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LUCÍA ETXEBARRIA | Escritora

"Lo de la botella de agua no era una crítica a Gijón; si me dicen que son tres euros, pido una sidra"

"Mi libro sobre abusos sexuales no se atrevieron a publicarlo porque era de una española; el de James Rhodes sí porque era un hombre y además inglés"

Lucía Etxebarria, posando ayer en la escalera 12 de San Lorenzo. MARCOS LEÓN

Lucía Etxebarria lleva unos días en Gijón. No quería perderse la danza prima y el "Restallón". Recorremos la ciudad de punta a punta en coche con la rapidez con la que ella misma desgrana la actualidad del país. No le gusta lo que ve, aunque cree que aún hay margen para mejorar. En lo que se tarda en llegar desde el Cerillero a la playa de San Lorenzo, da tiempo para hablar de su polémica por la crítica al precio de una botella de agua y de lo que hay de autobiográfico en su último libro, "Por qué el amor nos duele tanto".

- ¿Qué hace en Gijón?

-He venido millones de veces, pero como no había internet, nadie se enteraba, me gustaba mucho, muchísimo antes, venía siempre al festival de cine cuando estaba Cienfuegos.

- ¿Ahora ya no?

-Ahora el tono del festival ha cambiado. No quiero que suene a crítica, pero en aquel momento era uno de los dos o tres festivales más importantes de España. Ahora ha salido de ese circuito. Antes era el festival indie de España y claro, la marcha que había era inmensa, en aquel momento sonaban Manta Ray, Australian Blonde, era la explosión del Xixón Sound.

- Entonces Gijón era centro de la movida...

-Claro, hubo una época en la que Gijón era la capital indie por excelencia, si eras moderno tenías que estar aquí.

- ¿Qué fue lo que le pasó en un restaurante en Gijón con el agua?

-Pues nada, al final se hizo una pequeña bola el asunto. Nos pusieron el agua a tres euros y nosotras nos preguntábamos si era normal, no era una crítica a Gijón. El problema no era que fuera caro o no, si no que no nos habían avisado, si yo leo, una botella de agua tres euros, yo me pido una sidra. Luego las redes sociales hicieron de altavoz?

- ¿Y qué está haciendo ahora?

-Pues hace un tiempo tenía un libro escrito que tocaba un tema casi tabú, de abusos sexuales y violaciones, muy crudo. Las editoriales no lo querían publicar porque no tenía el final feliz que ellos buscaban. Decidí entonces publicarlo por mi cuenta y su salida coincide con las denuncias por acoso que abren los telediarios y con el movimiento "me too".

- Parece que algo ha cambiado entonces y ahora si se puede hablar de esos temas...

-Puede parecer que se está normalizando hablar de determinadas cosas que antes no se podía, pero queda mucho por hacer. Estoy contenta con el libro, tiene menos repercusión que si lo hubiera hecho con una editorial mayor, pero va a tener su cuarta edición ya y es algo que me llena de felicidad.

- ¿El movimiento "me too" ha dado visibilidad a un problema que antes se escondía?

-El "me too" no se inició con Harvey Weinstein, sino que fue algo que comenzó la activista afroamericana Tarana Burke y que luego fue recogido por Hollywood y tomó fuerza. Este tema no se tiene que centrar solo en el cine. Un ejemplo, que Juana Rivas tenga que pagar 30.000 euros a su ex marido y que hace nada un señor que violó a su nieto, incluso con penetración, todo probado y que solo tenga que pagar 20.000 euros, ya lo dice todo.

- Entiendo que es un problema que nos incumbe a todos entonces...

-Es que hay muchos casos que quedan por salir. Hay una chica en Fuenlabrada que ha visto y probado como su marido ha tocado a su hija y los jueces siguen permitiendo a ese señor ver a la niña. Son cosas que comienzan a salir poco a poco, cuando sale una persona como James Rhodes que es inglés, nos parece muy bien que denuncie, porque es inglés y no nos concierne, como ha pasado en Inglaterra, no pasa nada, pero cuando son mujeres de aquí que intentan proteger a sus hijas?

- ¿Cree entonces que hay diferencias de trato?

-Sí, cuando sale el libro de Rhodes, -libro en el que el pianista narra cómo la música le ayudó a superar los abusos sexuales cuando era niño- se puede publicar porque es un hombre y además inglés. Mi libro no se atrevieron a publicarlo porque era de una mujer y española. De momento se están haciendo pocas cosas. Tiene que ser algo de todos, tenemos que romper esa barrera de silencio que no nos atrevemos a traspasar. Yo hasta los cincuenta años no lo conté, solo lo hablaba en terapia. Tuve suerte de que la persona que me afectó no fue alguien de mi familia, pero claro era alguien cercano y tienes miedo. Piensas que no te van a creer, que la vas a liar por decir su nombre, que vas a destapar una caja de truenos y la mayoría de la gente prefiere olvidarlo, yo lo he hecho.

- ¿Lo ha superado?

-A día de hoy me encuentro a esa persona por la calle alguna vez y lo veo tan destrozado que creo que lo que le ha ocurrido es justicia cárnica.

- Dice que no se cree a quien cuenta un caso como pudo ser el suyo, ¿por qué?

-No lo sé, no lo entiendo. No entiendo como alguien no puede creer a un niño, cómo no les vas a creer cuando te cuentan algo semejante, los niños no saben mentir y menos con cosas así. Hay casos de niños que describen de forma muy explícita y coherente lo que les ha ocurrido. Luego les hacen testificar, sin trabajadores sociales, sin ayuda. Muchos se acaban por desdecir en el juicio porque se les coacciona, incluso por la propia familia. Se les dice que la persona a la que denuncian va a ir a la cárcel o le va a pasar algo malo y los niños cambian su versión.

- Pero existen jueces y fiscales que velarán por esos niños...

-El sistema judicial está formado por señores magistrados de sesenta años con formación en derecho que han sacado una oposición y han estado cinco años de su vida encerrados estudiando. No tienen formación en psicología. Estos casos no deberían decidirlos un juez, estos casos deberían ser juzgados por un grupo de psicólogos formados específicamente en esto, no cualquier psicólogo. El sistema judicial no está hecho para esto. A Pedro Sánchez se le ha criticado mucho por una decisión que dice que los jueces no deberían evaluar esto, efectivamente su formación no es la idónea.

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