Cometió un error que le está ocasionando severos quebraderos de cabeza. Las redes sociales la han crucificado con los clavos de la vejación y el reproche. Eva María García Blanco, la mujer que se quedó a cargo de "Pumba", el perro desaparecido hace un mes y que un conocido dejó a su cuidado, vive "un infierno" de llamadas amenazantes e insultos. "Siento lo que pasó, me hice responsable desde el primer momento pero ya no puedo más. ¿Qué quieren? ¿Acabar conmigo? ¿Qué me suicide por perder al perro?", asegura Eva María con lágrimas en los ojos.

La mujer abre las puertas de su casa "porque no tengo nada que esconder" y para hacer público el calvario que vive desde hace un mes "por hacerle un favor a un conocido". Eva María regentó un tiempo un negocio de equitación y objetos para perros al lado de donde trabaja el dueño del bulldog inglés, macho, de dos años que se perdió cuando estaba a su cargo, desde hace un mes. Hace un año le pidieron que se hiciera cargo de dos perros y aceptó. "Estuvieron aquí encantados y todo fue bien", apunta.

Un año después ocurrió el mismo ofrecimiento: el 14 de enero le dejaron al recaudo sus mascotas, a cambio de seis euros por día y perro como la última vez "para costear la comida mientras estuvieran fuera", pero en esta ocasión las cosas se torcieron. "Salí una hora y media de casa, dejé ahí a los dos perros con los míos y cuando volvimos el bulldog ya no estaba", explica. "Nada más que nos dimos cuenta lo denunciamos a la Guardia Civil y luego estuvimos buscándole por la zona", sostiene casi convencida de que alguien tuvo que entrar y robarlo. "Es la única opción y la única versión que hemos dado desde el principio y lo demostraré donde lo tenga que demostrar", sostiene.

Asegura que informó de lo sucedido a los dueños de "Pumba" que llevan desolados, también, después de un mes sin saber de su mascota. Eva María entiende su dolor. "Me hice responsable desde el primer momento, les dije que les pagaba el perro, les ofrecí dos cachorros, un caballo; entiendo que ellos quieran a su perro y lo siento de verdad", desvela. No obstante, la cuidadora estima que hay límites que no se pueden sobrepasar después de un mes de acoso a través de las redes sociales. "Les doy lo que quieran pero no mi vida, ya se están pasando, bastante estoy pagando ya por lo que ha sucedido", reprocha.

Eva María, y su familia, viven en el barrio de Friuz, en la parroquia de Quintueles, cercada por un muro no muy alto. Viven rodeados de animales En el prao tiene seis perros, vacas, caballos, ovejas, patos y hasta un cerdo vietnamita. Son una de sus pasiones pero se dedica "a otras cosas desde hace tiempo". Por tanto, a la acusación de que regentan una "guardería ilegal" responde con que "son mentiras y barbaridades" que ya le cuestan soportar y la tienen hecha "un manojo de nervios".

"Al principio intenté explicar en las redes sociales lo que había pasado, pero todo fueron insultos", cuenta Eva María, pesarosa. "Menos de habérmelo comido con patatas me acusan de todo. Si yo quisiera un perro así lo compraría, la más interesada en que aparezca el bulldog inglés soy yo porque esto no hay quien lo aguante", lamenta esta mujer de Quintueles.