Patrick Nogueira, el asesino confeso que mató a cuatro de sus familiares en Pioz (Guadalajara) y que en las próximas horas podría ser condenado por el jurado popular que lo largo de los últimos días ha estudiado su caso en la Audiencia Provincial de Guadalajara envió varios mensajes de Whatsapp a un amigo suyo poco después de cometer el crimen. Estos mensajes demuestran, en palabras de su defensa, la psicopatía del acusado, al que (en palabras de la defensa) no se puede juzgar como si se tratara de una persona que no tuviera una enfermedad metal. “Estoy feliz de que no me importe”, llegó a decir Nogueira a su interlocutor a través de Whatsapp justo en el momento en el que se estaba deshaciendo de los cuerpos de las víctimas.

Nogueira habló con un amigo brasileño mientras limpiaba la escena del lugar en el que había acabado con la vida de dos adultos y dos niños. Se mostró despreocupado y feliz a pesar de que tenía delante a su tía y a sus dos primos muertos y a pesar de que en ese momento aún estaba esperando que apareciera su cuarta víctima: su tío, que aún no había llegado a casa pero que también moriría.

En la conversación el ahora procesado al que estos días ha juzgado un jurado popular, explicó la “ansiedad y adrenalina” que sintió mientras preparaba los asesinatos. El brasileño animó a su amigo a pensar fríamente y a limpiar bien la escena del crimen. El acusado llegó incluso a explicitar cómo había descuartizado los cuerpos de sus víctimas. Pero su crueldad no acabó ahí. El asesino confeso le dijo a su amigo que iba a avisar al casero de que se iba a retrasar en el pago del alquiler y le aseguró que ya que estaba en casa de sus víctimas se iba a ir con los cartones de leche que los fallecidos tenían en la nevera.

“No sé que hacer con los cadáveres, enterrar a alguien de madrugada va a levantar sospechas”, aseguró el hombre que podría enfrentarse a una elevada condena de cárcel (o incluso la prisión permanente revisable) para confesar posteriormente que estaba cansado porque “abrir los cuerpos de arriba abajo cuesta”. El relato de los mensajes recogido ayer por el periódico El Mundo es tan escalofriante que el asesino llega incluso a faltarle el respeto a su sobrina después de asesinarla. “Los niños se pusieron a gritar pero ni se movieron (asegura cuando relata como le “abrió la garganta primero” a la madre), la niña se cagó después de muerta”.