Energía

Los movimientos en Naturgy agitan el equilibrio de poder entre grandes accionistas

El fondo IFM se acerca al umbral para tener un segundo consejero tras superar el 15% mientras el gigante BlackRock prepara su desembarco en el grupo con la compra de GIP

Sede en Madrid en Madrid de Naturgy.

Sede en Madrid en Madrid de Naturgy. / EP

David Page

Los movimientos accionariales en Naturgy abren la puerta a un nuevo juego de contrapesos de poder en el grupo. En una compañía con una gobernanza ya compleja por el diferente perfil de sus grandes accionistas (con un grupo con vocación industrial y tres fondos de inversión como núcleo duro) ahora se anticipa un escenario aún por despejarse por una doble sacudida en su capital en apenas una semana.

Por un lado, el gigante inversor BlackRock prepara su desembarco en la energética española cuando cierre la compra del fondo GIP, que es tercer mayor accionista de la compañía con un 20,6%. Por otro, el fondo australiano IFM se refuerza en el capital y ha seguido comprando acciones hasta superar la cota del 15%, acercándose al umbral que le daría derecho a pasar de uno a dos consejeros en la principal gasista española y tercera eléctrica del país.

Actualmente CriteriaCaixa -el holding inversor de la Fundación LaCaixa- es el principal accionista con el 26,7% del capital, y le siguen el fondo de inversión británico CVC, con el 20,7%, el fondo estadounidense de infraestructuras GIP, con el 20,6%, y el australiano IFM ahora con el 15%. Socios con muy distintos perfiles y con diferentes visiones estratégicas sobre cómo impulsar el valor de la compañía energética, pero que han ido consiguiendo armar juego de contrapeso de poderes para dar estabilidad al grupo.

Paz entre socios

El actual pacto de equilibrio de poder entre accionistas se pactó hace dos años. La australiana IFM entró en la compañía mediante una convulsa opa parcial que fracasó: la oferta buscaba hacerse con una participación de entre el 17% y el 23% del capital, pero se quedó en el 10,8%. Una operación que provocó un choque frontal con CriteriaCaixa -el holding inversor de la Fundación LaCaixa- que incluso elevó su participación para dificultar la compra de acciones por parte de IFM.

Tras meses de tensión, los socios sellaron la paz. Naturgy reorganizó su consejo de administración a principios de 2022 para dar entrada a IFM con un consejero y para dar un asiento extra a Criteria para contar con tres representantes. CVC y GIP cuentan con dos consejeros cada una, y además hay tres consejeros independientes y un consejero ejecutivo (el presidente del grupo, Francisco Reynés).

Con la ampliación de su paquete accionarial, IFM empieza a acercarse al umbral que le permitiría cumplir su aspiración original y reclamar tener un segundo consejero en Naturgy. Si la gestora de fondos australiana superara el 16,7% del capital de la energética, en principio tendría derecho a sumar otro asiento en el órgano de gobierno del grupo.

Desde el entorno de IFM se apunta que el reforzamiento de su participación es reflejo simplemente de su interés y confianza en Naturgy y su pretensión de seguir invirtiendo en España, y de momento la desvincula de una eventual petición futura de elevar su presencia en el consejo de administración de la compañía. IFM asegura que su vocación es de permanencia y que sus inversiones "piensan en décadas, no en años" y que en ese mismo ámbito se mueve la inversión en Naturgy.

IFM celebró el pasado octubre en Madrid su cónclave global e invitó al presidente de Naturgy, Francisco Reynés, a participar como uno de los protagonistas del evento, en lo que se interpretó en una señal de respaldo a la gestión del ejecutivo, tras la polémica por el intento fallido unos meses antes de nombrar a un ‘número dos’ en la energética con el que compartir funciones. Los máximos representantes de IFM se reunieron en esos días directamente con el presidente de Pedro Sánchez en La Moncloa y confirmaron su interés por seguir invirtiendo en España.  

Desembarco ‘politizado’ de BlackRock

El reforzamiento de IFM en el capital de Naturgy se ha conocido en un momento en plena polémica por otro movimiento accionarial en el grupo que, además, está alimentando generando un lío político. La mayor gestora de fondos de inversión del mundo, BlackRock, anunció la semana pasada la compra por más de 11.400 millones del fondo de inversión GIP. Una operación que tiene implicaciones directas en Naturgy porque GIP es uno de sus grandes accionistas, con una participación del 20,6%.

