Ambos pertenecen a una generación de españoles que empezó a fotografiar lo que veía de una manera distinta, tal vez porque miraban de otra manera. Se hicieron fotógrafos en los años de la transición a la democracia. Su obra forma parte hoy de las colecciones de importantes museos internacionales. Han hecho de sus imágenes un puente entre los dos siglos que les ha tocado vivir. Isabel Muñoz (Barcelona, 1951) y Miguel Trillo (Jimena de la Frontera, Cádiz, 1953) coincidieron ayer en Gijón, donde inauguraron sendas exposiciones en Espacio Líquido y Aurora Vigil-Escalera dentro de los Encuentros de fotografía que dirige Esther Maestre. Hablaron del sentido de su arte, de sus imágenes, con los numerosos aficionados que se dieron cita en ambos encuentros, con apenas una hora de diferencia.

"La fotografía es tiempo y luz, creación", dijo Miguel Trillo cuando se le preguntó por su arte y sus fidelidades. Ha sido uno de los grandes fotógrafos de las tribus juveniles y de la llamada "Movida madrileña", aunque, como explicó ayer, jamás le interesó fotografiar a Almodóvar o a quienes han quedado como iconos de aquella época.

"A mí lo que me ha gustado es la calle, que no tiene nombres o apellidos; tenemos algunos clichés engañosos sobre esos años; me interesaba más la vida cotidiana y le daba importancia al público", indica Trillo. Filólogo, licenciado en Imagen, el artista andaluz asegura que hubo un gran cambio en los años ochenta, respecto a los setenta: "Las fotos de esas tribus urbanas sustituyeron a otras de tema costumbrista; hasta entonces, ni se te ocurría ir con una cámara por la calle".

Trillo expone en Espacio Líquido imágenes de dos series, "Souvenirs" y "Geografía Moderna". La primera es el resultado de un encargo que le hizo "El País" y supone una exploración de lo que fue la vida juvenil en ciudades de provincia. El fotógrafo tiene gran cariño a Gijón, donde ha expuesto en el Palacio Revillagigedo y el Museo Casa Natal Jovellanos. "Geografía Moderna" continúa aquella serie desde otros puntos de vista, por localidades fronterizas: "Viajes por una España poco conocida; yo no sacaba las catedrales". Sus postales y sellos son de una gran originalidad. Lleva tiempo empeñado en contar, a través de un proyecto que ha bautizado como "Gigasiápolis", la trastienda de Asia, "donde está pasando todo".

"Me gusta hablar de sentimiento", subrayó, por su parte, Isabel Muñoz. Encantada con Asturias y con la galería de Aurora Vigil- Escalera. Sus fotografías, casi siempre en blanco y negro (aunque tiene alguna maravillosa platinotipia resuelta en color), son, en muchos sentidos, una celebración de la figura humana.

"Me gusta hablar de sentimientos", señala la artista, para quien la mirada del espectador es crucial: "Hace que las fotos hablen de manera distinta". Creadora de gran destreza técnica, hizo resaltar que le interesa más hablar de lo que está antes de los procesos formales, en el origen de esa dedicación artística: "Necesito contar, cada vez más, y que la imagen tenga una historia; el ser humano ha estado presente siempre en mi obra". Habló de sus experiencias en África, fundamentalmente en el Congo, imágenes que se expusieron en Kinsasa y se verán también en España. "Para una mujer, el peor país en el que puede nacer es el Congo", manifestó.

Es una fotógrafa que ha viajado por numerosos países: de China a Cuba, pasando por Irán o Etiopía. Ha fotografiado a los niños de la injusticia y el subdesarollo, "capaces de soñar en medio de la desesperación". Se mostró muy preocupada por las violaciones rituales de niños africanos: "Somos capaces de la mayor maravilla y del mayor horror".