R. GARCÍA

«Yo no tenía ninguna razón para hacerle daño a Juan Carlos. LO vi, bebimos y consumimos la cocaína que había comprado. Luego me fui del bar, sin más». José Antonio L. Ll., el gijonés de 38 años acusado de matar a puñaladas en marzo de 2010 al dueño de la cervecería Carvi, negó ayer los hechos que se le imputan en la primera sesión del juicio por este asesinato que se celebró en la Sección Octava de la Audiencia Provincial de Asturias, con sede en Gijón. El presunto agresor -para el que la fiscalía pide una pena de 18 años de cárcel-, contestó sólo a las preguntas de su abogado realizando un relato de la noche de los hechos contrario al que expusieron, poco antes de su intervención, tanto el ministerio público como las acusaciones particulares ejercidas por los más allegados de la víctima.

José Antonio L. Ll. aseguró ante el jurado popular encargado de dirimir acerca de este caso que conocía a la víctima del suceso «desde hace tiempo». «Había estado en el bar previamente unas ocho veces antes de aquella noche», relató el acusado. La Policía asegura que horas antes del crimen José Antonio L. Ll. había acudido a casa de una ex novia suya, en donde consumió hasta 200 euros en cocaína y bebió alcohol. Unos hechos que el propio reo reconoció a preguntas de su abogado. «Estuve toda la noche en casa de la chica en la calle Manuel Llaneza. A mitad de la noche salí a comprar droga y luego volví y estuve allí hasta las ocho y media de la mañana», relató el imputado. Es precisamente a esa hora cuando las investigaciones policiales sitúan por primera vez al ahora procesado en la cervecería Carvi, en donde a primera hora de la mañana el dueño del establecimiento fallecería después de recibir 19 puñaladas con un cuchillo de 12 centímetros en varias partes de su cuerpo.

«Hice llamadas a varias casas de citas, pero no conseguí hablar con ninguna chica, por lo que fui al Carvi para utilizar su teléfono público. Tomé algo y charlé con Juan Carlos, que mandó a uno de los camareros a buscar más cocaína. Como el chico no la consiguió, volví a ir a la casa de mi amiga en la calle Cataluña y luego entré por segunda vez en la cervecería para consumir la droga con Juan Carlos. Me fui a las diez y cuarto de la mañana del bar y allí ya no quedaba nadie. Luego la Policía me preguntó acerca del crimen y mentí diciendo que no había estado allí por miedo a verme implicado en algo de drogas», confesó José Antonio L. Ll. Acusación y defensa difieren en lo que pasó a primera hora de la mañana en el interior del local. Mientras el abogado que representa los intereses del reo mantiene que éste no llegó a apuñalar a su víctima, tanto la fiscalía como la acusación particular sostienen la teoría de que hay «pruebas suficientes» de su autoría del crimen.

La fiscal encargada del caso -que define al procesado como una persona «violenta, con antecedentes penales por un delito de lesiones, sin trabajo, que va con prostitutas y a la que le gusta mucho la noche»-, asegura que José Antonio L. Ll. asestó hasta 19 puñaladas a su víctima dejándolo muerto en el suelo. Fue un camarero del local el que dio la voz de alarma acerca de lo sucedido horas después del fallecimiento de la víctima, cuando se dirigía a la cervecería de La Arena para abrir de nuevo el negocio. «Existen numerosas contradicciones en sus argumentaciones. La Policía Nacional ha conseguido pruebas que sitúan su señal de móvil en el lugar de los hechos A pesar de que el cuchillo con el que se apuñaló a Juan Carlos no haya aparecido aún, las pruebas de ADN encontradas en los vasos del bar también delatan al acusado», argumenta la fiscal incidiendo en la idea de que José Antonio L. Ll. atacó a su víctima por la espalda, con alevosía «y de forma sorpresiva». «Sabía lo que quería hacer y lo hizo, no había consumido tanto alcohol como para tener sus facultades alteradas», concluye la representante del ministerio público respaldando las teorías de los abogados que representan las acusaciones y que elevan la petición de condena hasta los 22 años de cárcel.

Los agentes de la unidad de delincuencia especializada y violenta (UDEV) de la Comisaría de El Natahoyo que investigaron el crimen del Carvi arrestaron al único acusado en este procedimiento, tres meses después de los hechos, en Tenerife, localidad canaria a la que José Antonio L. Ll. se había trasladado, según sus propias palabras, «para trabajar». «Les di todos los datos de dónde iba a estar en Tenerife a los policías que me interrogaron. Me llamaron en varias ocasiones y siempre colaboré con ellos», defendió el reo.

El acusado compró los billetes de avión para la isla apenas unas horas después del crimen, aunque no dejó Gijón hasta transcurridos varios días después del asesinato por el que ahora es procesado.