El martes 25 de enero de 1913 fue un día negro en la historia de Gijón. En esa fecha, a las seis de la tarde, murieron 22 personas al caerles encima toneladas de roca durante una voladura en la ladera de Torres, que se estaba usando como cantera para la obra de ampliación de El Musel de la época, con la construcción del viejo dique Norte entre 1893 y 1930. Otras tantas resultaron heridas de gravedad. La Fundación Alvargonzález muestra a partir del lunes 25 en su sala de exposiciones de Cimadevilla la historia de aquella catástrofe, con ocasión de su centenario.

Entre los fallecidos no sólo hubo trabajadores de la obra, incluyendo su ingeniero-director, Victoriano Alvargonzález Suárez-Zarracina (padre de Romualdo Alvargonzález Lanquine, creador de las ferias de muestras en Gijón). Entre las víctimas también se encontraron algunos de los más de 300 gijoneses que se habían desplazado hasta El Musel para contemplar la voladura, algo que resultaba atractivo a la gente de la época. La curiosidad les salió cara.

De la ladera de Torres se extraía piedra para la obra del dique Norte. En ocasiones anteriores se habían hecho voladuras usando hasta 17 toneladas de pólvora. Aquel día sólo se usaron 6 toneladas, pero según recogen las crónicas de la época, una zona de arcilla entre la roca hizo que la explosión tuviera un resultado imprevisto.

El 20 de julio de 2002, la Fundación Alvargonzález colocó una lápida conmemorativa de la tragedia en la rotonda del Muelle de Ribera, con 21 nombres. A raíz de aquel acto, tuvieron conocimiento de que había habido una víctima mortal más que sumar a la tragedia, Miguel López, al comunicárselo sus familiares, recuerda Ramón Alvargonzález, coordinador de la exposición.

La muestra consta de cuatro apartados. En uno de ellos se reflejan las obras de El Musel entre 1893 y la fecha del accidente, cuando se estaban construyendo el antiguo Muelle Norte, el Muelle de Ribera y el Primer Espigón, además de los enlaces ferroviarios con las Cuencas a través del ferrocarril de Langreo y después del ferrocarril del Noroeste.

Una segunda parte de la exposición recoge imágenes del accidente y su reflejo en la prensa local y nacional de la época, incluyendo el cortejo fúnebre que se calcula que fue seguido por 30.000 de los 60.000 habitantes que entonces tenía Gijón.

Otro apartado se centra en el ingeniero Victoriano Alvargonzález Suárez-Zarracina, y por último, en otro se muestra la colocación de la placa conmemorativa en El Musel en el año 2002.