renovables y vehículo “eco”, emitiendo bonos verdes, privilegiando en la inversión del banco los sectores de economía sostenible y las actividades más respetuosos con el medio ambiente y otras iniciativas”. “Se trata”, sintetizó, “de adelantarnos y acompañar a los clientes hacia un mundo más sostenible”.