El Gobierno reconoce que está analizando ya la operación de BlackRock por sus implicaciones en un sector estratégico como el energético y para determinar si se ve afectada por la protección especial del ‘escudo antiopas’ levantado por el Gobierno durante la pandemia para blindar compañías de sectores clave de compras por inversores extranjeros. Y con el proceso de análisis del Gobierno recién iniciado, la operación ya se ha convertido en objeto de la contienda política. Sumar y Podemos ya han reclamado públicamente al Ejecutivo que impida que el gigante BlackRock tome el control del 20% de Naturgy.

El Gobierno ya tuvo un papel activo para controlar la entrada de IFM en el capital de Naturgy. El Gobierno de Pedro Sánchez aprobó con exigencias específicas la opa de del fondo australiano, condicionándola al apoyo a la inversión en proyectos estratégicos renovables para España, al mantenimiento de la sede de la compañía y de la gestión de los negocios en España, a una política de prudencia en el reparto de dividendos, a mantener una parte significativa de la plantilla en España o una ratio de endeudamiento dentro del grado de inversión. IFM también está obligado a no respaldar la exclusión de bolsa de la compañía.

Géminis y los socios

Naturgy, la antigua Gas Natural Fenosa, lazó a principios de 2022 la que buscaba ser una reinvención histórica. El grupo anunció por sorpresa su decisión de impulsar su escisión en dos sociedades cotizadas, una para agrupar los negocios regulados de la compañía (las redes de gas y electricidad) y otra que asumiría toda la actividad liberalizada (con las plantas de generación convencional y las renovables y también el negocio de comercialización). Proyecto Géminis fue el nombre concedido por la compañía al desdoblamiento.

La invasión militar de Ucrania y la agudización de la crisis energética aplazaron el proyecto y el rechazo frontal del Gobierno español a la operación lo frenó. El grupo insiste en que no ha abandonado el plan de escisión y el pasado julio anunció su reactivación para seguir buscando alternativas para su ejecución. Naturgy defiende la idoneidad y el sentido industrial del desdoblamiento en dos sociedades par aimpulsar el valor de la compañía.

La interpretación que se da al Proyecto Géminis, en cambio en los mercados financieros, en cambio, siempre ha identificado el movimiento como una vía para facilitar la salida de algunos de los grandes accionistas. El fondo GIP entró en el accionariado de Naturgy hace siete años (con la compra del 10% en manos de Repsol y de otro 10% de Criteria) y el tándem de CVC y la familia March lo hizo hace casi seis años (quedándose con el último 20% que aún tenía Repsol), con lo que se da por completado el ciclo inversor que suelen tener las participaciones de este tipo de fondos.

Los analistas dan por hecho el interés de ambas firmas en monetizar sus milmillonarias plusvalías latentes, tanto por la revalorización de sus paquetes (compraron a 19 euros por acción y la cotización bursátil hoy está en el entorno de los 26 euros) como por los dividendos acumulados en este periodo. Hasta ahora en el mercado se anticipaba que GIP estaría explorando efectivamente su salida, está por ver cómo influye en estos eventuales movimientos la compra de GIP por BlackRock.

BlackRock tiene participaciones significativas en varios de los gigantes empresariales españoles, singularmente en los del sector energético, lo que es una de las razones de los recelos políticos suscitados por la operación. La gestora estadounidense es ya el primer accionista de Repsol, con el 5,47% del capital y el segundo de Iberdrola, con el 5,395%, sólo por detrás del fondo soberano de Qatar (8,7%), y también tienen posiciones relevantes en Enagás, el gestor del sistema gasista español, el 5,4% entre participaciones directas e indirectas; y también en Redeia, matriz de Red Eléctrica de España y del grupo de satélites Hispasat, con un 4,99%. El gigante inversor también tiene una presencia sólida en el sector bancario español (con participaciones en Santander, con el 5,4%; enBBVA, con el 5,9% del capital; y Banco Sabadell, con el 3,9% del capital) o en el de infraestructuras ( con un 5,3% del grupo de construcción ACS).