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ELSA Y LARA GONZÁLEZ FRESNO | Hermanas de Iván, el presunto parricida de Monteana

"Nuestro hermano vive con mucho dolor y arrepentimiento, no se cree lo que hizo"

"A Iván no se le hizo el diagnóstico psiquiátrico correcto, y fruto de ello mató a nuestra madre: los dos son víctimas del mismo suceso"

La casa familiar, al día siguiente del suceso. ÁNGEL GONZÁLEZ

Iván González Fresno, de 32 años, está acusado de matar a su madre, María Milagrosa Fresno "Marimí", en un parricidio ocurrido hace poco más de ocho meses que conmocionó a todo el concejo. Acabó con su vida en la casa familiar de Monteana, asfixiándola, según el relato forense, mientras la mujer dormía. Desde el principio resultó evidente que no se trataba del clásico homicidio envuelto en la ira, el interés o el desafecto entre hijo y madre. Porque Iván González salió de su casa, echó a caminar desde la parroquia rural hasta la comisaría de El Natahoyo, y se entregó asegurando a los agentes que creía haber matado a la mujer, sin saber explicar los motivos.

Desde entonces el homicida está en prisión, donde espera la fecha del juicio en el que afrontará una pena de 20 años de internamiento en un centro psiquiátrico. Pese a haber acabado con la vida de un pilar de la familia, Iván González no está solo; tiene el apoyo tanto de su padre, Rafael González, como de sus dos hermanas, Elsa y Lara.

Dos hermanas que han querido exponer, con sus claroscuros, las circunstancias que envolvieron la tragedia. Quieren que se conozca el sufrimiento en el que vive su hermano desde que es consciente de lo que hizo, y por lo que "aún no se ha perdonado". Elsa y Lara González, que no pudieron evitar derramar lágrimas durante la entrevista, también razonan por qué se personarán como acusación particular en el juicio, no contra su hermano sino contra el Servicio de Salud del Principado, al que hacen responsable, a través del Sespa, de no haber diagnosticado a tiempo el trastorno que sufre Iván. Tras el suceso, y su ingreso en la unidad de psiquiatría del HUCA, al joven se le diagnosticó "una afectación de muy variadas y trascendentales funciones psíquicas, que modifica profundamente su personalidad" y habría generado "una alteración significativa de sus facultades intelectivas y volitivas".

Para Elsa y Lara, su hermano y su madre son dos víctimas del mismo suceso y confían en que, al menos, sirva este hecho para que la sociedad tome conciencia sobre la gravedad de las enfermedades mentales.

- ¿Cómo está su hermano?

-Se ha adaptado bien a la cárcel. Emocionalmente tiene muchos altibajos; hay días que está un poquito más animado, pero otros en los que está muy mal. Tras pasar por el HUCA estuvo dos meses en la enfermería de la prisión, para que le ajustaran bien la medicación, pero se estaba deprimiendo mucho y pidió que lo trasladaran al módulo terapéutico. Ya hace mes y medio que le quitaron el Protocolo de Prevención de Suicidios (PPS).

- ¿Y ha mejorado?

-En el módulo está mejor, hace muchas actividades, deporte, talleres. Es moderador del grupo de debate, ya que siempre se le dio muy bien debatir. Hace talleres de lectura... desde años es un gran lector. Está integrado en el régimen de la cárcel. Pero anímicamente está mal. Precisamente por esa depresión le han recetado antidepresivos y tiene días que está peor. Como decimos, con altibajos.

- Necesitará distraerse de sus pensamientos...

-Sí. Los internos que tienen el protocolo antisuicidios tienen lo que en prisión llaman un acompañante -que suele ser un preso de confianza que lleve años allí-, que está las 24 horas a su lado para que no atente contra sí mismo. Una noche en la enfermería Iván se la pasó llorando, y el apoyo se asustó, llamó al psicólogo, al director y al asistente social. De un día para otro pasó al módulo. Ahí no tiene tanto tiempo para pensar, y si quiere quedarse en la cama no le dejan. Está concentrado y tiene más estímulos.

- Al comenzar el tratamiento dicen que tomó conciencia de lo que sucedió, de que había matado a vuestra madre. ¿Cómo reaccionó?

-Tardó un mes en tomar conciencia, y porque le doblaron la dosis de medicación. Iván estaba en otro mundo, muy lejos de aquí. Tenía la enfermedad muy agudizada. Nos contó que estaba sólo en la habitación cuando empezó a darse cuenta de la realidad. Estuvo llorando al entender lo que había hecho y que ya no podía dar marcha atrás.

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