AUDIENCIA NACIONAL

Los hijos de Ruiz-Mateos insisten en culparle de la estafa de Nueva Rumasa: "Era el jefe"

La Fiscalía pide para cada uno de ellos 16 años de prisión por idear, presuntamente, un sistema de financiación piramidal con el que captaron 337 millones de euros y con el que dejaron un agujero a los inversores de 289 millones

La Audiencia Nacional inicia el juicio a seis hijos de Ruiz-Mateos por estafa.

La Audiencia Nacional inicia el juicio a seis hijos de Ruiz-Mateos por estafa. / EFE

Alberto Muñoz

En su primer día de declaración, los hijos de José María Ruiz-Mateos han confirmado que van a optar por descargar toda la responsabilidad de la estafa de Nueva Rumasa en su padre, fallecido en 2015. Por la segunda sesión del juicio en la Audiencia Nacional han pasado hoy Zoilo y Álvaro, el mayor y el pequeño de los Ruiz-Mateos, y han intentado dejar claro que ellos no pintaban nada en las decisiones de la compañía.

"Mi jefe directo era mi padre, yo era un empleado más por mucho que llevara el apellido Ruiz-Mateos", ha sostenido uno de ellos. Ambos han reiterado la "confianza plena" que tenían en el criterio de su padre, un hombre "que empezó desde cero y logró crear el mayor imperio empresarial".

Sin embargo, la Fiscalía sí les considera responsables de lo sucedido y pide 16 años de prisión para cada uno de los seis hijos por idear, presuntamente, un sistema de financiación piramidal con el que captaron 337 millones de euros y con el que dejaron un agujero de 289 millones, según la investigación judicial. En total, se calcula que habría más de 4.100 afectados por lo sucedido en Nueva Rumasa, la estructura empresarial que recuperó el famoso logo de la abeja que popularizó el padre en el holding original.

"Él tomaba las decisiones"

La defensa de los herederos ya anticipó ayer la estrategia y enumeró una serie de sentencias que "atribuyen la responsabilidad a José María Ruiz-Mateos y excluyen por falta de dominio funcional" a sus hijos.

Una versión que no han comprado desde el Ministerio Fiscal, pues, según se ha sostenido, a pesar de que efectivamente el patriarca fuese el último escalón de la pirámide cada uno tenía su cuota de poder en su propia parcela.

A pesar de ello, Zoilo, uno de los hijos que han declarado hoy, ha insistido en que "todas las decisiones las tomaba él, mi opinión no importaba, solo consultaba a quien él consideraba importante". "No sé por qué me nombró administrador único de Inversiones Ruiz-Mateos, yo no hacía nada, no me pagaban por ello y no había empleados. Era una sociedad sin actividad". Álvaro, por su parte, ha dicho que "no sabía que era apoderado de las empresas del grupo; mi padre funcionaba así, te pone y te quita".

El sueño roto de Nueva Rumasa

En 1996, la red empresarial que fundó José María Ruiz-Mateos volvió a ver la luz de la mano de sus hijos, que presentaron el concepto como algo diferente a pesar de que, en esencia, era lo mismo que había hecho su padre. Tanto era así que incluso recuperaron el logo de la abeja.

Según consta en el escrito de acusación de la Fiscalía Anticorrupción, buena parte de las sociedades que como Dhul o Clesa conformaban Nueva Rumasa “pertenecían formalmente a otra sociedades extranjeras, generalmente radicadas en paraísos fiscales” o en territorios de baja tributación. Y, a pesar de esa atomización del conglomerado, en esencia funcionaban como una sola.

El problema llegó a raíz de la forma en que los Ruíz-Mateos decidieron, presuntamente, hacer frente a las dificultades económicas que pronto asediaron al grupo. En 2009, apenas 13 años después de su nacimiento, Nueva Rumasa acumulaba ya una deuda de más de 570 millones de euros, para lo que decidieron llevar a cabo una agresiva campaña publicitaria de captación de inversiones. Fue entonces cuando llegaron los famosos pagarés.

La promesa de devolución de la inversión con unos altos intereses atrapó, sin embargo, a miles de personas en un sistema de financiación piramidal. Pedían dinero prestado, lo reinvertían en fines distintos a los prometidos y pagan deudas antiguas. De esa forma, la bola de nieve en que se había convertido la deuda de Nueva Rumasa nunca podía llegar a deshacerse.