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La jueza urge por segunda vez las pruebas de ADN del crimen del bebé de Nuevo Roces

El Juzgado confía en que los resultados revelen a quién pertenece un pelo humano encontrado en el cadáver del recién nacido hallado en la basura

Contenedores donde apareció el bebé muerto en Nuevo Roces. Juan Plaza

Una de las pruebas determinantes para avanzar en la instrucción del crimen del bebé de Nuevo Roces se sigue haciendo esperar. Por segunda vez, la magistrada al frente del procedimiento ha exigido al laboratorio de La Coruña que examina las muestras de ADN recabadas por los investigadores que remita su informe cuanto antes. Ya en el mes de octubre se habían comprometido a remitir los resultados al Juzgado "a la mayor brevedad", pero no ha sido así. Una de las claves de este caso está en saber a quién pertenece el pelo humano que encontraron en el cadáver del recién nacido.

La investigación se mantiene por el momento a expensas de esos resultados de ADN. Todo apunta a que resultarán primordiales para esclarecer lo ocurrido en vista de las versiones opuestas que ofrecen los dos únicos investigados: Silvia A. M., madre biológica del bebé, y Daniel B. S., su pareja sentimental. Ella, primero, exculpó a su novio, pero luego cambió su testimonio y declaró que había sido él quien se llevó al recién nacido a poco de dar a luz y que si nada dijo después fue porque le tenía miedo. No obstante, se trata de una versión que los informes periciales consideran "poco fiable" al no aportar demasiados detalles en su discurso.

Por contra, está la versión de Daniel B. S., que desde el primer momento explicó que ni siquiera sabía del embarazo de su novia, además de manifestar sus dudas sobre la paternidad del bebé. No obstante, el joven sigue en calidad de investigado y con la obligación de acudir a firmar cada quince días al juzgado. Eso sí, los informes periciales del equipo psicosocial del juzgado sí ven más creíble su versión por dos motivos, uno por haber sabido mantener un testimonio coherente y, segundo, por dar detalles que concuerdan con testimonios de vecinos llamados a declarar durante esta fase de instrucción.

Ambos jóvenes, que llevaban ya siete años de relación, convivían en el piso de la calle Jenaro Suárez Prendes, justo en frente de donde apareció el niño asesinado, con más de cincuenta cortes por todo el cuerpo, metido en una bolsa de basura y, a su vez, dentro de una mochila en el contenedor. La investigación, analizando toneladas de residuos y gracias a ese tipo de bolsas, permitió focalizar a los responsables del crimen en el mismo barrio de Nuevo Roces tras encontrar toallas con restos de sangre.

La detención de la pareja ocurrió en septiembre, menos de dos meses después del hallazgo del cadáver, y solo ella ingresó en la cárcel. Allí está en la unidad terapéutica y educativa (UTE) haciendo vida normal. Tranquila pese a los cargos que le atribuyen. Apenas ha salido para declarar ante la magistrada y para que la examinen los forenses, que descartaron que sufra un trastorno mental. Todo apunta a que sufre una psicopatía. No obstante, los resultados de las pruebas biológicas podrían ser determinantes para esclarecer el caso, también para determinar si Daniel B. S. es el padre del bebé.

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