La nueva mancha de carbón que cubrió ayer el último tramo de la playa de San Lorenzo coincidió con la visita de dos investigadores del Instituto Nacional del Carbón de Oviedo (Incar), Isabel Suárez-Ruiz y Dionisio Luis García, que aprovecharon la ocasión para recoger una decena de muestras y continuar, así, con su estudio sobre el impacto del mineral en el litoral asturiano que el centro comenzó a elaborar esta primavera.

Aunque los primeros resultados aportados por Incar apuntan a que buena parte de las partículas y piedras de carbón que las mareas arrastran con frecuencia hasta la playa pueden proceder de Aboño y El Musel, el centro insistió ayer en que "todas las hipótesis siguen abiertas". Los dos científicos, que ya habían visitado la ciudad en abril para recoger su primera veintena de muestras, se sorprendieron por la gran cantidad de mineral que se extendía por buena parte de la playa, alcanzando hasta los dos centímetros de profundidad en varios puntos de la playa, sobre todo, entre las escaleras 10 y 12.

Al tratarse de una investigación en marcha, los expertos prefirieron no dar ayer detalles sobre sus posibles avances, aunque recalcaron que su trabajo surgía por iniciativa propia del Incar y que, por tanto, "no atendían a las suposiciones de terceros". Este matiz responde al revuelo que causó en la ciudad el primer avance de su estudio -publicado en una revista científica en septiembre de este año-, en el que se vinculaba la presencia de carbón en el litoral gijonés con los movimientos de carga y descarga de graneles en El Musel y con la térmica de Aboño. "Solo podemos decir que seguimos con nuestra investigación, que la estamos realizando de forma independiente y que no sabemos con qué resultados nos vamos a topar ni cuándo", resumió Suárez.

Los dos expertos visitaron ayer la ciudad para reunirse con el gijonés José Antonio Madiedo, exdirector general de la Marina Mercante, que les entregó una de las piedras de carbón del "Castillo de Salas", el barco granelero que se hundió cerca del cerro de Santa Catalina en enero de 1986 con 100.000 toneladas de carbón a bordo. "Si no se compara el tipo de carbón que iba en el barco hundido con las partículas que tenemos en la playa no podemos dar nada por sentado. Todos estamos interesados en averiguar el origen del carbón en las playas de Gijón", explicó. "Para mí, lo más lógico es que el carbón que aparece cada poco en San Lorenzo provenga de este barco porque la trayectoria que el material tiene que hacer desde El Musel para llegar a la playa es muy complicado", añadió.

Según Madiedo, que la procedencia mayoritaria de cabrón proceda del barco hundido es "más factible" por mera cuestión de proximidad. "Se hundió en el Canto de San Pedro, cerca del Cerro de Santa Catalina, y las miles de toneladas de carbón se quedaron en el fondo marino de esa zona. Cuando el oleaje es muy fuerte, ese fondo se remueve y hace que las olas que vienen después arrastren los sedimentos. Es lo que creo que tiene más sentido. Para que el carbón venga desde Aboño o desde El Musel tiene que superar un macizo rocoso y trazar una curva que no se corresponde con las corrientes", resumió.

Los ecologistas denunciaron ayer ante la Consejería de Infraestructuras y el Consistorio la nueva mancha de carbón de ayer. "La sorprendente cantidad de este carbón en esta playa cada cierto tiempo, tiene un notable impacto visual y un efecto negativo para la imagen de la ciudad, un lugar tan significativo como es la playa principal", lamentaron. Los dos investigadores de Incar, de hecho, reconocieron que la presencia de carbón cuando vinieron a recoger muestras el pasado mes de abril era sustancialmente menor a la encontrada ayer. "Esperemos que esta vez se tomen muestras para contrastar si como venimos denunciando desde hace año, el carbón proviene presuntamente de los acopios del Musel", matizaron los ecologistas.