El guardaespaldas gallego de la pesca

La Armada despliega en aguas africanas el buque “Furor”, fabricado en Ferrol y fortín de los más de 70 militares españoles que estos meses combatirán la actividad ilegal y la piratería

Jorge Garnelo

El primer hito del Buque de Acción Marítima (BAM) Furor llegó el 29 de abril de 2016, cuando tuvo lugar su puesta de quilla. De aquel primer bloque de acero al colosal barco que hoy en día surca las aguas del océano Atlántico no han pasado ni ocho años; menos si se tiene en cuenta que se botó a finales de 2017 y fue entregado a la Armada al inicio de 2019. Se trata pues de una embarcación joven, que el pasado 21 de enero cumplió su primer lustro en activo, pero sorprende por su tamaño. Con casi 94 metros de eslora y 14 de manga, la nave que dio a luz Navantia en su astillero de Ferrol es todo un portento. Navega a un máximo de 22 nudos gracias a sus dos motores y no teme a nadie; mucho menos su cañón Oto Melara de 76 mm y sus dos ametralladoras MGS Mk-38 Mod. 2.

Bajo las siglas P-46, el barco partió a mediados de febrero de su actual base, en el Arsenal de Cartagena, para iniciar un despliegue en la costa occidental de África y el Golfo de Guinea. Allí llevan ya tres semanas los más de 70 militares que han encontrado en este fortín su hogar temporal, y que estos meses visitarán los puertos de Costa de Marfil, Gabón, Nigeria, Ghana, Angola, Camerún, Senegal y Mauritania.

El atunero español, vislumbrado desde el BAM “Furor”.

El atunero español, vislumbrado desde el BAM “Furor”. / FDV

Jaime Márquez de la Calleja, comandante del Furor, explica a Faro de Vigo, del mismo grupo editorial, el carácter estratégico de la misión, que se centrará en luchar contra la pesca ilegal y la piratería que afecta a los barcos españoles –algunos gallegos–. “El Golfo de Guinea es una zona muy amplia. Para que nos hagamos una idea, el teatro de operaciones de norte a sur tiene una distancia mayor que desde Vigo a El Cairo”, explica. “Allí donde hay barcos españoles que faenan donde existen amenazas que afectan a la seguridad marítima sentimos que nuestro papel es importante. Nuestra mera presencia, nuestra disponibilidad y capacidad para actuar en caso necesario, contribuye decisivamente a la estabilidad”, agrega.

Las acciones que ejecutan se enmarcan dentro de una Presencia Marítima Coordinada (PMC), y el día a día en el BAM es un “no parar” de actividades. El buque cuenta con un grupo de profesionales que montan guardias y hacen labores de vigilancia 24 horas, puesto que de ellos también depende la propia seguridad de la navegación. Aunque no suceda nada, se adiestran continuamente en las reacciones a llevar a cabo ante diferentes situaciones, con el objetivo de estar “siempre preparados ante lo que pueda surgir”.

Una dotación parte al encuentro del barco.

Una dotación parte al encuentro del barco. / FDV

Maniobras de acercamiento al pesquero llevadas a cabo por los militares.

Maniobras de acercamiento al pesquero llevadas a cabo por los militares. / FDV

En el poco tiempo que llevan desplegados, los militares han auxiliado a un pesquero angoleño que se quedó sin propulsión por un problema mecánico, y han prestado asistencia sanitaria al patrón de un pesquero nacional que lo solicitó en Mauritania. “Lo que nos suelen transmitir –dice por los pescadores españoles– es que una de sus preocupaciones es la existencia de pesca ilegal en algunas zonas, que los barcos no tienen licencia o que no respetan los cupos de pesca; que no discriminan en especies ni tamaños o que no respetan el reglamento para prevenir abordajes en el mar. Por eso uno de nuestros principales cometidos es hacer presencia disuasoria y apoyar a los países ribereños para desarrollar cada vez más la capacidad de inspección y control de la pesca para que solamente faenen en sus aguas aquellos barcos que lo tengan permitido”, detalla Márquez de la Calleja.

Conforme explica el comandante, los riesgos que afectan a los pesqueros españoles dependen del caladero en el que suelen faenar. En la zona de operaciones del Golfo de Guinea, por ejemplo, las amenazas en el ámbito marítimo son el robo en alta mar, la piratería e incluso el secuestro de personas, además del tráfico de narcóticos y armas, la inmigración ilegal y la contaminación marítima; un popurrí de lacras a las que se suma la pesca ilegal. Para combatirlas, muchas veces realizan patrullas conjuntas con barcos de las marinas de las naciones en las que se encuentran, incluso llevando a cabo ejercicios colaborativos enfocados a maximizar sus capacidades.

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