Síguenos en redes sociales:

Billete de vuelta

El cura de los indios

El cura de los indios

Erase un cura que tenía por sana costumbre ponerse del lado de los pieles rojas cuando los demás jaleábamos, desde el patio de butacas, al Séptimo de Caballería; que en una de romanos buscaba en algún rincón de la pantalla el rostro zurcido de surcos y de cruces del esclavo cuando los demás nos dejábamos deslumbrar por el correaje del centurión y por la sangre víctima que pendía del filo de su espada. Entre el general Custer y Jerónimo, imagínense con quién haría primero migas José María Díaz Bardales, tan poco amigo de las distinciones, las medallas y las charreteras. Dicen que los ateos no tienen cura pero conozco unos cuantos descreídos que creen en Bardales. Ha regresado a Fátima tras su convalecencia, que se nos ha hecho larga en la distancia a los amigos, el cura Bardales, padre pero sobre todo hermano. Demacrado pero entero de convicciones y como siempre combativo; flaco como un Quijote del púlpito pero lúcido para no comulgar con ruedas de molino del viento neoliberal ni con los cantos de sirena de las injusticias y las desigualdades. Ya está de vuelta el cura de Fátima: a tus parroquianos, (Bar)dales la paz.

Pulsa para ver más contenido para ti