Las conductas incívicas de algunos dueños de perros de la ciudad, que se aprovechaban de la permisividad de la normativa vigente para saltarse el confinamiento más allá de lo estrictamente necesario para el bienestar de sus mascotas, ha llevado al Ayuntamiento de Gijón a establecer unas duras pautas de comportamiento y poner freno a los excesos percibidos en las primeras semanas de estado de alarma. De esta forma, y desde el 1 de abril, la nueva normativa exige a los propietarios de los canes que den paseos cortos, en un radio de 200 metros desde su domicilio y sin contacto con otros animales. "Hemos detectado que hay una pequeña parte de la población que utiliza la picaresca, saliendo varias, varios miembros de una familia que salen con el mismo perro o quienes dan paseos largos en tiempo y en distancia", explica la edil de Salud Animal, la socialista Carmen Saras.

En Gijón hay actualmente 34.754 perros convenientemente registrados. La mayoría de sus dueños, explican desde el Ayuntamiento, cumplen con educación y civismo sus responsabilidades, pero los casos negativos detectados, donde incluye también la no recogida de excrementos, ha motivado la nueva normativa, con seis puntos. El máximo permitido de salidas del mismo perro es de tres al día, "y con una sola persona, sin acompañantes", salvo en casos de familias monoparentales que no puedan dejar solos a los hijos en casa.

Los paseos, a partir de ahora, "deben ser cortos", lo suficiente para "cubrir las necesidades fisiológicas" de las mascotas y sin superar una distancia de 200 metros, tomando como punto de referencia la vivienda de cada propietario. Conviene señalar que esa distancia, igual que ocurre en materia de órdenes de alejamiento, se calcula en línea recta. Durante la estancia en la calle, todos los perros deberán ir atados en todo momento y no podrán tener contacto ni con otras personas ni otros animales. Los animales potencialmente peligrosos, además, deberán llevar bozal, como siempre.

Tal y como advirtieron los trabajadores de Emulsa a través de este periódico, se ha notado en las calles un incremento de excrementos sin recoger. Es por ello que el bando municipal incide en la obligatoriedad de "recoger las heces y depositarlas, bien envueltas, en una papelera o contenedor". Además, se recomienda llevar una botella con agua y detergente para diluir la orina y restos fecales que queden en la acera. De hecho, raro es ver alguna farola de la ciudad que no esté afectada en la base por los orines caninos.

El incumplimiento de alguna de estas normas será motivo de sanción por parte de la autoridad competente. Desde que se decretó el estado de alarma son varios los casos llamativos protagonizados por los dueños de mascotas, desde un vecino de La Calzada al que sorprendieron paseando por la playa de San Lorenzo o distintas personas con el mismo perro por la calle a diferentes horas del día. Es más, en los primeros compases del confinamiento tuvo que intervenir la Guardia Civil en el albergue de Serín ante la gran afluencia de personas que acudieron a adoptar animales, hasta uno que fue sancionado por abandonar antes a su perro volvió a intentar que le diesen otro.